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Una virtud para todo cristiano

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  En el evangelio de nuestra Santa Misa (Lc 2, 16-21) escuchamos como acudieron a presentar sus respetos al Niño Jesús pastores y gente humilde que estaba en Belén. Para el modo de vivir de la época, aquello debió ser un evento que superó cualquier expectativa para una familia humilde, de pueblo. Habían pasado penurias en el viaje: María estaba en avanzado estado de gravidez, no encontraron posada, tuvieron que arreglarse en un lugar incómodo, hecho para animales, y sin las mínimas comodidades para el Bebé. Ahora presenciaba una serie de eventos que no solo les llenaban de gozo, sino que además los superaba. La actitud de María que realza el evangelista es que guardaba todas esas cosas y las meditaba en el corazón. Primero, las atesoraba en la memoria. Una virtud necesaria también en la vida ordinaria. Los seres humanos solemos no hacer recurso a la memoria de mediano y largo plazo. Siempre dejamos que sea la última experiencia la que tome el control del futuro, y no en rara ve

Una misión difícil e ineludible

  Hoy nos unimos a toda la Iglesia en la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazareth. Hoy hay una invitación más que clara a mirar a Jesús, María y José como un ejemplo para todas las familias del mundo. Hoy quisiera proponerte una virtud cada vez más ausente y cada vez más necesaria en toda familia y, por lo tanto, también en cada católico: el temor del Señor. Sabemos bien que el temor del Señor (también llamado temor de Dios) no se trata de tener miedo a lo que Dios pueda hacernos (eso que llaman castigo divino). La mejor imagen para comprender lo que es el temor de Dios es el cuidado que tiene una madre o padre con un bebé recién nacido: no le tiene miedo al bebé, tiene miedo de que pueda sufrir cualquier evento que le cause un daño o mal. Una actitud similar debe tener el cristiano con Dios: ha de poner sumo cuidado, no en hacer daño alguno al Señor, lo que es imposible, sino de procurar orientar la vida en el respeto de su nombre y hacer del Señor un objetivo privilegiado cada

Solemnidad del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo

 Los seres humanos, cada año que pasa, nos volvemos más superficiales. Damos valor casi de verdad incontrovertible a un mensaje recibido en whatsapp mientras que muchos de los problemas reales de la vida no son abordados porque requieren un esfuerzo por reflexionar y profundizar. Algo similar ocurre con la Navidad. Nos hemos quedado con el cascarón y desechado el relleno. Nos hemos quedado con la alegría externa, pero sin la razón de ella. Nos hemos olvidado de un hecho que es extremadamente difícil comprender. ¿Por qué Dios, Creador y Todopoderoso habría decidido nacer y hacerse hombre? ¿Acaso eso no es de locos? La experiencia nos dice que los seres humanos cuando están enamorados son capaces de hacer cosas que, si no lo estuvieran, no lo harían jamás. Y es porque el amor les lleva a demostrar más, les empuja a querer demostrar con la vida que son capaces de todo por la persona amada. Y lo mismo ha hecho Jesús. Nos ama. Nos ama con desesperación. ¡Dios se volvió loco! Anunció desde h

La confianza que distingue al cristiano

  En un mundo donde cada día se impone la desconfianza por el mal proceder de otros, el Evangelio indica que el creyente ha de tener una confianza en Jesús, Palabra del Padre. La confianza cristiana es algo difícil de entender para el mundo moderno: se trata de creer, esperar, de tener fe en Dios que nunca defrauda. Las lecturas de la Santa Misa de hoy son una muestra de como ha de distinguirse la confianza del creyente. En la primera lectura (2Sam 7, 1-5.8-12.14.16) David, el rey, quiere construir un templo magnífico para Yahweh y le dice al profeta que pregunte a Dios. El profeta responde de inmediato: ¡Claro que sí! Después Yahweh hace saber al profeta que no será David sino un hijo suyo, y además le promete que un hijo suyo (Jesús) se sentará en su trono para siempre. Lejos de entristecerse o desesperarse, David se alegra. No lo verá él, pero confía en las promesas de Dios y ¡eso es motivo más que suficiente para estar alegre! En el evangelio de hoy (Lc 1, 26-38), el ánge

Ser cristiano = ser alegre

En el imaginario de mucha gente descansa un error de percepción sobre lo que significa ser seguidor de Cristo. Ese error consiste en que ser católico significa vivir en la calle de la amargura. En otras palabras, piensan que nos está prohibido ser felices. Nada más alejado de la realidad. Una de las cosas que ha destacado a los grandes santos es que son personas que viven alegres. Incluso en medio de la adversidad, porque la razón de su alegría no descansa solo en su bienestar. En el camino del adviento, hoy la Iglesia nos propone para nuestra reflexión esto: en la espera de Cristo Jesús, debemos estar alegres. En las lecturas de hoy, escuchamos tres de muchas razones para estar contentos: Me alegro en el Señor con toda el alma y me lleno de júbilo en mi Dios, porque me revistió con vestiduras de salvación y me cubrió con un manto de justicia (Is 61, 10): Jesús nos da la gracia y la fuerza necesaria para alejarnos del mal y orientar nuestra vida como ofrenda al Padre. Porque

La solemnidad de la Inmaculada Concepción

  Las lecturas de hoy nos muestran el proyecto de Dios: desde antes de la creación del mundo, el Señor había elegido que libremente los hombres obtendrían la salvación por la Encarnación de su Hijo. Nunca nadie habría imaginado que Dios se hiciera hombre. Una de las razones por las que el Sanedrín condenó a Jesús fue porque Él afirmaba que era Dios hecho hombre (Jn 10, 33). La cerrazón de su mente (por orgullo o por lo que sea) no les permitía ver en eso el mayor gesto de amor de Dios: ama tanto a los hombres que ha querido unirse a la vida e historia de los hombres. En la primera lectura, el Señor declara la enemistad entre la descendencia de la mujer (Jesús) y los descendientes del demonio. Jesús habría de nacer de una mujer para ser parte de la familia humana. Y el Señor se fija en una hija de Israel, de la tribu de Judá, que destacaba por encima de todas. Y la elige. Elige a María. La Iglesia ha creído siempre que Dios la libró de toda mancha de pecado original para que fue

Adviento es poner orden

La primera lectura de nuestra Misa de hoy anuncia la presencia de un personaje que anunciaría la presencia inmediata del Mesías en medio del Pueblo. Para preparar la presencia del Señor, ese profeta invita a poner orden: “ Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane ” (Is 40, 4). Nuestra vida, dicen también los filósofos, está hecha de las experiencias, ideas, convicciones y emociones que vamos almacenando. Ellas van influyendo en nuestra vida, de manera positiva o negativa. El hecho es que no siempre sabemos poner orden: saber qué cosas debemos guardar y qué cosas debemos desechar. El tiempo de Adviento es el tiempo propicio para poner orden en nuestra casa interior, que es el alma. Y hay un criterio para hacerlo: qué cosa se convierte en un obstáculo para acercarme a Jesús o no. En el Evangelio según San Marcos que escuchamos en nuestra Santa Misa, el evangelista dice que la persona que anuncia la presencia inmediat

¡No te distraigas!

Estamos hoy al inicio del Adviento, tiempo para prepararnos a la celebración del Nacimiento de Cristo Jesús, Dios y hombre verdadero. Justo hoy, las lecturas de la Santa Misa nos invitan a no distraernos. Hoy estamos bombardeados de estímulos múltiples, casi todos nacidos de intereses egoístas y materialistas: compra porque llega el Black Friday, llega la Navidad compra tal cosa o cual otra…, pero no hace falta que vayas al local, pídelo en línea…, compra tal y cual cosa para la cena de Navidad porque comer es lo más importante…, compra 100 décimos de la lotería porque es el mejor regalo que puedes hacer…, haz ahora tus compras para los regalos de reyes… Todas esas cosas nos distraen y hacen que no nos centremos en lo verdaderamente importante: Jesucristo y su mensaje. En la primera lectura (Is 63, 16-17. 19; 64, 2-7), el profeta se lamenta por el pueblo porque, a pesar de las múltiples manifestaciones del Señor en medio del pueblo, éste no reconocía al Señor. Aún así, Dios se muestra

El rey y el juicio final

  Las dos figuras que las lecturas de la Misa nos presentan son perfectamente familiares: el Pastor y el Rey. El Pastor, quien cuida y guía las ovejas, es el título que Dios se había apropiado desde el Antiguo Testamento. Yahveh es quien cuida y guía al Pueblo de Israel. El título de Rey, en la Biblia, se le reserva por excelencia a Dios. De hecho, cuando el Pueblo de Israel entra en la tierra prometida no tienen un rey, porque Yahveh es el rey de Israel. Cuando el Pueblo de Israel pide un rey a Samuel, el profeta de Yahveh se llena de indignación porque lo ve como una rebeldía contra Dios (1Sam 8,6). En la época de Nuestro Señor, el rey estaba devaluado. Había un rey en Israel, pero quienes mandaban en realidad eran los romanos. No obstante, los Apóstoles no dudan en usar el título de rey para referirse a Nuestro Señor Jesucristo, llegando a llamarlo “ Rey de reyes y Señor de señores ” (Apoc. 17, 14; 19,16; 1Tim 6, 15). También las lecturas de la Misa quieren poner de relieve el

Dejar atrás las apariencias y las excusas

El próximo domingo celebraremos la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, que marca el final del año litúrgico y nos recuerda, además, el fin del mundo. El domingo previo, la Iglesia nos propone una serie de imágenes. En la primera lectura de nuestra Misa escuchamos una reflexión del sabio que debe ser leída dentro de la cultura israelita donde predominaba la figura del varón: una mujer virtuosa es mucho mas valiosa que cualquier tesoro porque “Son engañosos los encantos y vana la hermosura”. Las apariencias son absolutamente pasajeras por definición: solo es el aspecto exterior que no dice nada de lo que hay en realidad. La reflexión lógica para nosotros, mirando sea el fin del mundo que el fin de nuestra vida, es que la apariencia es la cosa más inútil. Es mejor ser que solo parecer. Es mejor ser una buena persona que solo parecer una buena persona. Es mejor ser un buen creyente que solo aparentarlo. Por otra parte, en el Evangelio de nuestra Misa de hoy escuchamos la parábola de

La santidad está en la disposición

El Evangelio de nuestra Misa de hoy nos narra un episodio bastante común en la época en que vivió el Señor. Se trata de un grupo de muchachas que acompaña al novio en su fiesta de bodas. El Señor hace una distinción en el grupo: cinco eran prudentes y cinco eran necias. El final de la parábola resulta en que las necias no entraron a participar en la fiesta de boda. Ahora mismo podríamos preguntarnos qué quiso decir el Señor con esta parábola. Las muchachas necias acudieron a la invitación que les hiciera el novio sin prepararse convenientemente. En una época en la que no hay energía eléctrica, la única forma de iluminar en la noche era mediante lámparas. Normalmente, las lámparas usaban como combustible el aceite. Si se quería participar en una fiesta que duraba toda la noche, habría que proveerse de una buena cantidad de aceite. Y las muchachas necias no lo hicieron. Es importante resaltar que todas las muchachas se quedaron dormidas. Quiere decir que todas sucumbieron al sueño.

Conmemoración de todos los fieles difuntos

Hoy, nuestra Iglesia celebra la conmemoración de los fieles difuntos. Hoy es un día para cumplir con el mandamiento de " amar al prójimo como a ti mismo ". Hoy pedimos al Señor por nuestros hermanos que nos han precedido en el camino hacia la Casa del Padre. A nosotros no se nos ha permitido conocer el destino de nuestros hermanos difuntos. No sabemos si ya están en la felicidad eterna, si necesitan purificar su alma o si no han alcanzado la salvación eterna. Por eso, oramos por ellos. Pedimos al Justo Juez que sea misericordioso con ellos. La Iglesia nos enseña que nuestra vida no termina en el horizonte de nuestra vida. Cerrados los ojos a este mundo, nos presentaremos ante nuestro Señor Jesucristo. Y recibiremos de Él nuestro destino eterno a la espera del juicio final: el Señor nos lo enseña cuando en el pasaje del rico y el pobre Lázaro. El rico y Lázaro ya encuentran su destino, a la espera del fin de los tiempos. San Pablo nos enseña que todos estamos llamados a

¿Qué nos recuerda la solemnidad de todos los santos?

Este domingo coincide con una de las solemnidades más bonitas. Hoy la Iglesia recuerda, en un solo día, a todos los que han alcanzado el premio eterno. ¡Todos! No importa si han sido declarados por la Iglesia o no. Hoy es una oportunidad para recordar que todos hemos sido llamados a ser santos. Lamentablemente, este llamado ha sido solapado por una caricatura de la idea de la santidad y porque muchos cristianos miran más a la conmemoración de los fieles difuntos. Hoy se ha extendido mucho la caricatura de la santidad: se piensa que los santos son seres extraños, que viven retirados con la mirada perdida. En realidad, los santos caminan en las mismas calles que nosotros, toman el mismo transporte y realizan trabajos similares a los nuestros. Santo es todo aquel que acepta a Jesucristo como el Señor y quiere seguirlo poniendo en práctica sus enseñanzas. Hoy escuchamos en el Evangelio una guía segura para alcanzar la santidad: las bienaventuranzas. Son unas frases hermosas pero que nos en

El egoísmo, negación del amor a Dios y al prójimo

En el Evangelio de nuestra Santa Misa de hoy continúa el acoso a Nuestro Señor Jesucristo. Como el Señor había puesto en evidencia a los saduceos, ahora se acercan los fariseos para ponerlo a prueba. No se les ocurre otra cosa que preguntar a Jesús por algo que se la pasaban discutiendo todo el tiempo: ¿Cuál es el mandamiento más importante de la ley? Y la pregunta tiene algo de razón, porque existían un buen número de preceptos y prohibiciones. Algunos maestros de la ley daban más importancia a algunos y otros maestros afirmaban que eran más importante otros. No existía un acuerdo unánime. Jesús, la Sabiduría de Dios hecha carne, responde con sencillez: “ Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas ”. El primer mandamiento formaba parte de una oración qu

Muchas enseñanzas en pocas líneas

El pasaje del Evangelio de hoy, de pocos versículos, tiene muchísimas enseñanzas, de gran valor porque son siempre actuales. Las personas que actúan mal se sirven de todo con tal de alcanzar su objetivo . En el Evangelio, escuchamos cómo los fariseos (que odiaban a Jesús a muerte, literalmente) adularon a Jesús para ponerle una trampa. Llegaron a decirle a Jesús lo que no sentían ni creían: “ Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie ”. Con lo cual, no todo lo que aparentemente es bueno, lo es realmente. Jesús lo sabe todo, hasta lo más íntimo del corazón . Nada está oculto a sus ojos. Por eso, sabe reconocer la actitud de los fariseos: “Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones…”. Para los de mal corazón, los hipócritas religiosos y los ateos representa un gran problema, porque, cuando deban presentarse ante Él no podrán engañarle. Para los que queremos seguir a Jesús a pesar de nuestros def

LA PARÁBOLA DE LOS INVITADOS A LA BODA

La clave para interpretar y conocer el alcance de la parábola del Evangelio de este domingo está en el inicio. En primer lugar, los destinatarios: Jesús quiere hacer llegar, en primer término, el mensaje a los líderes del Pueblo de Israel. Ellos también son destinatarios del mensaje de salvación. En segundo lugar, lo que quiere ilustrar el Señor: El Reino de los cielos. El Reino de los cielos o el Reinado de Dios es la invitación que Jesús nos hace a seguirle y formar parte del pueblo de Dios. Dios se eligió un pueblo de entre los descendientes de Abraham y llegado el momento culmen de la historia donde se hizo hombre, los llamó para que aceptaran la salvación en Cristo Jesús (la invitación al banquete de bodas). Los primeros, los hijos del Pueblo de Israel, no quisieron recibirle. Entonces, se da la decisión del Señor de invitar a todos los pueblos a aceptar a Cristo Jesús como Salvador (la invitación a todos). Hay un requisito para participar en el Reino de Dios (el banquete de bodas

La viña del Señor

Las lecturas de la Misa de hoy nos presentan una de las imágenes usadas en la Sagrada Escritura para referirse al pueblo de Dios: la viña. En el Evangelio (Lc 21, 33-43) el Señor relata una parábola con un significado histórico y doctrinal muy profundo. Te doy unas pistas para su comprensión. 1) El dueño de la viña es Dios Padre que se ha elegido para sí un pueblo. 2) La viña es el pueblo de Israel (Is 5, 7). A este pueblo Dios le concedió muchísimos cuidados que van desde hechos milagrosos hasta enseñanzas particulares. 3) Los enviados son los profetas : recordemos que los profetas no son los que predicen el futuro, sino los que llevan un mensaje de parte de Dios. Los profetas invitaban al pueblo a ser fieles a la Voluntad de Dios, a apartarse del mal y a confiar ciegamente en Dios. Ellos no siempre fueron bien recibidos, de hecho, muchos de ellos fueron perseguidos, maltratados y asesinados. 4) El hijo del dueño es Jesús . En la parábola anuncia su pasión y muerte. 5) La decisión d

Jesucristo y sus sentimientos

En la segunda lectura de la Santa Misa de este domingo (Fil 2, 1-11) escuchamos una enseñanza que fundamenta nuestra condición de cristianos. En primer término, Jesús es Dios. San Pablo afirma sin medias tintas la divinidad de Cristo. No obstante, siendo Dios, por amor a nosotros se hizo hombre, “ se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre ”. Por eso su sacrificio en la cruz y su victoria definitiva con la resurrección tienen un valor infinito. Nunca debemos cansarnos de profesar públicamente que Jesús es Dios, que Jesús nos ama, que Jesús es nuestro Salvador, que Jesús es nuestro Señor. La vida nos será corta para hacerlo suficientemente. San Pablo, además, nos pide

No hay lugar para la deseperanza

La desesperanza o desesperación es la percepción que puede tener un individuo de que no hay ningún tipo de futuro bueno para él. En la vida cristiana es un pecado: es cuando un cristiano afirma que no hay posibilidad de salvación para él. Las lecturas de la Misa de hoy son un grito de Nuestro Señor para decirnos que Él está siempre cerca de nosotros. Siempre. Sólo queda que nosotros hagamos el primer paso. En la primera lectura, el profeta invita a todos a acercarse a Nuestro Señor. No importa qué es lo que se haya hecho en la vida: el Señor es capaz de perdonar todo y aceptar a cada quien. Nadie debe pensar que ha llevado una vida tan mala y desgraciada y por eso no tiene perdón de Dios. El profeta nos lo hace saber: “ Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos, dice el Señor ” (Is 55, 8) En el Salmo Responsorial escuchamos una verdad que debe acompañarnos siempre: No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo in

No está en letra pequeña

Normalmente, en los contratos de servicio hay una serie de condiciones que van escritas es letra pequeña, a veces, muy pequeña. Con la firma, el usuario (se supone) acepta todos los términos y condiciones. Hoy el Señor Jesús nos hace saber una condición para el perdón divino, pero en este caso no va en letra pequeña. El perdón es una práctica cristiana, hoy muy valorada en las terapias psicológicas. El perdón procura la sanación interior al saberse perdonado. Perdonar a otros una ofensa recibida libera el alma de resentimientos, rencores, odio, venganza. Y es por eso que el perdón forma parte de la espiritualidad cristiana. Aún más: Jesús nos enseña hoy que hemos de perdonar siempre, sirviéndose de la imagen: “ No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete ”. No se refiere a que el límite del perdón es 490 veces, sino en que el perdón, al igual que el amor, no debe tener límites. Todavía más: el perdón que Dios nos otorga solo será eficaz en la medida en que nosotros seamos

Los criterios de este mundo

En la segunda lectura de hoy encontramos un consejo de San Pablo que bien podría ser la filosofía que guíe la vida de los cristianos en este momento de la historia. Léela despacito y medítala. Según los estudiosos de los fenómenos sociales, los venezolanos nos hemos dejado influenciar por lo que se llama “la cultura de la imagen”, es decir, que nos dejamos llevar por las apariencias o por los que los medios de comunicación o las redes proyectan como “el modelo de vida”. No debemos rechazar de primera esta afirmación porque, siendo honestos, algo de cierto hay. Es fácil dejarse llevar por los criterios de este mundo y en especial por lo que los medios quieren transmitir como el modelo de vida del ciudadano. De hecho, las famosas modas, algunas que rayan en lo ridículo, son consecuencias de esta cultura. Otra de las manifestaciones de este dejarse llevar por los criterios de este mundo es “el hacer lo que hace todo el mundo”. Si todo el mundo se emborracha los fines de semana, si gastan

Pedro, sobre esta piedra edificaré mi Iglesia

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  a) Toda misión en la Iglesia exige una respuesta personal a Cristo Jesús Añadir título En el Evangelio escuchamos como el Señor sondea a los Apóstoles sobre lo que dicen “las lenguas” sobre Él. Nada mal. De inmediato el Señor pasa al plano personal: “ Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo? ” Es la pregunta siempre actual que nos hace Jesús: Para ti, ¿quién soy Yo? Dependiendo de la respuesta, será nuestra conducta. Si creemos que es un personaje más, si creemos que es alguien grande, si pensamos que es uno entre tantos dioses o si es el Único Dios y Salvador Todopoderoso. Si no lo reconocemos como Pedro como el Hijo de Dios vivo, el Mesías Salvador anunciado desde antiguo, entonces no podremos llamarnos cristianos: “ Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor y con tu corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia y con la boca se reconoce a Jesucristo para alcanzar la salvación ” (Rom, 10,9-10) Sin esa fe en Jesu

Purificación interior

  El pasaje del Evangelio de hoy posee una dificultad para su comprensión. Así que haremos una lectura paso por paso. Pueden encontrarse en él algunos elementos para nuestra vida espiritual. Una mujer cananea (no pertenecía al pueblo de Israel), habiendo escuchado la fama de Jesús llevada por la desesperación, se acerca al Señor para pedir por su hija. El Señor no le presta atención. Los discípulos interceden por ella. ¿Por qué el Señor no la atiende? Una de las razones la escuchamos luego: ella no era israelita y el Señor había sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel. Ella practicaba otra religión y se acercaba a Jesús por interés. Su desesperación hacía que ella buscara cualquier solución para su hija. Esa mujer necesitaba purificación, al igual que muchos cristianos que hoy se acercan al Señor solo porque quieren obtener un beneficio, pero no buscan reconocer su Nombre ni alcanzar un compromiso en su propia vida. Sin un compromiso en su vida, difícilmente recibiría un favor

Arca de la Alianza

 En las lecturas de la víspera de la Asunción de la Virgen, escuchamos un relato solemne del libro de las crónicas: bajo el mando del Rey David, el Arca de la Alianza hace su entrada solemne en la Ciudad Santa, Jerusalén (1Cro 15, 3-4. 15-16; 16, 1-2). En las letanías damos el título de “ Arca de la Alianza ” a la Virgen María. Para comprender el origen y el fundamento, debemos acudir a la historia bíblica. El Arca de la Alianza era un cofre que contenía las tablas de la Ley (los mandamientos que escribió Dios mismo “ con su dedo ”) y otras cosas de gran valor para Israel. Sobre el Arca descansa la presencia de Dios. El pueblo la llevaba consigo donde iba, David la llevó a Jerusalén y Salomón la introdujo en el Lugar Santísimo del Templo de Jerusalén. Como creyentes, sabemos perfectamente que María llevó en su vientre a Dios mismo. La presencia de Dios descansaba en Ella, al igual que el Arca de la Alianza. El relato del libro de la Crónicas narra la entrada del Arca en la Ciudad Santa

El silencio interior

  La primera lectura y el Evangelio de la Misa de este domingo son hermosos y vale la pena que nos detengamos en una reflexión más profunda más allá de las que puedan ofrecer estas líneas o la homilía del sacerdote. Seguramente te ayudará está reflexión.   Hay dos gestos en las lecturas de hoy. Elías estaba en el monte Horeb esperando encontrarse con el Señor. Hubo una serie de fenómenos: un viento huracanado, un terremoto, fuego… en ninguno de ellos estaba el Señor. Cuando sintió una brisa suave, entonces salió de la cueva para encontrar al Señor. Por otra parte, en el Evangelio, después de la multiplicación de los panes, el Señor mandó a sus discípulos que se adelantaran y despidió a la gente. Una vez culminado esto, dice el pasaje del Evangelio que “ subió al monte a solas para orar ”. En el trato con el Señor, especialmente en la oración, se requiere una particular condición. En la tradición cristiana se llama “silencio interior”, es decir, alejar de nosotros todo elemento que

Confianza en la adversidad

Las lecturas de la Santa Misa de hoy son un llamado de atención por una tentación constante que sufrimos los discípulos de Cristo, especialmente en estos tiempos difíciles. Las cosas materiales son necesarias, pero podemos dejarnos llevar por criterios poco cristianos. - En la primera lectura de la Misa, tomada del libro del profeta Isaías, escuchamos una alerta y un mensaje de consuelo. En ese momento, el pueblo de Israel se encontraba en una situación económica difícil. Eso hizo nacer, como resulta explicable, una especie de angustia por el futuro y una desorientación sobre los bienes. El profeta, de parte de Dios, les llama la atención: no dejen que la angustia por los bienes materiales les quite la paz que da la fe y la confianza en Dios. El creyente no saca las cuentas sin Dios porque el Señor es fiel a sus promesas. Usando una frase de los jóvenes de hoy: Dios no te va a dejar morir . Así que no dejes de ser fiel a Dios, aunque te veas en apuros. - El Salmo responsoria