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Con buen corazón en la buena acción

  Llegados al tercer domingo de Cuaresma, la Iglesia nos propone en las lecturas de este domingo muchos temas para nuestra reflexión. Todos ellos nos ayudan a mejorar nuestra vida en Cristo y a dar un testimonio delante de los hombres. En la primera lectura de nuestra Santa Misa, escuchamos la voluntad de Dios para todos los hombres: los 10 mandamientos (Ex 20, 1-17). El cristiano no debe verlos como una suerte de limitación de nuestra libertad; al contrario, hemos de verlos como las señales necesarias para nuestro camino a la felicidad eterna. De la misma manera que las señales de tránsito no limitan la libertad del conductor, sino que le sirven de guía segura para su destino, así también los mandamientos de la ley de Dios. Ya lo escuchamos en el Salmo: “ son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino ”. Sin embargo, no es suficiente el cumplir externamente los mandamientos de la ley de Dios. Es necesario también hacerlo con el mismo espíritu con que Dios quiere que lo ha...

La guía segura

  Desde siempre ha sido una pregunta fundamental en la vida del hombre como ser social: ¿Qué es lo correcto? ¿Qué es lo bueno? ¿Qué es malo? No siempre ha habido una respuesta única. En algunos momentos de la historia (como en el tiempo presente) la bondad o maldad de una acción era calificada según una determinada ideología. Los filósofos de la antigüedad y muchos en el tiempo presente han llegado a la conclusión que no puede ponerse el criterio de bondad o maldad según una determinada ideología, sino que hay que acudir a criterios mucho más objetivos. Con la revelación Dios nos ahorra incertezas e indecisiones cuando nos manifiesta las claves para saber cuando una acción es buena y cuando una acción es mala. Ese gesto del Señor no es vano. La dinámica de la vida puede hacer que en un determinado momento una persona o un grupo de personas considere que hay una mayor bondad o maldad en otro tipo de acciones. Entonces pueden surgir dudas. Y las dudas son normales porque no tenemos t...

No es difícil

  Las lecturas de nuestra Santa Misa de hoy nos proponen una serie de temas para nuestra reflexión, todas ellas profundas y enriquecedoras. Me detendré en uno, que resulta importante por su sencillez: Dios no nos pide imposibles. En el Evangelio (Lc 10, 25-37) una persona, que conocía perfectamente la ley de Israel, se acerca al Señor para ponerlo a prueba. El Señor le responde remitiéndose a su propia ciencia y al responder el doctor de la ley con una frase sencilla, él mismo quedó en evidencia. Y en la primera lectura (Dt 30, 10-14), Moisés dice claramente que el Señor no pide imposibles: “ Estos mandamientos que te doy, no son superiores a tus fuerzas ni están fuera de tu alcance. No están en el cielo, de modo que pudieras decir: '¿Quién subirá por nosotros al cielo para que nos los traiga, los escuchemos y podamos cumplirlos?' Ni tampoco están al otro lado del mar, de modo que pudieras objetar: '¿Quién cruzará el mar por nosotros para que nos los traiga, los escuchemos ...

El egoísmo, negación del amor a Dios y al prójimo

En el Evangelio de nuestra Santa Misa de hoy continúa el acoso a Nuestro Señor Jesucristo. Como el Señor había puesto en evidencia a los saduceos, ahora se acercan los fariseos para ponerlo a prueba. No se les ocurre otra cosa que preguntar a Jesús por algo que se la pasaban discutiendo todo el tiempo: ¿Cuál es el mandamiento más importante de la ley? Y la pregunta tiene algo de razón, porque existían un buen número de preceptos y prohibiciones. Algunos maestros de la ley daban más importancia a algunos y otros maestros afirmaban que eran más importante otros. No existía un acuerdo unánime. Jesús, la Sabiduría de Dios hecha carne, responde con sencillez: “ Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas ”. El primer mandamiento formaba parte de una oración qu...

Lo principal

Para comprender mejor el pasaje del Evangelio de nuestra Santa Misa de hoy, es importante que reparemos en algunos detalles. Los escribas eran unos personajes que tenían como oficio el estudio de la ley. Serían, más o menos, como los abogados de hoy. En los tiempos en que vivió el Señor en Israel había distintos pareceres sobre los mandamientos que aparecen en el Antiguo Testamento. Eran 248 mandamientos y 365 prohibiciones (entre ellos se encontraban los Diez Mandamientos). Algunos pensaban que todos eran importantes, otros decían que algunos eran más importantes que otros. El resultado final es que se daban discusiones entre los diferentes maestros de la ley. No era raro, pues, que un escriba se acercara a Jesús, que tenía fama de Maestro, a preguntarle su opinión sobre cuál de los mandamientos es el más importante. La respuesta de Jesús es sencilla y demoledora: Le recuerda una oración que los israelitas rezaban con frecuencia: el Shemá Israel : “ Escucha, Israel: El Señor, ...

El mandamiento más importante

En el Evangelio de nuestra Santa Misa de hoy sigue la “cayapa” contra Nuestro Señor Jesucristo. Como el Señor había puesto en evidencia a los saduceos, ahora se acercan los fariseos para ponerlo a prueba. No se les ocurre otra cosa que preguntar a Jesús por algo que se la pasaban discutiendo todo el tiempo: ¿Cuál es el mandamiento más importante de la ley? Y la pregunta tiene algo de razón, porque existían un buen número de preceptos y prohibiciones. Algunos maestros de la ley daban más importancia a algunos y otros maestros afirmaban que eran más importante otros. Existía una especie de relativismo moral. Jesús, la Sabiduría de Dios hecha carne, responde con sencillez: “ Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas ”. El primer mandamiento formab...

¡Tú sabes cómo!

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Para comprender mejor el pasaje del Evangelio de nuestra Santa Misa de hoy, es importante que reparemos en algunos detalles. Los escribas eran unos personajes que tenían como oficio el estudio de la ley. Serían, más o menos, como los abogados de hoy. En los tiempos en que vivió el Señor en Israel había distintos pareceres sobre los mandamientos que aparecen en el Antiguo Testamento. Eran 248 mandamientos y 365 prohibiciones (entre ellos se encontraban los Diez Mandamientos). Algunos pensaban que todos eran importantes, otros decían que algunos eran más importantes que otros. El resultado final es que se daban discusiones entre los diferentes maestros de la ley. No era raro, pues, que un escriba se acercara a Jesús, que tenía fama de Maestro, a preguntarle su opinión sobre cuál de los mandamientos es el más importante. La respuesta de Jesús es sencilla y demoledora:

La fe y la vida

Desde hace muchos   años, la Iglesia viene alertando sobre un peligro que se cierne sobre la Iglesia. Ese peligro lo llaman “divorcio entre la fe y la vida”. Este peligro tiene una doble manifestación. La primera manifestación de este divorcio es el no cumplir la Voluntad de Dios con el pretexto de que cada quien puede interpretarlo a “su manera” y que basta solo “muy de cuando en cuando” ir a Misa. Esto es muy grave, porque bien sabemos que la fe si no se vive es muerta, y si no se lleva a la práctica es engañarse, porque a Dios no se le puede engañar. Este llamado de atención lo hace la pluma incisiva de Santiago: “ Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. Pongan en práctica esa palabra y no se limiten a escucharla, engañándose a ustedes mismos ”. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que este divorcio es causa de que muchos no crean en el mensaje de Cristo. La segunda manifestación de este divorcio es la intro...

El egoísmo... ¡cosa mala!

En el Evangelio de nuestra Santa Misa de hoy sigue la “cayapa” contra Nuestro Señor Jesucristo. Como el Señor había puesto en evidencia a los saduceos, ahora se acercan los fariseos para ponerlo a prueba. No se les ocurre otra cosa que preguntar a Jesús por algo que se la pasaban discutiendo todo el tiempo: ¿Cuál es el mandamiento más importante de la ley?. Y la pregunta tiene algo de razón, porque existían un buen número de preceptos y prohibiciones. Algunos maestros de la ley daban más importancia a algunos y otros maestros afirmaban que eran más importante otros.  Jesús, la Sabiduría de Dios hecha carne, responde con sencillez: “ Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas ”.  Y ahora Jesús, nuestro Maestro, nos da una clase magistral:

Sin veneno para el corazón

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Continúa este domingo la cátedra del Maestro y hemos de prestarle atención. En el pasaje del Evangelio de hoy la enseñanza del Maestro es específica y profunda. Parte de la intención de la enseñanza de Jesús es la de purificar el mandato divino de añadiduras humanas.

¡Habla el Maestro!

Las lecturas de la Misa de este domingo son de una belleza única. Podríamos hacer múltiples reflexiones, pero esa es una tarea personal. Sin embargo te dejo una para tu provecho. La primera lectura nos deja muy en claro que la fidelidad a Jesús es una decisión personal insustituible