LA PARÁBOLA DE LOS INVITADOS A LA BODA
La clave para interpretar y conocer el alcance de la parábola del Evangelio de este domingo está en el inicio. En primer lugar, los destinatarios: Jesús quiere hacer llegar, en primer término, el mensaje a los líderes del Pueblo de Israel. Ellos también son destinatarios del mensaje de salvación. En segundo lugar, lo que quiere ilustrar el Señor: El Reino de los cielos.
El Reino de los cielos o el Reinado de Dios es la invitación que Jesús nos hace a seguirle y formar parte del pueblo de Dios.
Dios se eligió un pueblo de entre los descendientes de Abraham y llegado el momento culmen de la historia donde se hizo hombre, los llamó para que aceptaran la salvación en Cristo Jesús (la invitación al banquete de bodas). Los primeros, los hijos del Pueblo de Israel, no quisieron recibirle. Entonces, se da la decisión del Señor de invitar a todos los pueblos a aceptar a Cristo Jesús como Salvador (la invitación a todos).
Hay un requisito para participar en el Reino de Dios (el banquete de bodas). Ese requisito es el traje de fiesta.
¿Qué significa el traje de fiesta? En la Biblia se usa la imagen de vestirse de fiesta para referirse a la conversión y al perdón que Dios otorga, así por ejemplo en Zac 3, 4-5 o en la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 22). San Pablo, en múltiples pasajes de sus cartas habla de “revestirse del hombre nuevo” como una imagen de haber dejado los vicios y el pecado atrás, y con la gracia de Cristo, recibida en el bautismo, asumir una vida nueva en santidad. Finalmente, el libro del Apocalipsis, al hablar de la esposa del Cordero, dice que la han vestido con traje de “lino fino, limpio y brillante; porque ese lino es la recta conducta del pueblo santo” (Apoc 19, 8).
¿Qué significa el traje de fiesta? El cristiano que quiera participar del banquete del reino de Dios, de la gloria del Paraíso, debe dejar atrás la vida del pecado, y en la gracia de Cristo Jesús, llevar una vida en santidad cumpliendo los mandamientos del Señor sin hipocresías. Ese es el traje de fiesta, es nuestro traje de fiesta.
Nosotros también somos invitados a esa boda, a formar parte del Reino de los cielos. Eso implica que debemos dejar atrás los trajes del hombre viejo, para revestirnos del traje de fiesta de la gracia de Dios, del seguimiento a Cristo, de la Santidad.
Dios te bendiga.
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