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Mostrando las entradas etiquetadas como Confianza

La esperanza que nace de la fe

 Las lecturas de nuestra Santa Misa de este domingo nos invitan a considerar la esperanza cristiana. Esta esperanza no es como la humana que es un deseo muy fuerte de que ocurra algo extraordinario. La esperanza cristiana es la certeza de lo que Dios nos ha dicho y prometido. En la primera lectura, del libro de la Sabiduría (18, 6-9), el autor teje una alabanza de sus antepasados: Dios les había concedido al Pueblo de Israel ver el cumplimiento de algunas cosas para que el mismo Pueblo reconociera “la firmeza de las promesas en que habían creído”. Es Dios mismo quien había hablado y su Palabra no falla. La segunda lectura de la carta a los Hebreos (11, 1-2. 8-19) ensalza la fe de los patriarcas que tenían una fe tal que estaban dispuestos a hacer la voluntad de Dios, por muy absurda que pudiera parecer a los ojos humanos. De hecho, ellos estaban seguros de lo que esperaban, porque esa esperanza nace de la fe: Dios les había dicho y ellos estaban ciertos en esas promesas. Porque cre...

No hay santo sin pasado ni pecador sin futuro

 Hoy que el día del Señor coincide con la celebración de la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, se nos presenta la oportunidad inmejorable de reflexionar sobre un defecto que se ha introducido en el imaginario de los fieles cristianos. Muchos hermanos nuestros piensan, erróneamente, que para acercarse al Señor y formar parte de la Iglesia peregrina hay que ser puros e inmaculados desde el vientre de la madre (o algo así). Y habrá que repetir, como en su momento dijo el Papa Francisco, que en la Iglesia hay lugar para todos. La solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo nos ofrece la oportunidad de rectificar ese pensamiento erróneo. La Sagrada Escritura da razón de que las hoy columnas de la Iglesia tuvieron un pasado nocivo. San Pedro era un sujeto iracundo y apasionado. Fue de los primeros seguidores de Jesucristo, pero desconfió a la hora de caminar sobre el mar, quiso apartarlo de su misión a tal punto de que el Señor le llamó Satanás, le cortó una oreja a u...

También nosotros podemos hacerlo...

 Este domingo, en la lectura del Evangelio (Jn 2, 1-11) escuchamos el pasaje de las Bodas de Caná, en el que el Señor Jesús, a petición de su Madre, realiza el primer milagro, aunque el momento de dar su testimonio público no había llegado. La riqueza del pasaje se acrecienta cuando reparamos en los detalles. Se trata de una celebración nupcial a la que habían sido invitados María y José, con lo cual eran personas cercanas a ellos. Las fiestas de bodas, en la época en que el Señor peregrinó en medio de los hombres, tenía una importancia social. Se trataba de dar un testimonio público del amor de los esposos, de su alianza, y de compartir la alegría con sus parientes y allegados. Las fiestas de las familias pudientes podían durar un par de días, las de los que tenían menos recursos eran mucho más sobrias. Y, el caso de unas familias de modestos recursos que improvisamente se vieran superados en las estimaciones de las personas invitadas, significaba pasar un momento desagradable, qu...

La esperanza a la que nos llama

 En la segunda lectura de la Santa Misa de hoy escuchamos un pasaje de la carta a los Efesios (1, 3 – 6. 15 – 18) en el que escuchamos una oración de alabanza de San Pablo y una oración de bendición: “ el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de sus corazones para que comprendan cuál es la esperanza a la que nos llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos ”. Hace menos de dos semanas celebramos con alegría cristiana el Nacimiento del Señor Jesús. Jesús hace el anuncio del Reinado de Dios: si reconoces a Jesús como Dios y hombre verdadero, aceptas la salvación que te ofrece, tu vida adquirirá un significado nuevo, alcanzarás la vida eterna y tendrás la certeza de que el mal (el pecado y la muerte) no tienen ni tendrán la última palabra. En la oración de bendición de San Pablo, pide que el Señor ilumine nuestros corazones para que comprendamos la esperanza a la que nos...

Fe

 Dice la carta a los Hebreos que la fe es "fundamento de lo que se espera y garantía de lo que no se ve" (Heb 11, 1). Una gran parte de los eventos que se narran en la Sagrada Escritura tienen que ver con la fe en la promesa del Señor, que no verían inmediatamente, sino que habrían de esperar su cumplimiento. En la primera lectura escuchamos, por ejemplo, como el profeta anuncia que será Belén el lugar que vería el nacimiento del Mesías prometido por Dios (Mi 5, 1-4). Porque el fiel cree en Dios y cree a Dios, entiende perfectamente que cuando el Señor ha anunciado algo, eso se cumplirá. Esa certeza nace no de una convicción científica ni tampoco de un razonamiento infalible. Esa certeza nace de la convicción en el corazón de un hombre de que el Señor es veraz, no puede engañarse ni puede engañarnos. Y cuando un fiel tiene esa certeza en el corazón, recibe las alabanzas de los demás.  Isabel había experimentado en sí el poder de Dios. Cuando su pariente, María, le visita, vue...

Vamos a resucitar

  Nosotros, los cristianos católicos, en nuestra profesión de fe, creemos firmemente como verdadero que al final de los tiempos todos hemos de resucitar. Lo recitamos en el credo cuando decimos: "creo en la resurrección de los muertos". Prácticamente, en la totalidad de las religiones existe la convicción de que hay una vida después de esta vida. Ahora, nos diferenciamos de esas religiones porque creemos, además, en el juicio final y en la resurrección para la vida futura. Básicamente, seremos quienes somos ahora, pero sin las limitaciones propias de lo material: no nos vamos a enfermar, ni tendremos hambre ni sed; tampoco nos vamos a cansar y tendremos el mayor motivo para estar felices que no es otra cosa que estar con Cristo Jesús. Ahora bien, nuestro Señor Jesucristo nos ha enseñado también que este mundo, tal cual lo conocemos, va a tener un fin. Y el final de este mundo va a coincidir con su segunda venida. El Señor se sirve del modo de hablar de su época para hac...

Confiar en Dios en lo que hacemos

 Una actitud necesaria en el creyente es la confianza en Dios, especialmente cuando implica un sacrificio personal. Y las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre ese particular. En la primera lectura (1Re 17, 10-16) escuchamos como el profeta pide a una viuda en Sarepta que le dé de comer, cuando apenas ella tenía para sí y para su hijo. Ante la razonable queja de la viuda, el profeta le pide que tenga confianza en el Señor, que no la abandonará en este momento difícil. Dice el pasaje que no le faltó a la viuda la harina y el aceite suficiente para superar la hambruna de aquellos días.  En el Evangelio (Mc 12, 38-44) escuchamos como el Maestro teje una alabanza de una pobre viuda que deja una pequeña ofrenda en la alcancía del Templo de Jerusalén, pequeña a los ojos de los hombres, pero grande a los ojos de Dios. Se deja entrever, en las palabras del Señor, que esa viuda ha hecho un gran sacrificio para dejar esas pocas monedas. Ciertamente nosotros en nuestra vida nos...

Dios se encarga del resto

La Palabra de Dios tiene como uno de sus centros principales el recordarnos que el Señor nos ama. Ese convencimiento debe acompañarnos siempre: Dios Todopoderoso nos ama tanto que nos ha dado a su Hijo en expiación por nuestras faltas (1Jn 4, 10). Y el segundo polo del mensaje del Señor es: aceptado el mensaje de salvación, confía en Nuestro Padre aun cuando parezca que todo lo tienes cuesta arriba.  Hoy, sea la primera lectura (2Re 4, 42-44) que el Evangelio de nuestra Santa Misa (Jn 6, 1-15), nos invitan a considerar este aspecto de nuestra vida: si Dios nos pide que hagamos algo, hagamos lo que podemos. El Señor se encargará del resto. Los cálculos humanos son inevitables. Los apóstoles que hicieron una cuenta rápida, y no por maldad, sino para hacerle saber al Señor que les estaba pidiendo algo prácticamente imposible. Y Nuestro Señor aprovecha para darles una lección: el Maestro les pide que hagan lo que puedan, que Él se encargará del resto.  La situación era compleja po...

Anunciar a Cristo con confianza

 Las lecturas de nuestra Santa Misa de hoy son una invitación para que consideremos una parte importante de nuestra vocación de seguimiento a Cristo. No es otra cosa que poner en práctica el mandato de Cristo Jesús de anunciar a todos el mensaje de salvación. Sea la primera lectura (Amós 7, 12-15) que el Evangelio de nuestra Misa (Mc 6, 7 - 13), escuchamos la voluntad de Yahvé de mandar a Amós a predicar, por una parte, y la voluntad de Cristo Jesús de enviar a sus discípulos a llevar el mensaje a los pueblos de Israel, por otra. En ambos casos debemos prestar atención a un detalle: no existe ningún requisito especial para anunciar a Cristo Jesús. Amós era una persona que trabajaba en el campo, de hablar rudo y directo. Levantó tantas ronchas que Amasías, el sacerdote que cuidaba el templo cismático de Bethel, le increpó para que se fuese lejos.  En el Evangelio escuchamos una lección añadida de Nuestro Señor: manda a sus discípulos a predicar, pero les pide que no lleven nada...

El símil de la tormenta

 Las lecturas de este domingo son una clara invitación para que nosotros veamos la realidad y la experiencia de nuestra vida con otros ojos. Como escuchamos en la segunda lectura (2Co 5, 14-17), para los que hemos abrazado la fe en Cristo Jesús todo es nuevo. San Pablo nos invita a juzgar todas las cosas no solo con criterios humanos sino también con los criterios de la fe. De esta manera, el cristiano entiende que no todo está bajo su control y que no puede disponer de todas las cosas según su voluntad. Es necesario que entendamos que hay cosas que están fuera de nuestro dominio. Tal vez los momentos que nos llenan más de preocupación son aquellas que suponen de algún modo algún peligro para nosotros. Es tal vez el momento en que nos sentimos más vulnerables y es la ocasión más propicia para que nos acordemos de que hay Alguien que está por encima de todo y que es Todopoderoso. Y es eso precisamente lo que escuchamos en el Evangelio de nuestra Santa Misa (Mc 4, 35-41). El símil má...

La fortaleza que da la confianza

 Si hay una experiencia que se ha globalizado en los últimos años es la experiencia de la adversidad. Desde el año 2020 la humanidad ha ido experimentando una serie de variables que han hecho que el grueso de los seres humanos se haya visto en una situación que no podía prever. La pandemia y las consecuencias económicas que trajo, hizo que muchísimas personas quedaran sin su medio de sustento. Y a eso podríamos ir sumando otras causas, la última de ellas son las guerras. Hay países que, por diversos motivos entre ellos el político, están pasando una situación de necesidad permanente que ha generado unas grandes olas de emigración. Las personas que emigran sienten muy de cerca el peso de la soledad y la angustia de la incertidumbre. El hecho es que un grandísimo porcentaje ha tenido que experimentar la penuria, la carestía, la incertidumbre y la adversidad. Todas esas experiencias pueden causar que el alma pierda la paz y que los fieles hijos de Dios se desanimen. Muy por el contrar...

Tranquilícense y no teman

 Un relato muy edificante que puede ayudarnos a comprender mejor el pasaje del Evangelio que escuchamos en nuestra Santa Misa de hoy (Mt 14, 22-33). Se trata de un niño que iba en un avión. En pleno vuelo, apareció la señal de ponerse el cinturón de seguridad y, segundos después, el avión entró en zona de turbulencia. Los pasajeros entraron en estado de pánico excepto el niño que se mostraba bastante tranquilo. Pasada la turbulencia, el pasajero que estaba al lado del niño, al notar su tranquilidad, le preguntó si no había sentido miedo a lo que el niño respondió serenamente: “ no ”. El pasajero, maravillado por esa respuesta, le preguntó la razón por la cual no había sentido miedo y la respuesta del niño fue demoledora: “ Porque mi papá es el piloto de este avión ”. Es seguro que a lo largo de nuestra vida vamos a experimentar momentos muy difíciles que pueden hacernos zozobrar. Sin duda alguna es una respuesta muy natural. Pero los discípulos de Cristo Jesús tenemos unas motivaci...

He will come back

 Hoy en muchos lugares del mundo celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor a los cielos. Pasados los cuarenta días de su Resurrección, el Señor vuelve nuevamente donde el Padre. Para ello, los evangelistas se sirven de la imagen de "subir a los cielos". Y eso lo profesamos en el credo. De las lecturas de la Santa Misa de hoy podemos sacar en claro tres cosas que nos ayudan en nuestra experiencia del seguimiento a Cristo.  El Señor asciende al cielo. Con ello nos enseña nuestro Señor Jesucristo que nuestro destino es y debe ser la casa del Padre. Es por ello que todo creyente debe tener presente en todo momento que las actividades de nuestra vida deben mirar a la eternidad. Y donde ha llegado Él también podemos y debemos llegar nosotros. Nuestro Señor Jesucristo es el intercesor más poderoso ante el Padre. Profesamos en el credo que Él subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre. La Iglesia nos enseña que Jesucristo es el mediador entre Dios y los hombres...

Mirar al futuro con confianza

  Las lecturas del Evangelio de hoy nos ofrecen unos contenidos muy profundos de los que cada quien puede obtener reflexiones de mucho provecho. No obstante, quiero compartir contigo dos ideas. La primera lectura de nuestra Santa Misa (Is 35, 1-6a. 10) nos invita a hacer nuestra la esperanza cristiana en la victoria definitiva de Cristo Jesús. El profeta anuncia a Israel que las dificultades del tiempo presente son pasajeras y que el alma del creyente debe confiar en que el Señor pagará con creces la fidelidad: Volverán a casa los rescatados por el Señor, vendrán a Sión con cánticos de júbilo, coronados de perpetua alegría; serán su escolta el gozo y la dicha, porque la pena y la aflicción habrán terminado . Esa es la certeza que acompaña a los creyentes en Cristo Jesús. Nosotros tenemos la conciencia de que esta vida no es ni será perfecta, sino que estará llena de adversidades y dificultades junto con momentos de gozo y alegría. Ahora bien, esa esperanza cristiana, para pode...

La oración de intercesión

En las lecturas de la Santa Misa de hoy escuchamos una de las prácticas que siempre ha existido en nuestra fe y que, en la vivencia de los creyentes, está siendo olvidada. Se trata de la oración de súplica o de intercesión. La oración de intercesión es la petición que elevamos ante Dios en favor de otro (Catecismo de la Iglesia Católica 2635).  En la primera lectura, del libro del Génesis (18, 20-32), escuchamos el pasaje donde Abraham intercede ante Dios por una ciudad que sería destruida por la forma inmoral de vivir que existía en ella. Es, sin duda alguna, el mejor ejemplo de lo que significa la oración de intercesión: Abraham eleva continuamente la súplica al Señor para obtener su favor. En el Evangelio de hoy (Lc 11, 1-13) escuchamos el pasaje donde el Señor Jesús, después de enseñarnos la oración del Padre Nuestro, nos propone la parábola del amigo inoportuno. Termina diciendo el Maestro: “ Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser...

Anunciar con la confianza puesta en el Señor

 El Evangelio de hoy (Lc 10, 1-12. 17-20) es muy rico en ideas, al referirse al anuncio del mensaje de salvación de nuestro Señor. Comienza el evangelio de nuestra Santa Misa con una frase que habremos escuchado miles de veces a lo largo de nuestra vida: “ La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos ”. Y todos estamos más que claros en que el dueño de los campos es Dios mismo y que nunca habrá suficientes personas que anuncien el mensaje de salvación. Es un deber de todo cristiano pedir por los sacerdotes, por los religiosos y misioneros, y que nunca falten vocaciones a su Iglesia. Ahora, bien, como nos recuerda la Santa Madre Iglesia, es un deber de todo cristiano anunciar el mensaje de Cristo, cada cual según su propia condición. Y es, en este punto, donde los seguidores de Cristo Jesús se muestran reacios, a veces con excusas bastante ridículas. Todos, absolutamente todos, podemos y debemos dar testimo...

Para responder bien, debes confiar en Jesús

Las lecturas de nuestra Santa Misa tienen un hilo conductor. Podríamos resumirla en tres palabras: llamada, respuesta, confianza. La llamada : Lo sabemos todos y lo sabemos bien. Jesús nos quiere hacer partícipes de su reino y se presenta a nosotros y nos llama. No a todos de la misma manera, no a todos para la misma misión en el mundo, no todos en el mismo momento de la vida. El Maestro habla con sencillez y nos invita a asumir un modo de vivir que da un sentido nuevo, diferente, a nuestra vida. Y en ese modo de vivir, Cristo Jesús ocupa un lugar privilegiado: su palabra, su persona, el trato con Él se convierten en fuente de inspiración, consuelo y alegría. Jesús nos llama como a Isaías (6,1-2a.3-8) o como a Pedro (Lc 5,1-11). La respuesta : Es el resultado de la libertad más absoluta. Nadie ama obligado, nadie quiere a alguien a la fuerza. Ante la invitación que nos hace el Señor se requiere la libre aceptación de su propuesta y un sí libérrimo. A eso se llama fe: el obsequio religi...

Hagámosle caso a Mamá...

El Evangelio de hoy nos presenta el pasaje conocido como “las Bodas de Caná”, que nos relata una acción prodigiosa de Nuestro Señor de transformar el agua en vino, de gran calidad y en gran cantidad. El relato es rico en detalles: Los recién casados se habían quedado sin vino en plena fiesta. María se da cuenta del apuro en que se encontraban. María intercede ante su Hijo para poner remedio a la afrenta de los recién casados. Jesús le responde con algo de dureza a su Madre. No obstante este gesto, María confía en su Hijo, por eso su acto de intercesión no se detiene en la respuesta de Jesús.  María dice a los camareros una frase que no perderá jamás su vigencia: «Haced lo que él os diga». No cabe ninguna duda que tenemos un cariño inmenso por nuestra Madre, pero nuestra vida como creyentes –ya lo reflexionamos en otras ocasiones– solo tiene sentido cuando ponemos a Jesucristo en el centro. Y eso nos lo enseña nuestra Madre al recordarnos, hasta el fin de los tiempos, la razón de se...

Todos podemos ser Jairo

El Evangelio de nuestra Misa de hoy (Mc 5,21-43) nos muestra dos caras de la experiencia que todos los seres humanos tenemos. Se trata de la experiencia del mal, en este caso, el mal físico. En primer lugar, tenemos a la hemorroísa, quien experimenta en primera persona una enfermedad que le ha causado un gran daño por mucho tiempo. En segundo lugar, tenemos a Jairo cuya alma se siente agobiada por el mal que le aqueja a una persona muy querida: su hija. Ambos se acercan al Señor. La primera, con la con la esperanza de ser sanada. El segundo, para pedir una gracia para su hija que ve cercana a la muerte. Me detendré un momento en la persona de Jairo. Jairo se acerca a Nuestro Señor. Le pide la sanación de su hija. Jesús tarda un poco en atenderlo por el encuentro con la hemorroísa. En ese lapso breve, le dicen a Jairo que su hija ha fallecido y las personas, supuestamente amigas, intentan apartarle del Señor. El Maestro, no obstante la noticia, pide a Jairo que confíe en Él: « No temas;...

No todo está bajo nuestro control

 Una de las grandes mentiras que ofrecen algunos “gurú” y con frecuencia se ve en las redes sociales, es hacer creer a las personas que ellos tienen el control de todas las cosas que ocurren. Y la experiencia se encarga de convencernos de lo contrario. Ciertamente, Dios nos hizo libres y con unas facultades para que pudiéramos ejercer el dominio sobre las cosas. Inteligencia para comprender la realidad, voluntad para llevar a cabo nuestras intenciones. Ahora bien, no todo depende de nosotros. La vida nos enseña que hay variables que no están bajo nuestro dominio y que, inevitablemente, influyen en nosotros. Unas veces, el impacto es pequeño; otras veces, el impacto es mayúsculo. Especialmente éstas últimas producen un gran efecto en nuestro ánimo. Eso lo suelen llamar “la experiencia del fracaso”. Y cuando nos afectan personalmente, es decir, nuestra existencia vital suele denominarse “tribulación”. Son los momentos de tribulación los que nos dan la convicción de que las cosas nos ...