La confianza que distingue al cristiano
En un mundo donde cada día se impone la desconfianza por el mal proceder de otros, el Evangelio indica que el creyente ha de tener una confianza en Jesús, Palabra del Padre.
La confianza cristiana es algo difícil de entender para el mundo moderno: se trata de creer, esperar, de tener fe en Dios que nunca defrauda. Las lecturas de la Santa Misa de hoy son una muestra de como ha de distinguirse la confianza del creyente.
En la primera lectura (2Sam 7, 1-5.8-12.14.16) David, el rey, quiere construir un templo magnífico para Yahweh y le dice al profeta que pregunte a Dios. El profeta responde de inmediato: ¡Claro que sí! Después Yahweh hace saber al profeta que no será David sino un hijo suyo, y además le promete que un hijo suyo (Jesús) se sentará en su trono para siempre.
Lejos de entristecerse o desesperarse, David se alegra. No lo verá él, pero confía en las promesas de Dios y ¡eso es motivo más que suficiente para estar alegre!
En el evangelio de hoy (Lc 1, 26-38), el ángel Gabriel lleva el anuncio de parte de Dios: será la Madre del Mesías, Dios hecho hombre, dando cumplimiento a lo que ha esperado desde siglos el Pueblo de Israel. Hay un detalle que propone María: ella ha decidido permanecer virgen y el Ángel le hace saber que Dios se encargará de eso, porque “no hay nada imposible para Dios”.
Suena asombroso e increíble. Pero María confía: cúmplase en mí lo que me has dicho.
Hoy el cristiano debe confiar en el Señor y su Palabra. El mundo nos llamará locos, fanáticos, fundamentalistas y otros epítetos más. No importa. Nosotros no ponemos nuestra confianza en el reconocimiento de los demás, ni en la probabilidad estadística ni en lo lógico de la propuesta. Ponemos nuestra confianza en Cristo que no puede ni engañarse ni engañarnos.
Jesús nos ha dicho que si cumplimos sus mandatos y sus enseñanzas seremos felices con Él. Y yo confío porque creo en Él. La Palabra nos enseña que, en la adversidad, todo lo podemos en Cristo Jesús que nos fortalece para cumplir el mensaje del Evangelio (Rm 16, 25). Y yo confío porque creo en Él.
Confiamos como David, confiamos como María, confiamos como los Apóstoles. Dios nos bendiga.
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