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Derribando muros

  Hoy escuchamos el Evangelio conocido como el pasaje de la Samaritana (Jn 4, 5-42). El Señor, de paso por Samaria, se acerca a un pozo y pide agua a una enemiga ideológica de los judíos. Y tiene lugar entonces un diálogo precioso y muy profundo. Las razones por la que nació la secta de los samaritanos obedecieron a razones políticas y eso devino en una enemistad histórica entre samaritanos y judíos. Y aun cuando compartían la misma fuente de la revelación -la Palabra- el resentimiento histórico podía más que la obediencia a la Palabra de Dios. Sólo cuando la samaritana, que llevaba una vida alejada de la voluntad de Dios, depuso esa rivalidad y resentimiento históricos pudo ser capaz de abrir su corazón a un encuentro con Jesús. Al igual que la Samaritana, hoy muchos hermanos, aun teniendo la buena intención de creer en Dios, su vida y sus resentimientos les impide tener un encuentro intensivo con Jesús. Eso no deja que Jesús ilumine todas las realidades de sus vidas y pueda Jesús...

¿Qué nos enseña el pasaje de la Samaritana?

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Este pasaje que narra el encuentro de Jesús con una mujer de Samaría (Jn 4,5-42) es uno de los más profundos desde el punto de vista humano y espiritual. La Samaritana es una mujer con buenos sentimientos, pero por diversos motivos ha llevado una vida algo dispersa, tanto que llevaba una vida en concubinato y tenía el corazón lleno de una rivalidad histórica: guardaban un rencor a los judíos. El hecho de que esta mujer viviera esta vida tan difícil no fue un obstáculo para un encuentro con Jesús que cambia la vida. Notemos que el diálogo no comienza hablando directamente de la conversión y el cambio de vida sino con un hecho perfectamente humano: “ Dame de beber ”. De esa situación, el Señor pasa a lo más noble y sublime: “ El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed ”. De ahí en adelante fue una experiencia de Dios que fue compartida con los otros vecinos. Tal era el encanto que le rogaron que se quedara con ellos. Hay que reconocer algo en la Samaritana: tien...

La plenitud de todos los ahnelos

Para que podamos entender la riqueza de este pasaje, tomemos en consideración dos detalles: a) el primero, había una rivalidad histórica entre los Samaritanos y los judíos. Cuando se separaron los reinos después de la muerte del rey Salomón, el rey de las tribus del norte estableció el Monte Garizim como lugar de culto para evitar que los súbditos fueran al Templo de Jerusalén. b) El Señor Jesús tenía trato con las mujeres, puesto que muchas de ellas le acompañaban. La extrañeza de los apóstoles era que hablara con ella sin la compañía de otras personas. Se refiere a las costumbres de la época, fruto de las enseñanzas de los rabinos, que tenían un trato “diferenciado” con las mujeres. En otras palabras, al Señor no le importan los convencionalismos sociales, lo que piensen los demás. Este pasaje que narra el   encuentro de Jesús con una mujer de Samaría, es uno de los más profundos desde el punto de vista humano y espiritual. La Samaritana es una mujer con buenos sentimi...

Despojarnos de nuestros prejuicios

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A Jesús le importan todas las almas. La de cada uno. Y Él siempre está dispuesto a tener un encuentro con todos, con cada uno. Normalmente, el primer gran obstáculo para tener un encuentro liberador y sanador con Jesús, es cada uno. Y no es extraño que sea así. Llevados por un extraño ideal de perfeccionismo, los seres humanos nos convertimos en críticos implacables de los demás y jueces misericordiosos con uno mismo. Rechazamos admitir nuestros defectos y buscamos cualquier tipo de excusas para justificarlos. En ese ejercicio de buscar excusas, vamos elaborando nuestros propios prejuicios. Un prejuicio es la opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal. Muchos de los que no quieren acercarse a Jesús lo hacen por prejuicios. Como la Samaritana: 1) Tú eres judío y yo soy samaritana. 2) No tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo. 3) Nosotros adoramos a Dios en este monte y ustedes dicen que es en Jerusalén. 4) Cuando ven...

La Plenitud de todo anhelo

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Este pasaje que narra el   encuentro de Jesús con una mujer de Samaría, es uno de los más profundos desde el punto de vista humano y espiritual. La Samaritana es una mujer con buenos sentimientos pero por diversos motivos ha llevado una vida algo dispersa, tanto que llevaba una vida en concubinato y tenía el corazón lleno de una rivalidad histórica: guardaban un rencor a los judíos. El hecho de que esta mujer viviera esta vida tan difícil no fue un obstáculo para un encuentro con Jesús que cambia la vida.