Derribando muros
Hoy escuchamos el Evangelio conocido como el pasaje de la Samaritana (Jn 4, 5-42). El Señor, de paso por Samaria, se acerca a un pozo y pide agua a una enemiga ideológica de los judíos. Y tiene lugar entonces un diálogo precioso y muy profundo. Las razones por la que nació la secta de los samaritanos obedecieron a razones políticas y eso devino en una enemistad histórica entre samaritanos y judíos. Y aun cuando compartían la misma fuente de la revelación -la Palabra- el resentimiento histórico podía más que la obediencia a la Palabra de Dios. Sólo cuando la samaritana, que llevaba una vida alejada de la voluntad de Dios, depuso esa rivalidad y resentimiento históricos pudo ser capaz de abrir su corazón a un encuentro con Jesús. Al igual que la Samaritana, hoy muchos hermanos, aun teniendo la buena intención de creer en Dios, su vida y sus resentimientos les impide tener un encuentro intensivo con Jesús. Eso no deja que Jesús ilumine todas las realidades de sus vidas y pueda Jesús...