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Mostrando entradas de junio, 2021

Todos podemos ser Jairo

El Evangelio de nuestra Misa de hoy (Mc 5,21-43) nos muestra dos caras de la experiencia que todos los seres humanos tenemos. Se trata de la experiencia del mal, en este caso, el mal físico. En primer lugar, tenemos a la hemorroísa, quien experimenta en primera persona una enfermedad que le ha causado un gran daño por mucho tiempo. En segundo lugar, tenemos a Jairo cuya alma se siente agobiada por el mal que le aqueja a una persona muy querida: su hija. Ambos se acercan al Señor. La primera, con la con la esperanza de ser sanada. El segundo, para pedir una gracia para su hija que ve cercana a la muerte. Me detendré un momento en la persona de Jairo. Jairo se acerca a Nuestro Señor. Le pide la sanación de su hija. Jesús tarda un poco en atenderlo por el encuentro con la hemorroísa. En ese lapso breve, le dicen a Jairo que su hija ha fallecido y las personas, supuestamente amigas, intentan apartarle del Señor. El Maestro, no obstante la noticia, pide a Jairo que confíe en Él: « No temas;

No todo está bajo nuestro control

 Una de las grandes mentiras que ofrecen algunos “gurú” y con frecuencia se ve en las redes sociales, es hacer creer a las personas que ellos tienen el control de todas las cosas que ocurren. Y la experiencia se encarga de convencernos de lo contrario. Ciertamente, Dios nos hizo libres y con unas facultades para que pudiéramos ejercer el dominio sobre las cosas. Inteligencia para comprender la realidad, voluntad para llevar a cabo nuestras intenciones. Ahora bien, no todo depende de nosotros. La vida nos enseña que hay variables que no están bajo nuestro dominio y que, inevitablemente, influyen en nosotros. Unas veces, el impacto es pequeño; otras veces, el impacto es mayúsculo. Especialmente éstas últimas producen un gran efecto en nuestro ánimo. Eso lo suelen llamar “la experiencia del fracaso”. Y cuando nos afectan personalmente, es decir, nuestra existencia vital suele denominarse “tribulación”. Son los momentos de tribulación los que nos dan la convicción de que las cosas nos supe

No es una carrera de velocidad...

 En el Evangelio de hoy escuchamos unas sencillas palabras del Señor para enseñarlos qué cosa es el Reino de Dios. En otras ocasiones hemos tenido la oportunidad de reflexionar que el reinado de Dios es bastante peculiar: Jesús reina solo en aquellas personas que lo aceptan como su Rey. Cuando una persona reconoce a Jesús como su Salvador y le hace el obsequio de su corazón, entonces esa persona pasa a formar parte del reinado de Dios. En el Evangelio, el Señor usa dos ejemplos. El primero se refiere a un hombre que siembra en un campo y que poco a poco va creciendo la cosecha hasta que llega la siega. El segundo ejemplo se refiere a un grano de mostaza que después de sembrado crece hasta convertirse en la planta más alta grande del huerto. Son dos imágenes que sirve para nuestra reflexión. En el primer ejemplo, la referencia es el hombre que siembra. Se trata de todo fiel que anuncia el Evangelio. El resultado de su acción no es perceptible inmediatamente, sino que requerirá tiempo pa

El Señor quiere nuestra iniciativa

Hoy celebramos en casi toda la Iglesia la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Hoy es un día en que los fieles recordamos, meditamos y celebramos la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Las lecturas de hoy, hermosas por demás, tienen una nota común. El Señor quiere nuestra iniciativa. Si nosotros no queremos acercarnos a Él, no podremos recibir la riqueza que nos ofrece, es decir, Él mismo. En la primera lectura (Ex 24, 3-8) escuchamos como el pueblo de Israel manifiesta “ Haremos todo lo que dice o manda el Señor ” y solo después de esa disposición se sella la Alianza entre Yahweh y el pueblo. En la segunda lectura, el autor de la carta a los Hebreos (9, 11-15) describe la grandeza de la persona de nuestro Señor Jesucristo y el poder de su sacrificio por los hombres como Sumo Sacerdote. Aunque su poder es infinito, es necesario que cada uno responda al llamado del Señor: “ así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna ”. No