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Mostrando las entradas etiquetadas como Fe

NO TODOS ESTÁN DE ACUERDO CON EL MENSAJE DE CRISTO JESÚS

  Las lecturas de la Santa Misa de hoy parecieran no tener un hilo conductor, en cambio sí la tienen. Hoy las lecturas nos invitan, entre otras cosas, a considerar el hecho de que no todos los hombres darán la misma respuesta a Cristo Jesús. Fundamentalmente, la fe es una respuesta que da la persona. Es sobre todo un acto de la voluntad: La fe es la decisión de aceptar como verdadero el mensaje de salvación de Cristo Jesús y de ponerlo en práctica en nuestra vida. No debe asombrarnos, entonces, que, ante una misma realidad, algunos la juzguen como positiva y otros, en cambio, como perniciosa. Así, ante el mensaje del profeta Jeremías, algunos lo aceptaban como un mensaje de parte de Dios, mientras que otros lo rechazaban porque ponían evidencia su mala actitud y su mal obrar. La consecuencia: utilizaron todo su poder e influencias para acabar con Jeremías (Jr 38, 4-6. 8-10). La diversidad de respuestas ante el mensaje de Cristo tiene una consecuencia inevitable. La escuchamos en el...

La esperanza que nace de la fe

 Las lecturas de nuestra Santa Misa de este domingo nos invitan a considerar la esperanza cristiana. Esta esperanza no es como la humana que es un deseo muy fuerte de que ocurra algo extraordinario. La esperanza cristiana es la certeza de lo que Dios nos ha dicho y prometido. En la primera lectura, del libro de la Sabiduría (18, 6-9), el autor teje una alabanza de sus antepasados: Dios les había concedido al Pueblo de Israel ver el cumplimiento de algunas cosas para que el mismo Pueblo reconociera “la firmeza de las promesas en que habían creído”. Es Dios mismo quien había hablado y su Palabra no falla. La segunda lectura de la carta a los Hebreos (11, 1-2. 8-19) ensalza la fe de los patriarcas que tenían una fe tal que estaban dispuestos a hacer la voluntad de Dios, por muy absurda que pudiera parecer a los ojos humanos. De hecho, ellos estaban seguros de lo que esperaban, porque esa esperanza nace de la fe: Dios les había dicho y ellos estaban ciertos en esas promesas. Porque cre...

Responsables de la tradición

  Hoy que celebramos la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo – Corpus Christi – es obligatorio recordar nuestra fe en la presencia real de Jesús en la Eucaristía. La Iglesia, desde siempre, ha creído firmemente que, después de las palabras de la consagración por el sacerdote sobre las especies de pan y vino, Nuestro Señor Jesucristo se hace presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. San Pablo da testimonio de que lo que hoy llamamos la Santa Misa tiene su origen en el mismo Jesucristo, en su última cena pascual con los discípulos: “Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido” (1Co 11, 23). Y el contenido de la fe, de nuestra fe, se transmite de generación y es la comunidad de creyentes la responsable de transmitir lo que hemos recibido. Eso se llama tradición. Quiero precisar un poco más: no solo es la Iglesia como institución, sino también la Iglesia como comunidad de fieles. Y es en este sentido en el que podemos afirmar que todos los creyentes somos res...

También nosotros podemos hacerlo...

 Este domingo, en la lectura del Evangelio (Jn 2, 1-11) escuchamos el pasaje de las Bodas de Caná, en el que el Señor Jesús, a petición de su Madre, realiza el primer milagro, aunque el momento de dar su testimonio público no había llegado. La riqueza del pasaje se acrecienta cuando reparamos en los detalles. Se trata de una celebración nupcial a la que habían sido invitados María y José, con lo cual eran personas cercanas a ellos. Las fiestas de bodas, en la época en que el Señor peregrinó en medio de los hombres, tenía una importancia social. Se trataba de dar un testimonio público del amor de los esposos, de su alianza, y de compartir la alegría con sus parientes y allegados. Las fiestas de las familias pudientes podían durar un par de días, las de los que tenían menos recursos eran mucho más sobrias. Y, el caso de unas familias de modestos recursos que improvisamente se vieran superados en las estimaciones de las personas invitadas, significaba pasar un momento desagradable, qu...

Fe

 Dice la carta a los Hebreos que la fe es "fundamento de lo que se espera y garantía de lo que no se ve" (Heb 11, 1). Una gran parte de los eventos que se narran en la Sagrada Escritura tienen que ver con la fe en la promesa del Señor, que no verían inmediatamente, sino que habrían de esperar su cumplimiento. En la primera lectura escuchamos, por ejemplo, como el profeta anuncia que será Belén el lugar que vería el nacimiento del Mesías prometido por Dios (Mi 5, 1-4). Porque el fiel cree en Dios y cree a Dios, entiende perfectamente que cuando el Señor ha anunciado algo, eso se cumplirá. Esa certeza nace no de una convicción científica ni tampoco de un razonamiento infalible. Esa certeza nace de la convicción en el corazón de un hombre de que el Señor es veraz, no puede engañarse ni puede engañarnos. Y cuando un fiel tiene esa certeza en el corazón, recibe las alabanzas de los demás.  Isabel había experimentado en sí el poder de Dios. Cuando su pariente, María, le visita, vue...

Mantengamos firme la profesión de nuestra fe.

 Todos, en mayor o en menor medida, hemos experimentado algunas ocasiones en las que se pone a prueba nuestras propias convicciones. De hecho, no es raro que algunas personas se sientan decepcionadas porque confiaban en la bondad de alguna persona o en la eficacia de algún producto o institución. También, por lo que se refiere nuestra fe en Cristo Jesús, muchas veces habremos experimentado y experimentaremos que nuestra fe se pone a prueba. En no pocos momentos de nuestra vida vamos a sentir que las situaciones pueden superarnos. La diferencia entre la persona que tiene fe y la persona que no lo tiene está en la esperanza en Cristo Jesús. En la segunda lectura, tomada de la carta a los hebreos, el autor invita a tener confianza en Cristo Jesús que está a la derecha del Padre y que se muestra cercano a nosotros porque él mismo también padeció la adversidad.  En el Evangelio escuchamos cómo ante la petición de la madre de los hijos del Zebedeo, el Señor pregunta a Santiago y a J...

Dios se encarga del resto

La Palabra de Dios tiene como uno de sus centros principales el recordarnos que el Señor nos ama. Ese convencimiento debe acompañarnos siempre: Dios Todopoderoso nos ama tanto que nos ha dado a su Hijo en expiación por nuestras faltas (1Jn 4, 10). Y el segundo polo del mensaje del Señor es: aceptado el mensaje de salvación, confía en Nuestro Padre aun cuando parezca que todo lo tienes cuesta arriba.  Hoy, sea la primera lectura (2Re 4, 42-44) que el Evangelio de nuestra Santa Misa (Jn 6, 1-15), nos invitan a considerar este aspecto de nuestra vida: si Dios nos pide que hagamos algo, hagamos lo que podemos. El Señor se encargará del resto. Los cálculos humanos son inevitables. Los apóstoles que hicieron una cuenta rápida, y no por maldad, sino para hacerle saber al Señor que les estaba pidiendo algo prácticamente imposible. Y Nuestro Señor aprovecha para darles una lección: el Maestro les pide que hagan lo que puedan, que Él se encargará del resto.  La situación era compleja po...

El símil de la tormenta

 Las lecturas de este domingo son una clara invitación para que nosotros veamos la realidad y la experiencia de nuestra vida con otros ojos. Como escuchamos en la segunda lectura (2Co 5, 14-17), para los que hemos abrazado la fe en Cristo Jesús todo es nuevo. San Pablo nos invita a juzgar todas las cosas no solo con criterios humanos sino también con los criterios de la fe. De esta manera, el cristiano entiende que no todo está bajo su control y que no puede disponer de todas las cosas según su voluntad. Es necesario que entendamos que hay cosas que están fuera de nuestro dominio. Tal vez los momentos que nos llenan más de preocupación son aquellas que suponen de algún modo algún peligro para nosotros. Es tal vez el momento en que nos sentimos más vulnerables y es la ocasión más propicia para que nos acordemos de que hay Alguien que está por encima de todo y que es Todopoderoso. Y es eso precisamente lo que escuchamos en el Evangelio de nuestra Santa Misa (Mc 4, 35-41). El símil má...

El poder de la fe

  Uno de los argumentos que algunos pensadores ateos usan para ridiculizar la fe fue propuesto por un matemático y filósofo inglés llamado Russell: la fe es como creer que hay una tetera dando vuelta en el espacio, nadie la ve, pero como nos la han repetido desde hace años que está allí, lo aceptamos como verdadero, aunque no hay evidencia de ello. Sin entrar a considerar lo ridículamente absurdo de esta alegoría, el punto de partida fundamental por el que está mal ese ejemplo es el hecho de que la fe no significa creer en algo absurdo. Lo esencial de la fe es el significado que da a la vida del creyente. Por mucho que una persona pueda creer que hay una tetera dando vueltas en el espacio, eso no va a significar algo importante en la vida de una persona. En cambio, la fe en Cristo Jesús es otra cosa. La fe no es sólo aceptar la existencia de Dios o la realidad de que Cristo Jesús es Dios y hombre verdadero. La fe es esencialmente la consecuencia de aceptar la existencia de Dios o d...

La obediencia de la fe

 Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “Obedecer ( ob-audire ) en la fe es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura” (n. 144). Después de escuchar la primera lectura (Gen 22, 1-2. 9a 10-13. 15. 18-19) no nos puede quedar duda de la fe y la disponibilidad de cumplir la Voluntad de Dios de Abraham, no importa cuán dura pueda ser. La obediencia de la fe no es solo un acto intelectual: creer. Es sobre todo una disposición del alma de comprender la Voluntad de Dios y ponerla en práctica. Y lo propio de la obediencia de la fe es la escucha. El creyente se muestra abierto y disponible para encontrar la Palabra de Dios y comprenderla, para luego ponerla en práctica. La actitud propia del discípulo es la escucha atenta (Is 50, 4). En el Documento de Aparecida, los Obispos de América Latina nos invitan a fortalecer la disposición de escuchar al Ma...

Tranquilícense y no teman

 Un relato muy edificante que puede ayudarnos a comprender mejor el pasaje del Evangelio que escuchamos en nuestra Santa Misa de hoy (Mt 14, 22-33). Se trata de un niño que iba en un avión. En pleno vuelo, apareció la señal de ponerse el cinturón de seguridad y, segundos después, el avión entró en zona de turbulencia. Los pasajeros entraron en estado de pánico excepto el niño que se mostraba bastante tranquilo. Pasada la turbulencia, el pasajero que estaba al lado del niño, al notar su tranquilidad, le preguntó si no había sentido miedo a lo que el niño respondió serenamente: “ no ”. El pasajero, maravillado por esa respuesta, le preguntó la razón por la cual no había sentido miedo y la respuesta del niño fue demoledora: “ Porque mi papá es el piloto de este avión ”. Es seguro que a lo largo de nuestra vida vamos a experimentar momentos muy difíciles que pueden hacernos zozobrar. Sin duda alguna es una respuesta muy natural. Pero los discípulos de Cristo Jesús tenemos unas motivaci...

La clave es Cristo

 La palabra “clave” tiene, entre otros significados, “elemento básico, fundamental o decisivo de algo”. Y esto es importante para comprender un aspecto que se deja ver en las lecturas de nuestra Santa Misa de hoy. En la primera lectura (1Sam 16, 1b. 6-7. 10-13ª), Samuel recibe la advertencia de parte de Dios que no se deje llevar por la apariencia externa porque eso es propio de los hombres, no de Dios. El Señor juzga lo que hay en el corazón de cada hombre. En el Evangelio (Jn 9, 1-41), escuchamos el detallado pasaje de la sanación del ciego. Resalta el hecho de que en la época de la sanación todos daban como un hecho cierto el que una persona que sufriese algún tipo de enfermedad permanente era la consecuencia del pecado propio o de sus padres (Jn 9, 2. 34). Y la respuesta del señor es tajante: Ni él pecó, ni tampoco sus padres . Todos los seres humanos necesitamos una serie de referentes morales, llamados hoy valores , que orienten toda nuestra actividad. El creyente está llamad...

Si se mantienen firmes, conseguirán la vida.

Hoy con los avances que existen en comunicación se ha puesto de manifiesto la necesidad de que toda publicación o noticia debe tener un contexto. De esta manera, quien recibe la noticia o lee la publicación puede comprender el alcance y la especificidad del mensaje. Y eso es lo que hace el Señor hoy: poner el contexto. Las lecturas de la Santa Misa dominical del mes de noviembre suelen tener como centro del mensaje las cosas últimas que hemos de esperar: la muerte, el juicio (Mal 3, 19-20a), la resurrección de los muertos y la vida futura. Las lecturas de este domingo nos hablan del final de los tiempos. Ese final coincide con la segunda venida de Nuestro Señor. De todas estas lecturas podemos concluir una realidad innegable: el orden natural de las cosas indica que es necesario que todo tenga un final, incluso este mundo tal cual lo conocemos. Ante esta verdad revelada por nuestro Señor Jesucristo, los seres humanos podemos responder de diferentes maneras. Una puede ser caer en ...

No es por Él, es por nosotros

En el pasaje del Evangelio que escuchamos en nuestra Santa Misa (Lc 18, 1-8), el Maestro nos presenta la parábola de la viuda y el juez injusto para enseñarnos la importancia de ser perseverantes en la oración. Pero hay una enseñanza más. Es verdad que el sentido principal de esta parábola se refiere a la insistencia en la oración de petición. El Señor nos invita a ser constante en las súplicas siendo consciente de que Dios es infinitamente bueno. Pero hay algo más. Lo importante de la perseverancia no es solo por alcanzar lo que le pedimos al Señor. En realidad, no es por Él, es por nosotros. La pregunta final de la parábola nos descubre ese sentido: “ cuando venga el hijo del hombre ¿creen ustedes que encontrará fe en esta tierra? ”. La oración constante es un alimento de la fe y por eso, la fortalece. Sin la oración la fe se debilita. Todos tenemos dificultades en la vida. Normalmente los llamamos “problemas”. Para acometerlos, es necesaria una fortaleza de espíritu que los seres hu...

Creer y obedecer

La lectura del Evangelio de este domingo nos presenta dos afirmaciones de parte de Nuestro Señor Jesucristo. La primera que debe resultarnos familiar: “ Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería ” (Lc 17, 6). La segunda, en cambio, resulta un poquito más difícil de entender. Se trata de la figura del siervo. El argumento de nuestra reflexión sobre el Evangelio es sin duda alguna la fe. Poniendo en contexto este pasaje del Evangelio hemos de reconocer que el Señor responde a una petición de sus discípulos: “ Auméntanos la fe ”. A esa petición responde Nuestro Señor Jesucristo con la imagen del granito de mostaza. Si bien la fe no se puede cuantificar, el Señor quiere decir que por poco que crean en Dios pueden hacer cosas grandes. Así que no hay lugar para el desánimo sino más bien para la confianza. En segundo término, Nuestro Señor añade otra imagen, esta vez apel...

La fe de los creyentes

En las lecturas de la Santa Misa de hoy escuchamos unos pasajes de la Sagrada Escritura con una riqueza y profundidad especial.   La reflexión que quiero proponerte hoy es sobre la fe, la fe de los creyentes. La fe como escuchamos en la segunda lectura de nuestra Santa Misa de hoy es " La fe es la forma de poseer, ya desde ahora, lo que se espera y de conocer las realidades que no se ven " (Heb 11, 1). La fe es, sobre todo, certeza: se trata de la firme convicción de que Dios es bueno, que nos ama, que nos ha prometido la felicidad eterna y que aceptar la salvación que Él nos propone da un significado nuevo y diferente a nuestra vida. Por esta razón la vida del creyente no puede ser igual a la de una persona que no tiene fe. El que no tiene fe no espera la salvación y sus actos no valen la vida eterna. No sucede así con nosotros: porque esa certeza nos acompaña nuestra vida va siempre iluminada con la voluntad de Dios. En el Evangelio el Señor nos invita a estar en ...

Para responder bien, debes confiar en Jesús

Las lecturas de nuestra Santa Misa tienen un hilo conductor. Podríamos resumirla en tres palabras: llamada, respuesta, confianza. La llamada : Lo sabemos todos y lo sabemos bien. Jesús nos quiere hacer partícipes de su reino y se presenta a nosotros y nos llama. No a todos de la misma manera, no a todos para la misma misión en el mundo, no todos en el mismo momento de la vida. El Maestro habla con sencillez y nos invita a asumir un modo de vivir que da un sentido nuevo, diferente, a nuestra vida. Y en ese modo de vivir, Cristo Jesús ocupa un lugar privilegiado: su palabra, su persona, el trato con Él se convierten en fuente de inspiración, consuelo y alegría. Jesús nos llama como a Isaías (6,1-2a.3-8) o como a Pedro (Lc 5,1-11). La respuesta : Es el resultado de la libertad más absoluta. Nadie ama obligado, nadie quiere a alguien a la fuerza. Ante la invitación que nos hace el Señor se requiere la libre aceptación de su propuesta y un sí libérrimo. A eso se llama fe: el obsequio religi...

¿Por qué decimos que Dios nos ama?

Es una frase que la Iglesia ha repetido desde siempre: Dios nos ama. Sin embargo, hay muchísimas personas que cuestionan esta afirmación. Para ello recurren a eventos y hechos dramáticos con la pregunta: si Dios nos ama, ¿por qué hay tanto mal en el mundo? Evidentemente, el problema está mal planteado. Desde el punto de vista lógico, supone un error llamado falacia ad hominem : significa poner un descrédito sobre el otro para “restar veracidad a sus afirmaciones”. Así Dios sería malo porque no consigo trabajo, porque me caí por la calle, porque llovió y se mojó la ropa, porque unos asesinos quitaron la vida a unos inocentes, etc. En el imaginario de esas personas, Dios debería ser como una especie de siervo/guardaespaldas/superhéroe de cada ser humano sobre la faz de la tierra (por supuesto, no sería una persona que merece nuestra alabanza ni nuestro amor). Para entender por qué decimos que Dios nos ama, hemos de entender qué cosa es el amor. Y la mejor explicación la encontramos e...

Hagámosle caso a Mamá...

El Evangelio de hoy nos presenta el pasaje conocido como “las Bodas de Caná”, que nos relata una acción prodigiosa de Nuestro Señor de transformar el agua en vino, de gran calidad y en gran cantidad. El relato es rico en detalles: Los recién casados se habían quedado sin vino en plena fiesta. María se da cuenta del apuro en que se encontraban. María intercede ante su Hijo para poner remedio a la afrenta de los recién casados. Jesús le responde con algo de dureza a su Madre. No obstante este gesto, María confía en su Hijo, por eso su acto de intercesión no se detiene en la respuesta de Jesús.  María dice a los camareros una frase que no perderá jamás su vigencia: «Haced lo que él os diga». No cabe ninguna duda que tenemos un cariño inmenso por nuestra Madre, pero nuestra vida como creyentes –ya lo reflexionamos en otras ocasiones– solo tiene sentido cuando ponemos a Jesucristo en el centro. Y eso nos lo enseña nuestra Madre al recordarnos, hasta el fin de los tiempos, la razón de se...

Y tú, ¿quién dices que soy Yo?

 Ésta es la pregunta con la que el Señor interpeló a sus Apóstoles después de sondear lo que decían los otros. Y allí se hizo adelante Pedro (Mc 8, 27-35). La fe –ya lo hemos repetido hasta la saciedad– no se trata de un simple reconocimiento intelectual, de saber, de tener noticias. La fe es algo más profundo y más comprometedor. Afirmar que se cree en la Divinidad de Jesucristo implica afirmar también que Dios nos ha hablado y su Palabra permanece para siempre. No cabe pues un relativismo en la observancia de sus palabras. Ya desde los inicios de la Iglesia hubo una especie de enfrentamiento entre los que decían que no era necesario hacer tanto cuanto creer en Jesús, y los que decían que la fe en Jesús conlleva asumir una nueva vida, dejando atrás todo lo que nos aleja de Dios. Santiago es consciente de ese enfrentamiento y le pone punto final: “ ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? ” Y llega hasta hacer un reto: “...