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La imprescindible espiritualidad

 En la lectura del Evangelio de nuestra Santa Misa dominical (Jn 15, 1-8) escuchamos una imagen que el Maestro se atribuye a sí mismo: Jesús es la vid verdadera. La vida de los ramajes dependerá exclusivamente de su unión y vinculación con la vid: “ Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos ”. El pasaje de hoy repite con frecuencia el verbo permanecer. Una parte importante (la más importante, sin duda) es el trato personal y efectivo con Cristo Jesús. Eso se llama espiritualidad: dejar que el alma se informe de la gracia, el mensaje y la vida de Cristo Jesús. Sin eso, aunque puede un cristiano creer en Cristo, su vida será infructífera. Hoy como desde hace muchos años, existe el peligro de pensar que el buen cristiano es quien participa en todas las actividades de la parroquia: encuentros, convivencias, reuniones de planificación, charlas… y no es así. De hecho, si...

La parábola de la vid y los sarmientos (Jn 15, 1 - 8)

 En el Evangelio escuchamos un resumen de lo que significa  la espiritualidad del cristiano: estar unidos a Jesucristo y dar frutos de buenas obras en nuestra vida. ¿Qué significa estar unidos a Jesucristo? “ Permaneced en Mí ” (Jn 15, 4). La vocación de todo cristiano es estar unidos a Cristo Jesús en las circunstancias y en el camino concreto de cada quien. Cada creyente debe tener la voluntad de aceptar a Jesucristo y dejarse guiar por su Palabra y por su Espíritu. No cabe duda de que cada quien ha tenido una historia singular, única e irrepetible. Las experiencias de la vida no son interpretadas y asimiladas de la misma manera. En algunos deja consecuencias más profundas –heridas– y en otros deja como consecuencia una actitud negativa ante los demás, Dios incluido. El punto es que con la sola fuerza humana es difícil, por no decir imposible, asumir esos hechos y dar un sentido. Sin Jesús, eso no es posible. “ Permaneced en Mí ”. Cuando aceptamos que no podemos vernos ...

La vid y los sarmientos

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Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. La imagen de la vid no era extraña en Israel. En múltiples ocasiones los profetas utilizaban esa imagen para referirse al pueblo de Israel. Ahora, Jesús la usa para referirse a algo más profundo: de la misma manera que la vid da vida a todas las ramas y hace que éstas den el fruto   (los racimos de uvas) así Jesús actúa en nuestra vida para dar frutos de buenas obras. El modo en que Jesús actúa en nosotros es complejo, pero lo descubrimos en la Sagrada Escritura.