Muchas enseñanzas en pocas líneas

El pasaje del Evangelio de hoy, de pocos versículos, tiene muchísimas enseñanzas, de gran valor porque son siempre actuales.

Las personas que actúan mal se sirven de todo con tal de alcanzar su objetivo. En el Evangelio, escuchamos cómo los fariseos (que odiaban a Jesús a muerte, literalmente) adularon a Jesús para ponerle una trampa. Llegaron a decirle a Jesús lo que no sentían ni creían: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie”. Con lo cual, no todo lo que aparentemente es bueno, lo es realmente.

Jesús lo sabe todo, hasta lo más íntimo del corazón. Nada está oculto a sus ojos. Por eso, sabe reconocer la actitud de los fariseos: “Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones…”. Para los de mal corazón, los hipócritas religiosos y los ateos representa un gran problema, porque, cuando deban presentarse ante Él no podrán engañarle. Para los que queremos seguir a Jesús a pesar de nuestros defectos, representa una gran ventaja desde ya: podemos hablar con Jesús con franqueza de todo lo que tenemos en el corazón y Él puede sanar las heridas de nuestra biografía.

Jesús sabe sacar, de lo malo, cosas buenas. De una trampa, Jesús saca una enseñanza válida perpetuamente. Nos enseña lo que es la justicia: a cada quien lo que le corresponde. A Dios, todo honor y toda gloria. A los gobernantes, lo que toque, y a cada uno lo suyo. Por eso, aunque en el presente nos acosen las tribulaciones y la adversidad, confiemos: Jesús sacará algo bueno de eso tarde o temprano. Él es el Señor Todopoderoso.

¡Bendiciones para todos!


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