No hay lugar para la deseperanza
La desesperanza o desesperación es la percepción que puede tener un individuo de que no hay ningún tipo de futuro bueno para él. En la vida cristiana es un pecado: es cuando un cristiano afirma que no hay posibilidad de salvación para él.
Las lecturas de la Misa de hoy son un grito de Nuestro Señor para decirnos que Él está siempre cerca de nosotros. Siempre. Sólo queda que nosotros hagamos el primer paso.
En la primera lectura, el profeta invita a todos a acercarse a Nuestro Señor. No importa qué es lo que se haya hecho en la vida: el Señor es capaz de perdonar todo y aceptar a cada quien. Nadie debe pensar que ha llevado una vida tan mala y desgraciada y por eso no tiene perdón de Dios. El profeta nos lo hace saber: “Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos, dice el Señor” (Is 55, 8)
En el Salmo Responsorial escuchamos una verdad que debe acompañarnos siempre: No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca (Sal 144, 18)
El Evangelio de hoy (Mt 20, 1 – 16), la parábola de los obreros de la viña, es rico en enseñanzas, pero solo te dejaré una: El Señor sale a nuestro encuentro en muchas ocasiones de nuestra vida. Eso significan las diversas salidas que hace el Señor de la viña a lo largo del día. En cada encuentro con el Señor, Jesús nos hace la invitación a seguirlo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’ (v.4) En la práctica, hemos de tener la disponibilidad de atender los llamados de Jesús.
El hecho de que muchos de nosotros hayamos dado una respuesta afirmativa a la invitación del Señor en algún momento de nuestra vida no quiere decir que el Señor no nos llamará para que cambiemos o mejoremos algo o algún aspecto de nuestra vida. A lo largo de nuestra existencia podemos equivocarnos, confundirnos o dejarnos llevar por otras ideas. El Señor Jesús puede llamarnos a la conversión cuando quiera.
Ojalá en esos encuentros que tengamos con el Señor seamos dóciles y no dejemos que la desesperanza se adueñe de la vida: Todos tenemos la posibilidad de salvación siempre y cuando busquemos al Señor y respondamos a su llamada de conversión y de trabajar en su viña. El Señor se deja encontrar mientras haya alguien que lo busque, mientras que lo busquemos. En otras palabras, dependerá de nosotros, de nuestra actitud: si estamos dispuestos a aceptar la invitación del Señor Jesús o no.
Dios te bendiga.
Comentarios
Publicar un comentario