Creer y obedecer

La lectura del Evangelio de este domingo nos presenta dos afirmaciones de parte de Nuestro Señor Jesucristo. La primera que debe resultarnos familiar: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería” (Lc 17, 6). La segunda, en cambio, resulta un poquito más difícil de entender. Se trata de la figura del siervo.

El argumento de nuestra reflexión sobre el Evangelio es sin duda alguna la fe. Poniendo en contexto este pasaje del Evangelio hemos de reconocer que el Señor responde a una petición de sus discípulos: “Auméntanos la fe”.

A esa petición responde Nuestro Señor Jesucristo con la imagen del granito de mostaza. Si bien la fe no se puede cuantificar, el Señor quiere decir que por poco que crean en Dios pueden hacer cosas grandes. Así que no hay lugar para el desánimo sino más bien para la confianza.

En segundo término, Nuestro Señor añade otra imagen, esta vez apelando al sentido común de ellos: en caso de tener un servidor en sus terrenos, cuando llegan ellos de trabajar, ¿se pondrán a atender al servidor o le pedirán que les atienda? Para nosotros seguramente será algo difícil de entender, pero el Señor quiere servirse de esta imagen para hacernos entender que un elemento fundamental de la fe es la obediencia a Dios.

De este pasaje del Evangelio podemos sacar en limpio diversos elementos. En primer lugar, la fe se trata de creer en Dios. En segundo lugar, la fe se trata de creer a Dios que me habla y que me ama. Y finalmente, la fe se trata de obedecer a Dios aún cuando todo pueda resultar contrario o difícil de entender o aceptar.

La fe es creer en Dios. No se trata de un ser imaginario sino de un ser real, que tiene una acción en mi vida, que no es un ser lejano sino alguien que está cerca de mí en todo momento.

La fe es creer a Dios. Se trata de aceptar como verdadero todo lo que el Señor me ha propuesto para ser feliz en la tierra y para ganar la salvación que nos tiene prometida si somos fieles.

La fe es obedecer a Dios. La fe no podría ser completa si no existe una disposición por parte del fiel a poner en práctica todas y cada una de las cosas que Dios nos propone como el camino de la salvación. A los ojos de los hombres puede resultar difícil o incluso absurdo pero el fiel no se mueve ni actúa según la voluntad humana sino sobre todo por la voluntad de Dios aun cuando pueda parecer difícil o absurdo. Bien escuchamos en la primera lectura: el justo vivirá por su fe (Hab 2, 4).

Así podremos entender que, teniendo fe aunque sea poca, podremos hacer cosas grandes (la imagen que usa el Señor de mover un árbol) solo si nosotros nos proponemos obedecer a Dios en quien creemos y a quien creemos.

Que Dios nos bendiga hoy y siempre.

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