Dios se encarga del resto

La Palabra de Dios tiene como uno de sus centros principales el recordarnos que el Señor nos ama. Ese convencimiento debe acompañarnos siempre: Dios Todopoderoso nos ama tanto que nos ha dado a su Hijo en expiación por nuestras faltas (1Jn 4, 10). Y el segundo polo del mensaje del Señor es: aceptado el mensaje de salvación, confía en Nuestro Padre aun cuando parezca que todo lo tienes cuesta arriba. 

Hoy, sea la primera lectura (2Re 4, 42-44) que el Evangelio de nuestra Santa Misa (Jn 6, 1-15), nos invitan a considerar este aspecto de nuestra vida: si Dios nos pide que hagamos algo, hagamos lo que podemos. El Señor se encargará del resto.

Los cálculos humanos son inevitables. Los apóstoles que hicieron una cuenta rápida, y no por maldad, sino para hacerle saber al Señor que les estaba pidiendo algo prácticamente imposible. Y Nuestro Señor aprovecha para darles una lección: el Maestro les pide que hagan lo que puedan, que Él se encargará del resto. 

La situación era compleja porque ni siquiera los Apóstoles tenían para comer ellos. Un joven que estaba por allí cerca y escuchó lo que decía el Señor, pone a disposición la vianda que tenía para comer. Ese joven dio lo que podía dar. 

Y date cuenta que para el Señor eso es suficiente. Si eso es lo que puedes dar, es lo que el Señor necesita.

En el apostolado y en el testimonio que hemos de dar ante los hombres no hemos de detenernos en los solos cálculos humanos. Confiar solo en las previsiones es para gente sin Fe. Nosotros sabemos que tenemos a un Dios que todo lo puede y que lo único que Él espera de nosotros es que tengamos fe en Él, que confiemos en Él y que lo amemos.

Hoy el mensaje es claro: en nuestro apostolado y en nuestro testimonio de vida demos lo mejor de nosotros. Del resto se encargará Cristo Jesús.

A Cristo Jesús la gloria, el honor y el poder, por los siglos de los siglos.

 

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