Si se mantienen firmes, conseguirán la vida.

Hoy con los avances que existen en comunicación se ha puesto de manifiesto la necesidad de que toda publicación o noticia debe tener un contexto. De esta manera, quien recibe la noticia o lee la publicación puede comprender el alcance y la especificidad del mensaje. Y eso es lo que hace el Señor hoy: poner el contexto.

Las lecturas de la Santa Misa dominical del mes de noviembre suelen tener como centro del mensaje las cosas últimas que hemos de esperar: la muerte, el juicio (Mal 3, 19-20a), la resurrección de los muertos y la vida futura. Las lecturas de este domingo nos hablan del final de los tiempos. Ese final coincide con la segunda venida de Nuestro Señor.

De todas estas lecturas podemos concluir una realidad innegable: el orden natural de las cosas indica que es necesario que todo tenga un final, incluso este mundo tal cual lo conocemos.

Ante esta verdad revelada por nuestro Señor Jesucristo, los seres humanos podemos responder de diferentes maneras. Una puede ser caer en la desesperación lo que indica que todavía no tenemos una fe madura. Dos, caer en la presunción, esto es, asumir de manera desproporcionada la salvación que nos consiguió Jesucristo y lanzarnos al abandono. Esta actitud la crítica San Pablo en la segunda lectura escuchamos en nuestra misa (2 Tes 3, 7-12). Finalmente, la actitud correcta: conociendo que todos los avatares de esta vida tienen que cumplirse antes de que sea antes del fin, asumimos la decisión libre de mantenernos fiel hasta el final (Lc 21,19).

El hombre de fe sabe que los eventos de la naturaleza y otros producidos por la acción de los hombres (guerras, persecuciones) son hechos que tienen que verificarse a lo largo del tiempo antes de la venida de nuestro Señor Jesucristo (Lc 21, 9-12). Eso no quiere decir que su venida sea inmediata (Lc 21, 9). Lo que quiere decir es que tenemos que ver y asumir esos eventos no como un castigo sino como el curso natural de la historia hasta la venida del Señor.

Lo que nos toca es permanecer firmes en la fe hasta el final. Nuestra fe no debe flaquear por el hecho de que experimentemos eventos que podrían ser incluso perjudiciales para nosotros como por ejemplo terremotos, deslaves o tormentas. Tampoco por los malos testimonios que puedan dar personas que se encuentran al servicio de Dios y de la Iglesia. Nuestra fe no depende de ellos. Nuestra fe es la respuesta que damos a Dios y por eso el mensaje de Jesucristo es inequívoco: Si se mantienen firmes, conseguirán la vida.

Hoy el Maestro nos pide que pongamos en contexto estas realidades de nuestra existencia: Las cosas malas deben ocurrir antes del fin de los tiempos, son inevitables. Pero todas ellas deben motivarnos a mantenernos firmes hasta el encuentro con Jesucristo, sea que nos vayamos a Él, sea en su segunda venida.

Que el Señor nos ayude a mantenernos firmes.

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