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Mostrando entradas de 2019

Familia impregnada con valores cristianos

            Hoy nos unimos a toda la Iglesia para celebrar la fiesta de la Sagrada Familia: José, María y Jesús. Como se ha dicho desde siempre, es el modelo de la familia cristiana. -             Ciertamente conocemos poco del día a día de la Sagrada Familia. Sin embargo, hay trazos en las páginas del Evangelio que hablan del talante de José y María. Esas actitudes son inspiración para las familias de todos los tiempos, tal como lo dijo el Papa Pablo VI en Nazaret. -             En las páginas del Evangelio leemos la dedicación y el cuidado de José por su familia, su amor por María su esposa, su profesionalidad como artesano, al mismo tiempo que su preocupación por Jesús. De María sabemos muchísimo. Ambos, José y María eran muy religiosos, tanto que iban a Jerusalén por las principales fiestas, para estar en el Templo. -             Con la salvación que nos ofrece Cristo Jesús, la familia se ve enriquecida con el mensaje del Evangelio. En la segunda lectura (Col 3,12-21) escuc

El centro de nuestra fe: Jesús es salvador

Las lecturas de nuestra Santa Misa este domingo poseen una profundidad particular. Todas apuntan a Jesucristo y en especial, a su condición de salvador. - En la primera lectura (Is 7,10-14), ante la desfachatez de Acaz que había expropiado el oro del Templo para darlo como ofrenda al enemigo, el profeta invita al rey incrédulo a que pida una señal para que ponga su confianza en Yahweh. Hipócritamente, le dice al profeta que no quiere tentar al Señor. El profeta anuncia entonces una imagen en la que una virgen daría a luz a un niño que sería Dios con nosotros (Enmanuel). - Evidentemente, para los israelitas era difícil de entender porque, para ellos, todos los nombres tienen un significado normalmente religioso. Probablemente pensaban que respondían a un de los tantos nombres de otros personajes de Israel. Sin embargo, es claro que el profeta hablaba de un hecho extraordinario, y aunque el mismo profeta no lo supiera, estaba anunciando que Dios está con nosotros en el niño que ha

Esperanza en lugar de desilusión

La última parte del libro de Isaías se llama “el libro de la consolación”. Fue escrito en la época en que Israel fue deportado a Babilonia y en el territorio de Israel se vivía una pobreza y necesidad atroz, y los que habían salido de Israel y Judá añoraban volver a su tierra. Dios envía a los profetas para decirles que no pierdan el ánimo, que esa situación es pasajera, que Dios no olvida su promesa, que deben mantenerse firmes y que el Ungido del Señor dará un sentido pleno a todas las promesas de Yahweh. . La Iglesia nos propone diversos pasajes de este libro de la consolación para que consideremos este mensaje del Señor durante este tiempo de Adviento. . Algo de lo que ningún cristiano puede dudar es de la experiencia del mal: en nuestra vida y alrededor de nosotros; físico o moral. El creyente en Cristo Jesús no puede dejarse abatir por esta experiencia. Al contrario. Todo cristiano debe fortalecer la esperanza en Dios: las dificultades de esta vida no deben ni pueden hacern

El inicio de los últimos tiempos

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Hoy nos unimos a toda la Iglesia en la celebración de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. La Iglesia, desde siempre, ha creído que el Señor, en atención a que María sería la Madre de Jesús, la libró de cualquier mancha de pecado original desde el mismo momento de su concepción. Ese momento marca el inicio de los últimos tiempos. -- Una de las advocaciones marianas más antiguas y ha sido una expresión de que el pueblo cristiano ha creído que Dios Padre Todopoderoso concedió el privilegio a María de verse libre de toda mancha de pecado original. -- En la primera lectura de la Santa Misa escuchamos el relato del pecado original, pero también escuchamos la promesa del Salvador (Gen 3, 9 – 15. 20): La descendencia de la mujer, Jesús, pisará la cabeza de la serpiente, el demonio. La victoria de Cristo había sido ya anunciada y se menciona específicamente como descendencia de la mujer. -- En el Evangelio (Lc 1, 26 – 38) escuchamos el relato de la Anunciación del Ánge

El Señor vendrá

Ya lo confesamos en el Credo: “Subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso. Y desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos”. - El mensaje de Cristo Jesús nos da un sentido completo a nuestra vida. Hoy se nos invita a poner la mirada en el fin. Escuchamos en las lecturas de nuestra Santa Misa de hoy como el Señor instaurará un reinado de paz (Is 2, 1 – 5). Y así ocurrirá. - En el tiempo que media entre nuestro hoy y la segunda venida de Cristo hemos de vivir de tal modo que ganemos la vida eterna. - La cultura moderna invita a todos a vivir como si Dios no existiera o como si no existiera la vida futura. Los medios de comunicación crean necesidades en las personas y empujan a gastar dinero en cosas que no necesitan, o en actividades que prometen diversión “ilimitada”. Muchos quieren reflejar que viven tomando alcohol y dando escándalos, porque piensan que el hombre ideal debe vivir así o quieren ganarse el reconocimiento de personas que viven i

Jesucristo es Rey

            En la segunda lectura de hoy escuchamos un pasaje de la carta de San Pablo a los habitantes de Colosas en donde resume lo que la Iglesia ha profesado desde el inicio sobre Jesús, Nuestro Señor. Hay un par de versículos que son el fundamento de la entrega de nuestra a vida a la voluntad de Cristo: “ Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él ”. (Col 1, 15 – 16) .             Jesucristo, desde sus inicios, predicó el Reino. Un Reino tan especial que no es terreno ( mi reino no es de este mundo , respondió a Pilatos [Jn 18, 36]), pero que comienza aquí en la tierra ( el reino de Dios está en medio de vosotros [Lc 17, 21]) y tendrá su definitivo cumplimiento al fin de los tiempos ( cuando venga el Hijo del hombre se sentará en su trono de gloria [Mt 25, 31]). .             Hay una r

El fin llegará, no sabemos cuándo, pero llegará

Lo propio de la visión profética es ver una sucesión de hechos, pero no percibir qué tiempo media entre un hecho y otro. Así que hay que el profeta ve hechos pero no tiempo. De este modo hay que interpretar las visiones proféticas y el Señor así lo hace saber: “ es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida ”. San Pablo está claro en esto, e invita a todos los cristianos a no dejarse llevar por falsos mesianismos. -- De igual manera, el Señor nos invita a estar atentos a esos “falsos mesías”: « Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida ». -- Los seres humanos sin fe temen el fin de este mundo (y temen el fin de su propia vida) porque han puesto su razón de existir en este mundo. Y creen, firmemente, que sin Dios es posib

¡Vamos a resucitar!

Dios fue dando a conocer poco a poco su designio de salvación. Una de las cosas que tardó un poco en hacer saber a los hombres es el hecho de la resurrección futura. . Leemos en los primeros libros de la Biblia que los que morían quedaban como dormidos o que su existencia pasaba a una especia de “espacio negro” donde no había nada. En otras palabras, al inicio de la Revelación los hombres pensaban que su vida terminaba cuando cerraban los ojos a este mundo. . Poco a poco, Nuestro Señor fue haciendo saber a los hombres que tiene un proyecto eterno para nosotros: la felicidad eterna con Él. De hecho, escuchamos en la primera lectura del libro de los Macabeos, que ya los jóvenes tenían el firme convencimiento de la resurrección futura, para la felicidad eterna o para la condenación eterna. Así se lo dice el cuarto hermano: “ Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la firme esperanza de que Dios nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida ” (2Mac 7,

No importa lo que hayas hecho

Es triste percatarse cómo se ha ido diluyendo el mensaje de Cristo Jesús en los católicos de nuestra época. Hoy, la gente, haciéndole coro al Demonio, se burla de la gente que asiste a la Iglesia. Hacen afirmaciones tales como “¿qué va a hacer ese diablo en la Iglesia? ” o “ ¿para qué vas a la Iglesia si eres tremendo pecador? ” u otras frases por el estilo. Esas personas ignoran el atributo principal de Dios: Dios es amor (1Jn 4,8). .             En la primera lectura de la Misa escuchamos una hermosa oración que hace el autor del libro de la Sabiduría donde canta las maravillas que Dios ha hecho y el amor de Dios por los hombres, siempre dispuesto al perdón. Es una oración que vale la pena la recitemos con frecuencia. .             Muy por el contrario de lo que piensan esas personas, no es necesario ser un “santo” para ir a la Iglesia. Lo único necesario es ser humilde, y tener la intención de poner nuestro mejor esfuerzo por amar a Dios Nuestro Señor cumpliendo sus mandamient

El Señor conoce cómo somos

Las lecturas de la Misa de este domingo nos manifiestan uno de los atributos del Señor: Dios lo sabe todo, lo que tenemos en el corazón, hasta nuestros pensamientos más profundos. -- Los seres humanos normalmente nos dejamos llevar por las apariencias, y eso no es malo. Nadie compraría una fruta de mal aspecto con el argumento de que por dentro probablemente esté bueno. Lo malo del ser humano es que, cuando juzgamos a otras personas, las apariencias influyen en nuestra decisión. Pero no solo eso: la percepción que cada uno tenga de sí mismo influye en el trato con los demás. -- El Señor inicia la parábola de hoy (el publicano y el fariseo que fueron a orar al Templo de Jerusalén, Lc 18, 9-14): dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás . No es un secreto para nadie que no existen las personas perfectas. Todos, quien más quien menos, tenemos defectos. Creerse perfectos (una suerte de autoestima patológica) supone q

Orar con insistencia, fieles a la Palabra

Las lecturas del Evangelio de este domingo giran en torno a dos argumentos. El primero, sobre la necesidad de orar siempre y con insistencia (Lc 18, 1) y el segundo, sobre la familiaridad del creyente con la Palabra (2 Tim 3, 16-17). -- En el Evangelio de nuestra Misa (Lc 18, 1-8), escuchamos la parábola de la mujer que reclama al juez injusto. El Señor pone ese ejemplo para enseñar a sus discípulos de la necesidad de orar siempre y con insistencia. Es una enseñanza diáfana de Jesús: orar siempre, orar con insistencia . -- Orar es tratar con el Señor: hablar con Él, llorar con Él, pelear con Él. Pedirle, rogar el perdón, mostrar nuestro arrepentimiento, alabar y bendecir su nombre, discernir las situaciones de nuestra vida… ¡Y debemos hacerlo siempre! -- Los creyentes de los últimos tiempos han ido dividiéndose en aquellos que hacen un esfuerzo por dedicar un tiempo diario para orar, y en otros, infortunadamente la mayoría, que postergan la oración para contados momentos de la vi

La lepra, símbolo del pecado

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En Israel había una normativa muy estricta sobre la lepra (Lv 13). Cualquier persona que tuviese un eccema en la piel debía acudir a los sacerdotes para que emitieran su juicio. Si el sacerdote dictaminaba que se trataba de lepra, cambiaba totalmente la vida de esa persona. A partir de ese momento era declarado impuro y debía irse de la ciudad o pueblo para vivir apartado. Debía cubrirse completamente y si tenía que acudir al pueblo, debía anunciar a gritos que era impuro (Lv 13, 45-46). -- Con respecto a la lepra, llama la atención que la Biblia no se refiera a su desaparición como “sanación” sino de “limpieza”. Y es cierto: la sanación es interior. -- En la primera lectura escuchamos el pasaje de la sanación de Naamán (2Re 5,14-17). Éste era un general de un ejército y sufría de lepra. Habiendo oído la fama de Eliseo, profeta de Yahweh, se dirigió a Israel para curarse de su penosa enfermedad. Eliseo, quien no lo recibió, le dice que se bañe siete veces en el Jordán. Naamán s

«Si tuvieras fe…»

En el Evangelio de nuestra Misa (Lc 17, 5-10) los Apóstoles hacen una petición al Señor: Que les aumentara la fe. Ciertamente, no se trata de la fe como aceptación de Jesucristo y la ofrenda de la propia vida a Él. Los Apóstoles se refieren a la confianza que genera la fe en Jesús. -- No cabe duda de que los Apóstoles se sentirían, al menos, un poco intimidados sobre el modo de actuar del Señor: confiado, seguro, ordenaba a los demonios, hacía sanaciones, se enfrentaba con entereza a todos los fariseos y escribas… En la mente y en el corazón de todos ellos habría, seguramente, una exclamación de admiración, del tipo: “¡Quiero ser como Él!” -- La respuesta del Señor es sencilla: Ten fe, confía. « Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería” » Esta misma respuesta aparece en los otros evangelios: después de la expulsión de un demonio (Mt. 17, 20) y después de la maldición de una higuera (Mc 11, 22

"Si no escuchan a Moisés y a los profetas..." (Lc 16, 31)

El Evangelio de nuestra Santa Misa de hoy tiene una gran cantidad de mensajes de parte de Nuestro Señor. Podríamos hacer muchas reflexiones diversas. Hoy te propongo una: - El Maestro quiere poner en el tapete la actitud soberbia y orgullosa del rico. El Señor no dice si su riqueza es bien habida o no. Solo dice que su corazón había llegado a un extremo en poner su confianza y su vida entera en los bienes materiales, a tal punto que se olvidaba de las personas necesitadas que estaban a su alrededor. Es llamativo que el rico (que la tradición le llama Epulón ) reconoce a Lázaro, lo que quiere decir que, efectivamente, en vida le conocía porque estaba frente a su casa. - Cuando una persona deja que el corazón se le envenene con la soberbia, el orgullo, la codicia, etc., esa persona se vuelve insensible a las indicaciones que hace el Señor a lo largo de la vida. No le interesa. Se siente seguro por lo que tiene ahora. Llega al olvido de Dios: no le interesa. - Hay un gesto del ric

¡Audacia! ¡Somos hijos de la luz!

Después de relatar la parábola del administrador injusto, el Señor deja una reflexión: “ los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz ” (Lc 16, 8). Y esto es un aviso para los creyentes en Cristo Jesús de todos los tiempos. -- No obstante, el Señor deja entrever otra enseñanza. Nos hace ver la sagacidad y la astucia con la que actúan los hijos de las tinieblas, pero reclama que esa misma sagacidad y astucia para el bien faltan en los hijos de la luz. Y, nuevamente, el Señor tiene razón: aún cuando sabemos que vamos por el camino del bien y que estamos haciendo lo correcto, somos timoratos. -- Encontramos miles de “peros” para extender el Evangelio o para realizar una buena acción. Siempre se encuentran “mil cosas más importantes”. “Sudamos” para entregar una publicación con un mensaje cristiano, pero, un distribuidor de drogas se ingenia para expandir su “mercado” con nuevas estrategias o un esotérico anda al acecho de nuevos tontos a qui

Errar es de humanos, rectificar el error es de sabios y diabólico perseverar en el error

         Este viejo adagio latino significa: Errar es de humanos, de sabios rectificar, diabólico perseverar en el error. Como siempre, los antiguos tienen razón. --          En las lecturas de hoy, encontramos diversas figuras que nos hablan de estas facetas: --          Equivocarse es de humanos . Ciertamente nuestra naturaleza humana no es perfecta y podemos equivocarnos en nuestra manera de ver el mundo, de tratar a los demás y de conducirnos personalmente. Si bien Dios nos ha dado suficiente inteligencia y voluntad como para poder comportarnos rectamente delante de Dios, con los demás y con nosotros mismos, aún así podemos dejarnos llevar por los demás, olvidando que hemos de responder personalmente por nuestras acciones. Nunca será válido culpar a los demás de nuestras deficiencias y de nuestros pecados. Así lo dice San Pablo: antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí porque no sabía lo que hacía, pues estaba lejos de la fe . --

Discernir: decidir con la ayuda del Espíritu Santo

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El mundo ha adquirido un mal hábito: la de buscar miles de argumentos a favor de una propuesta y no valorar —ni siquiera escuchar— cualquier otra voz en contrario. Es la actitud soberbia del que quiere llevar adelante su proyecto a toda costa, inclusive si lleva a un estruendoso fracaso o a unas pérdidas extraordinarias. --          Eso puede ocurrir no solo en la vida ordinaria en medio del mundo. También puede ocurrir en la vida espiritual. Hoy, las lecturas de la Santa Misa nos invitan a una reflexión en ese particular. --          En la primera lectura (Sab 9,13-18) escuchamos como el sabio nos habla sobre el gran peligro de tomar decisiones sin Dios. “ Los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguros nuestros razonamientos, porque el cuerpo mortal oprime el alma y esta tienda terrena abruma la mente pensativa ”. Nuestra vida, ordinariamente, va cargada de preocupaciones, miedos, deseos, pasiones, prejuicios, ideologías… Todas esas cosas, lejos de ayudar a tomar

Tal cual somos

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  Las lecturas de nuestra Santa Misa de este domingo tienen un claro mensaje: dejar la soberbia de lado. No es sana. No es buena y envenena el alma.          El mundo ha ido adoptando como norma el aparecer, el destacar, el llevar una vida “plástica”. Recientemente, han ocurrido una serie de hechos y algún que otro estudio que demuestran que el fenómeno de las redes sociales ha exacerbado la voluntad de aparentar una vida inexistente ante los demás. Al mismo tiempo, se vuelve noticia el que una persona humilde (objeto de burlas de otros, inclusive) aprovechando una oportunidad logra el reconocimiento y el éxito a los ojos del mundo. También ha aparecido un concepto llamado “karma” según el cual el soberbio o fanfarrón recibe una lección a los ojos de todo el mundo.          Todo esto es una señal inequívoca que el mundo sufre de un vacío de valores, de virtudes, de Dios.          Hoy en la primera lectura ( Eclo 3,17-18.20.28-29) , el sabio aconseja dejar de lado el orgu

La presunción, veneno para el alma.

            Las lecturas de hoy son una llamada de atención para todos. Nos invitan a alejar de nosotros el veneno mortal que significa la presunción. --             La presunción es un pecado gravísimo. Consiste en estar seguro de la propia salvación. Es un veneno porque condiciona el alma de tal manera que la hace insensible a los llamados de atención del Señor. --             El Catecismo de la Iglesia Católica dice que hay dos tipos de presunción: O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divinas (esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin mérito) (nº 2092). --             Como se ve, es un pecado en el que pueden caer los que están alejados de la vida de la Iglesia como los que están cerca. Quienes están lejos de la vida de la Iglesia (católicos solo de nombre, para llamarlos de alguna manera) pueden presumir de su propia salvación confiando en

Las "divisiones" que genera el Señor Jesús

En el Evangelio de nuestra Misa (Lc 12, 49–53) hemos escuchado unas palabras de tono fuerte y que parecen contradictorias del modo de ser de Jesús. Nos vemos obligados a escudriñar el alcance y significado de las palabras del Señor.  “ He venido a prender fuego a la tierra ¡Y cuánto deseo que ya esté ardiendo!” (Lc 12, 49) ¿Qué quiere decir el Señor con fuego ? La tradición bíblica de la Iglesia interpreta esta palabra en dos sentidos: el primero, purificación, y el segundo, el Santo Espíritu de Dios. Ciertamente, Jesús y su palabra quieren poner a prueba todo. Cuando alguien decide seguir a Jesús tiene que poner a prueba todos los elementos de su vida a ver si coinciden con lo que el Maestro nos enseña. Hemos de quedarnos con lo bueno, todo lo demás, hemos de desecharlo: malas palabras, actitudes, malos comportamientos, comentarios, críticas. Así como el fuego se usa para purificar los metales, lo mismo debemos hacer con la Palabra: purificar nuestra vida. También ese f

María, Arca de la Alianza

Una de las letanías que usualmente recitamos en el Santo Rosario aplica el título a la Virgen María de: "Arca de la Alianza". -- En la primera lectura escuchamos el relato de la entronización del Arca de la Alianza en la ciudad de Jerusalén. El Arca de la Alianza estuvo abandonada en una ciudad pequeña y no gozaba de la importancia que debía. Después que David logró la conquista de Jerusalén, decidió llevarla a esa ciudad y ese es el relato que escuchamos hoy en la primera lectura de nuestra Misa. -- No es extraño que se aplique a la Virgen María el título de Arca de la Alianza. El Arca contenía las tablas de la ley y los otros escritos que Dios mandó que se pusieran allí. Sobre el Arca descansaba el Espíritu de Dios y era el signo de la presencia de Dios en medio del Pueblo de Israel. -- Al igual que el Arca, María tuvo dentro de sí la presencia real de Dios: Jesús, Dios y hombre verdadero. Y hoy María, Arca de la Alianza, entra en la gloria del cielo. -- La

¿Qué es la fe?

Un buen número de cristianos de hoy dice: “ Creo en Dios ”. Eso no quiere decir necesariamente que “ tienen fe en Dios ”. Tener fe es otra cosa. “ Creer ” en el lenguaje ordinario tiene diversos significados. El más común es el de dar por cierto lo que alguien dice por diversos motivos: “ Fulano dice esto y yo le creo ”. También se usa para manifestar cierto grado de certeza en algo: “ Yo creo que debe hacerse esto de esta manera ”. En el uso común, cuando la gente dice “ yo creo en Dios ” quiere decir que tiene la percepción intelectual de la existencia de un ser espiritual muy por encima de nosotros. Pero eso no es tener fe. Efectivamente yo puedo decir “ creo que el cielo es azul ”, pero eso no compromete en nada mi vida. Igual, muchos dicen “creo en Dios” pero eso no resulta en ningún compromiso práctico. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña: La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a t