Familia impregnada con valores cristianos


            Hoy nos unimos a toda la Iglesia para celebrar la fiesta de la Sagrada Familia: José, María y Jesús. Como se ha dicho desde siempre, es el modelo de la familia cristiana.
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            Ciertamente conocemos poco del día a día de la Sagrada Familia. Sin embargo, hay trazos en las páginas del Evangelio que hablan del talante de José y María. Esas actitudes son inspiración para las familias de todos los tiempos, tal como lo dijo el Papa Pablo VI en Nazaret.
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            En las páginas del Evangelio leemos la dedicación y el cuidado de José por su familia, su amor por María su esposa, su profesionalidad como artesano, al mismo tiempo que su preocupación por Jesús. De María sabemos muchísimo. Ambos, José y María eran muy religiosos, tanto que iban a Jerusalén por las principales fiestas, para estar en el Templo.
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            Con la salvación que nos ofrece Cristo Jesús, la familia se ve enriquecida con el mensaje del Evangelio. En la segunda lectura (Col 3,12-21) escuchamos como San Pablo invita a “condimentar” las relaciones familiares: “Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada”.
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            Si a los vínculos familiares añadimos el mensaje de Cristo Jesús, cada familia se transformaría en una auténtica escuela de fe. En la Exhortación Amoris Laetitia, el Papa Francisco hace una extensa y hermosa reflexión sobre cómo los valores cristianos pueden transformar la familia.
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            Un último aspecto que quisiera poner en resalto es la espiritualidad. Hoy la sociedad moderna pretende relegar la práctica de la fe al espacio reducido del Templo. Y hay que resistir a esa “imposición”. En la familia hay que dejar espacios para la oración y la práctica de la fe, incluso públicamente. Hay que infundir en los más jóvenes la convicción de que no deben dejarse arrastrar por los prejuicios sociales y renegar a Jesucristo. La sociedad debe aprender que quien quiere dar testimonio de su fe públicamente puede hacerlo sin recibir ningún tipo de críticas.
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            Termino esta reflexión con la oración que escribió el Papa Francisco al final de la Amoris Laetitia:
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Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
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Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas iglesias domésticas.
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Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.
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Santa Familia de Nazaret,
haz tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
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Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica. Amén.

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