El fin llegará, no sabemos cuándo, pero llegará


Lo propio de la visión profética es ver una sucesión de hechos, pero no percibir qué tiempo media entre un hecho y otro. Así que hay que el profeta ve hechos pero no tiempo. De este modo hay que interpretar las visiones proféticas y el Señor así lo hace saber: “es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida”. San Pablo está claro en esto, e invita a todos los cristianos a no dejarse llevar por falsos mesianismos.
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De igual manera, el Señor nos invita a estar atentos a esos “falsos mesías”: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
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Los seres humanos sin fe temen el fin de este mundo (y temen el fin de su propia vida) porque han puesto su razón de existir en este mundo. Y creen, firmemente, que sin Dios es posible ser feliz y que la felicidad futura que nos promete Jesucristo es irreal. Entonces, se esfuerzan por hacer creer a todo el mundo que ellos tienen un proyecto salvador. Y así aparecen los falsos mesías.
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Esos falsos mesías pueden ser de origen religioso: millares de sectas aparecen alrededor el mundo anunciando proyectos salvadores o el fin inminente del mundo. Aparecen otro tipo de movimientos religiosos que no creen en Jesús sino en una especie de panteísmo (somos todos uno con el mundo, todos reencarnarán, el karma, los inciensos para equilibrar los chacras, etc.) También aparecen mesianismos de tipo político como en América Latina donde, con fines hegemónicos, se realiza un sincretismo de doctrinas ateas con mensajes religiosos. Anuncian que los desastres en el mundo son consecuencia de una posición política y que solo con ellos pueden verse libres de un desastre apocalíptico.
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Todo tiene un solo objetivo: hacer que los hijos de Dios se olviden de Cristo Jesús. Convencer a todos de que es posible una felicidad sin Jesús. Ya el Señor nos pone en guardia: «no vayáis tras ellos».
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La consideración del fin de mundo tal cual lo conocemos no debe generarnos miedo. Debe llamarnos a la reflexión sobre qué es lo más importante y en quien hemos de poner nuestra fe y nuestra esperanza. Y la respuesta no es difícil: Jesús y su mensaje.
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Solo queda que lo pongamos en práctica. Nada más.
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Dios te bendiga.

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