Anunciar a Cristo con confianza
Las lecturas de nuestra Santa Misa de hoy son una invitación para que consideremos una parte importante de nuestra vocación de seguimiento a Cristo. No es otra cosa que poner en práctica el mandato de Cristo Jesús de anunciar a todos el mensaje de salvación.
Sea la primera lectura (Amós 7, 12-15) que el Evangelio de nuestra Misa (Mc 6, 7 - 13), escuchamos la voluntad de Yahvé de mandar a Amós a predicar, por una parte, y la voluntad de Cristo Jesús de enviar a sus discípulos a llevar el mensaje a los pueblos de Israel, por otra. En ambos casos debemos prestar atención a un detalle: no existe ningún requisito especial para anunciar a Cristo Jesús. Amós era una persona que trabajaba en el campo, de hablar rudo y directo. Levantó tantas ronchas que Amasías, el sacerdote que cuidaba el templo cismático de Bethel, le increpó para que se fuese lejos.
En el Evangelio escuchamos una lección añadida de Nuestro Señor: manda a sus discípulos a predicar, pero les pide que no lleven nada extraordinario. Y no es que el Señor quiera ponerlos en una situación incómoda, sino que quiere que ellos aprendan a confiar en Él. En realidad, no va a ser la elocuencia o preparación de sus discípulos cuanto la confianza que tengan en Cristo lo que hará eficaz el anuncio.
Ese mandato del Señor sigue vigente hoy en día. Todos nosotros sabemos que hemos de anunciar con nuestras palabras y obras a Cristo Jesús y su mensaje. Lo que falta a los discípulos hoy es confiar más en Cristo Jesús y menos en las cualidades o capacidades humanas.
Evidentemente hace falta una preparación mínima y esa viene de la escucha del Maestro. Si prestamos atención a su mensaje, nos daremos cuenta que Él no comenzó predicando su divinidad sino la conversión. Así que, antes de hablar las cosas más sublimes, hemos de invitar a todos a apartarse del mal y a poner su corazón en El que todo lo puede.
No hemos de olvidar que el plan que Dios tiene para toda la creación es poner a Cristo Jesús por cabeza, es decir, que todos reconozcan a Cristo, Dios y hombre verdadero, como la primicia de todo lo creado en el cielo y en la tierra.
No olvides, pues, que estás llamado a anunciar a Cristo y su mensaje, poniendo tu confianza en Cristo Jesús. Y en nuestro apostolado hemos de comenzar siempre por lo fundamental: invitar a todos a apartarse del mal y a poner el corazón en Dios Todopoderoso que los ama.
Que la bendición de Cristo Jesús jamás se aparte de nosotros.
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