Confiar en Dios en lo que hacemos

 Una actitud necesaria en el creyente es la confianza en Dios, especialmente cuando implica un sacrificio personal. Y las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre ese particular.

En la primera lectura (1Re 17, 10-16) escuchamos como el profeta pide a una viuda en Sarepta que le dé de comer, cuando apenas ella tenía para sí y para su hijo. Ante la razonable queja de la viuda, el profeta le pide que tenga confianza en el Señor, que no la abandonará en este momento difícil. Dice el pasaje que no le faltó a la viuda la harina y el aceite suficiente para superar la hambruna de aquellos días. 

En el Evangelio (Mc 12, 38-44) escuchamos como el Maestro teje una alabanza de una pobre viuda que deja una pequeña ofrenda en la alcancía del Templo de Jerusalén, pequeña a los ojos de los hombres, pero grande a los ojos de Dios. Se deja entrever, en las palabras del Señor, que esa viuda ha hecho un gran sacrificio para dejar esas pocas monedas.

Ciertamente nosotros en nuestra vida nos movemos por unos criterios materiales. Y eso no es necesariamente malo. Los seguidores de Cristo Jesús estamos llamados a superar el plano estrictamente material para hacer que la fe en Cristo tome un rol protagónico en su vida. Lo que sí es malo es ignorar el mensaje de Jesús. 

Todas las personas, en mayor o en menor medida, tendemos a confiar en nuestras propias capacidades y a rendirnos ante nuestras propias limitaciones. Pero el creyente en Cristo Jesús debe superar eso. Hablando en términos matemáticos, la ecuación de la vida del creyente debe contar siempre con la variable de Cristo Jesús. 

En todo lo que hacemos debe estar presente la confianza en Cristo Jesús. Y a la hora de nuestro apostolado y dar testimonio de nuestra fe, cada uno de nosotros debe tener presente que no está solo. Jesús nos acompaña siempre. Y hemos de confiar que Él siempre quiere lo mejor para nosotros de tal manera que el sacrificio que podamos hacer no va a quedar sin recompensa. 

Para terminar y no hacerme más largo: cuando nosotros demos testimonio o hagamos nuestro apostolado hemos de hacerlo con el único interés de cumplir la voluntad de Dios y agradar a Cristo Nuestro Señor. Es casi seguro que los hombres se fijarán en lo que hacemos, pero lo que es seguro es que el Señor sabe mirar las intenciones del corazón. Nuestro Señor conoce perfectamente las intenciones con las que hacemos las cosas. 

Como creyentes y seguidores en Cristo Jesús hemos de tener la confianza en Él. Hemos de hacer las cosas que nos pide inclusive si supone un sacrificio. Cristo Jesús habrá recompensarnos en el momento oportuno. Y hemos de hacerlo con sinceridad: Nuestro Señor mira el corazón. 

Que el Señor nos conceda todas sus bendiciones hoy y siempre.


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