“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46)
1) Composición de lugar
El Señor está consciente de que su
hora de morir ha llegado.
2) Confianza y abandono
La
oración de Jesús, en este momento de sufrimiento —«Padre, a tus manos encomiendo mi
espíritu»— es un fuerte grito de confianza extrema y total en Dios.
Esta oración expresa la plena consciencia de no haber sido abandonado.
Las
palabras pronunciadas por Jesús después de la invocación «Padre» retoman una
expresión del Salmo 31: «A tus manos
encomiendo mi espíritu» (Sal 31, 6). Estas palabras, sin embargo, no son
una simple cita, sino que más bien manifiestan una decisión firme: Jesús se
«entrega» al Padre en un acto de total abandono. Estas palabras son una oración
de «abandono», llena de confianza en el amor de Dios. La oración de Jesús ante
la muerte es dramática como lo es para todo hombre, pero, al mismo tiempo, está
impregnada de esa calma profunda que nace de la confianza en el Padre y de la
voluntad de entregarse totalmente a él.
Las
palabras de Jesús en la cruz en los últimos instantes de su vida terrena
ofrecen indicaciones comprometedoras a nuestra oración, pero la abren también a
una serena confianza y a una firme esperanza. Jesús, que pide al Padre que
perdone a los que lo están crucificando, nos invita al difícil gesto de rezar
incluso por aquellos que nos han hecho mal, nos han perjudicado, sabiendo
perdonar siempre, a fin de que la luz de Dios ilumine su corazón; y nos invita
a vivir, en nuestra oración, la misma actitud de misericordia y de amor que
Dios tiene para con nosotros: «perdona nuestras ofensas como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden», decimos cada día en el «Padrenuestro». Al
mismo tiempo, Jesús, que en el momento extremo de la muerte se abandona
totalmente en las manos de Dios Padre, nos comunica la certeza de que, por más
duras que sean las pruebas, difíciles los problemas y pesado el sufrimiento,
nunca caeremos fuera de las manos de Dios, esas manos que nos han creado, nos
sostienen y nos acompañan en el camino de la vida, porque las guía un amor
infinito y fiel. (Benedicto XVI, Audiencia general, 15 de febrero de 2012)
3) La hora chiquita de la fe y la perseverancia
final
Siempre existe un temor al momento
de la muerte, pero para el creyente es la hora en que se demuestra el tamaño de
su fe. Ésta se puede llamar “la hora chiquita” de la fe. Y es en ese momento,
propio o ajeno, da igual es cuando se puede descubrir el tamaño de la fe y la
confianza en el Señor.
Desde prácticamente los inicios de
la vida de la Iglesia se ha hablado de la gracia de la perseverancia final. A
ella hace referencia el Señor Jesús cuando nos dice: “el que persevere hasta el fin,
ése se salvará” (Mt 24, 13). Es de notar que esta frase el Señor la
pronuncia en medio del discurso de los últimos tiempos.
Todos debemos pedir esa gracia.
Todos los cristianos católicos la pedimos cuando rezamos el Ave María. Muchos
no son conscientes de que piden esa gracia, pero es el momento para comenzar a
darnos cuenta de esto.
Pero ¿por qué no exclama en tus anos encomiendo mi alma? usted no explica nada de esto
ResponderEliminarLa función del alma es dar vida al cuerpo, la función del Espíritu es dar vida espiritual al alma, en el alma se centran todas nuestras emociones, Jesús entrego el cuerpo y derramo su sangre (expiación), al entregar Su espíritu estaba volviendo al Padre, es por ello que no encomendó su alma, esta se quedo en el cuerpo, el Espíritu vuelve al Padre, así cada uno de nosotros, recordemos que el siendo Dios no se aferro a su deidad si no que se despojo de si mismo y tomo forma de hombre, en el caso de los que hemos creído en El como nuestro único y suficiente salvador, el polvo vuelve al polvo pero el Espíritu regresa al Padre.
Eliminaryo tengo por definicion de alma a la unión del cuerpo y el espiritu
EliminarSe van por las ramas sin explicar el por qué
ResponderEliminarPues, la explicación está en el texto.
ResponderEliminarBuena explicación los felicito.jesus estaba bebiendo ya de la última gota de la copa de su sufrimiento y de qué manera la absorbe,entregando no su cuerpo que iba hacer resucitado,si no su espíritu que volvería a tomar su cuerpo
ResponderEliminar