Las riquezas del espíritu


En una homilía de hace unos cinco años (21.06.2013) el Santo Padre Francisco dijo esta frase: “Nunca he visto un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre, nunca”. En esa ocasión invitaba a que nos preocupáramos por acumular bienes que valen verdaderamente a los ojos de Dios. Hoy las lecturas nos invitan a reflexionar en ese sentido.

En la primera lectura del libro de la Sabiduría (7, 7-11) el autor dice que pidió sabiduría y le fue concedida. Ese espíritu de sabiduría le era mas valiosa que todas las riquezas y que la prefiere a ellas. Ahora bien, esa sabiduría no consiste en la acumulación de todas las ciencias, historia y filosofía. Se refiere a otra cosa: al gusto por las cosas de Dios, la capacidad de discernir lo mejor que debo hacer y a distinguir lo bueno de lo malo (1Re 3, 9).

Esa sabiduría no se puede alcanzar sin el trato con el Señor en la oración y sin encontrarse con Él en la Palabra. Los cristianos católicos hemos de redescubrir la fuente de sabiduría y espiritualidad que hay en la Sagrada Escritura. En el confrontarnos con la Palabra siempre encontraremos cosas que nos llegan al corazón por múltiples motivos: por su santidad, por su belleza, porque nos da consuelo o porque nos invitan a cambiar. No hagamos que la inmensa riqueza de la Palabra vaya en saco roto.

El huir de la riqueza espiritual para valorar más lo material tiene sus dificultades. Aparte de que nunca se sentirá que se tiene suficiente, puede convertirse en un obstáculo para el seguimiento a Cristo Jesús. Así lo leemos en el pasaje del Evangelio de nuestra Misa (Mc 10,17-30) conocido como el del Joven Rico. El Señor Jesús le propuso renunciar a sus bienes para seguirle y rechazó la invitación. El Señor señala que confiar solo en los bienes materiales dificulta cumplir la Voluntad de Dios y por lo tanto formar parte del Reino de Dios.

Vivimos en un mundo material y somos también seres materiales. Siempre será una tentación para nosotros la avaricia o la confianza en nuestras capacidades o bienes. El cristiano debe aprender a poner los bienes materiales en su justa dimensión. El creyente debe aprender a confiar en Jesucristo y a encontrar en Él la fortaleza. El seguidor de Jesucristo debe cultivar su espiritualidad con la oración y con la lectura y meditación de la Palabra de Dios. Que el dinero y los bienes materiales no se conviertan en un obstáculo.

Dios te bendiga.

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