La grandeza está en el servicio
En el Evangelio de nuestra Misa,
tomado del Evangelio según San Marcos, hemos escuchado un hecho que casi causa
indignación: dos hermanos, Santiago y Juan, ambos Apóstoles, piden a Jesús que
cuando se instaure su Reino ellos estén a su lado. Jesús le dice que hay una
condición: hay que pasar por muchos sufrimientos (a eso se refiere cuando habla
del bautismo que ha de recibir). Ellos dicen que están dispuestos. Jesús le
dice después: “el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo;
está ya reservado”.
Los demás Apóstoles se
indignaron. Por lo visto, la razón de su molestia no estaba en que ellos
pidieran un puesto privilegiado, sino que quisieran ponerse por encima de los
demás. Y aquí, Jesús muestra por qué lleva el título de Maestro.
La grandeza no está en ocupar un
puesto de “poder”, sino en servir a los demás: “Sabéis que los que son
reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los
oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor;
y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no
ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por
todos”.
El servicio que pide Cristo no es
humillación. El servicio es una forma de amor que busca el bien del otro, pero
eso no significa humillarse y recibir maltratos. El servicio se manifiesta, en
primer término, en el cumplimiento de nuestro trabajo y nuestra condición: en
la medida en que cada uno haga bien su trabajo, presta ya un gran servicio. Del
mismo modo, cuando cada uno vive su condición (hijo, padre, madre, esposo o
esposa, sacerdote) presta ya un servicio. Cuando se apartan de esa condición,
se comete una injusticia que introduce un desorden en la comunidad.
Además, en condiciones
especiales, el servicio llega a situaciones especiales: actividades extraordinarias
para un servicio a los demás. Así, por ejemplo, ayudar a una persona en
necesidad, atender un enfermo o acompañar a alguien en necesidad.
No lo olvidemos: Dios sirve a
todos, pero no se humilla ante nadie. Que Dios te bendiga.
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