Preparando el camino...


Es muy común, en nuestro lenguaje, decir, cuando uno quiere solicitar una entrevista con alguien importante, o que desea conseguir alguna cosa, que se está abriendo puertas o allanando el camino. Con esto, se quiere señalar que hay que hacer un especial esfuerzo para conseguir el objetivo trazado. En el evangelio, se nos recuerda lo que anuncia el profeta, sobre todo refiriéndose a la llegada de Jesús a su pueblo como Mesías. Por eso, se le aplica al Precursor, Juan el Bautista, lo que Isaías dice al respecto: “ Una voz clama: en el desierto, preparen el camino del Señor”.


Se trata de un compromiso serio el que tiene el profeta y que asume Juan el Bautista. Si existe un lugar donde no se pueden trazar caminos es, precisamente el desierto. El desierto con sus arenas y sus peñuscos no permite el trazado de camino alguno. Fácilmente es borrado por cualquier viento o cualquier otro tipo de fenómenos. Las dunas de los arenales se mueven y destruyen lo poco que se pueda haber hecho. Por eso, lo que pide el profeta y que asume el Bautista pareciera una misión imposible: “En el desierto preparen el camino del Señor”.

La imagen del desierto, en la Biblia, no sólo hace referencia a la realidad geográfica donde vivía el pueblo de Dios. Hace referencia como imagen a la dureza del corazón, al abandono de Dios, a la mediocridad de la vida… Es una imagen que refleja lo difícil que le ha sido al pueblo caminar al encuentro de su Señor, ya que si no es por lo geográfico, sí lo es por las condiciones morales y humanas que lo rodean. Ante tal situación, la voz del profeta invita a realizar un imposible: trazarle un camino en medio de ese desierto, sobre todo moral y humano, al Mesías salvador. El llegará y cambiará la situación de la humanidad.

En el tiempo del adviento, que lo es de preparación a la celebración de la Navidad, la invitación del profeta y del Bautista, resuena ante nuestros oídos como un tremendo desafío. Hoy son pocos los pueblos que viven en el desierto. Además las altas tecnologías del progreso humano han permitido enfrentar las dificultades de los arenales del desierto… Pero no deja de existir otro desierto que sí puede borrar el camino del hombre y el de Dios. Es el desierto materialista, del cual el Santo Padre Benedicto XVI ha hecho mención en variadas ocasiones.

En medio de ese desierto que va secando los corazones de tantísimos seres humanos, es donde hoy nos toca preparar el camino del Señor. Muchos no se dan cuenta de que viven en él. Sobre todo porque están distraídos y fascinados por las arenas y los peñuscos de ese desierto que rodea a muchas personas y le impiden caminar por rumbo cierto. Sin embargo, por su misión evangelizadora, la Iglesia tiene la obligación de mostrar el verdadero camino, en medio de ese desierto. Y cada uno de nosotros los miembros de la Iglesia tenemos que hacerlo. No resultará fácil, pero aunque pueda sonar extraño, no se trata de una misión imposible. Y es que el camino que hemos de preparar es el mismo que nos propone el evangelio: Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Por tanto, el camino en ese desierto es su Palabra, es su Verdad y es su Vida. Así, se puede realizar algo muy particular: es el camino por el que la humanidad puede conseguirse con el Mesías nacido en Belén; es decir con Él mismo, que es el camino. Y, es también el “lugar” donde Él viene a buscar al ser humano de hoy y de siempre.

En medio de ese desierto materialista de hoy, preparar el camino no es otra cosa sino optar por Jesús. El desierto materialista propone el consumismo, el alejamiento de Dios, la caricatura del amor de Dios, el egoísmo… El camino que debemos buscar y preparar tanto para el mismo Señor, como para los hermanos a fin de que puedan conseguirse con el señor, es el que nos propone el Maestro: su misma Persona, Camino, Verdad y Vida. No hay que quedarse sólo con el clamor del profeta, sino hacer realidad que, desde nuestra propia vivencia espiritual, podamos contagiar a todos a que, en el desierto preparen, busquen y transiten el único camino que conduce a la plenitud: Jesús, el Cristo.

+ Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.

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