Dispuestos a dar razón de nuestra esperanza
Las lecturas de los domingos del tiempo pascual tienen como contenido principal la experiencia de la resurrección de Jesús por parte de sus discípulos junto con pasajes del Evangelio que adquieren un sentido pleno con la noticia de la victoria de Cristo Jesús.
En la segunda lectura de nuestra
Santa Misa de hoy (1Pe 3, 15 – 18), San Pedro invita a los discípulos de Cristo
a mantenerse firmes, especialmente en la adversidad, “dispuestos siempre a
dar, al que las pidiere, las razones de la esperanza de ustedes”.
La esperanza es una virtud de
todo discípulo de Cristo. Porque creemos en Jesús, hemos aceptado la salvación
que nos ofrece y le hemos reconocido como nuestro Rey y Señor, nosotros tenemos
la certeza y la confianza de que recibiremos el premio de los que son fieles.
Los seres humanos en nuestra vida
ordinaria nos movemos en la esperanza humana: cuando salimos a la parada confiamos
en que encontraremos transporte o cuando vamos al supermercado confiamos que
vamos a conseguir lo que necesitamos. De esta manera, la vida de los hombres se
mueve en una constante esperanza.
La diferencia con la esperanza
cristiana radica en el hecho de que no se trata de acciones concretas, sino de
toda nuestra vida. La esperanza cristiana informa todas las cosas y actividades
de nuestro día a día. Y es precisamente por ello que puede purificar y
reordenar las intensiones de cada cosa que hacemos. En otras palabras, ayuda a
dar un sentido a todo lo que hacemos y nos fortalece en los momentos de
abatimiento, con la mira puesta en el premio definitivo.
Por eso, nosotros podemos y
debemos decir que vivimos en la esperanza de Cristo Jesús y su victoria. Y esto
probablemente no resulte de fácil comprensión para los demás. Y es aquí donde
adquiere pleno sentido la frase de San Pedro: “dispuestos siempre a dar, al
que las pidiere, las razones de la esperanza de ustedes”.
Testimonio. “¿Por qué haces eso?
¿Por qué tienes esa actitud? ¿Cómo puedes mantenerte animado en la adversidad?
¿Por qué no te vengas?”. Te lo explico: “Porque creo en Cristo Jesús y en su
promesa. Y si me mantengo fiel a Él, seré feliz en esta vida y en la vida
eterna”.
Estar dispuesto a dar razón de
nuestra esperanza no es otra cosa que estar siempre dispuesto a dar nuestro
testimonio de fe, esperanza y amor en Cristo Jesús. A Él la gloria, el honor y
el poder por los siglos de los siglos.
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