Poner la casa en orden

El domingo pasado iniciamos el camino del Adviento. No está de más recordar que este tiempo está marcado por diversos mensajes: recordamos la próxima venida del Señor, preparamos nuestra alma para celebrar una vez más el nacimiento del Jesús y para ello, hemos de hacer un profundo examen de nuestra vida y ver qué cosas resultan un obstáculo para que el Señor habite en mí, forme parte de mi vida.

El pasaje del Evangelio nos presenta a la persona de Juan el Bautista y condensa su mensaje en una llamada a cambiar de vida. El evangelista da testimonio de que Juan fue el enviado para anunciar la presencia inminente del mesías en el pueblo de Dios. Y para ello el profeta, es decir, Juan el Bautista, invita al pueblo a poner orden: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos.

No es un secreto para nadie que podemos distraernos del seguimiento a nuestro Señor Jesucristo. De hecho, es una tentación constante el juzgar que hay situaciones que pueden anteponerse a Cristo Jesús. De allí que no resulte extraño escuchar en boca de muchísimas personas frases similares: yo considero que… para mí esto es más importante… yo creo que Jesús haría esto si estuviera en mi lugar…

En otras ocasiones, las distracciones vienen dadas por el ambiente, los medios de comunicación, las redes sociales. Todas ellas nos mueven a pensar que hay cosas que son más importantes que Cristo Jesús y, específicamente en este tiempo, que la compra de regalos o la realización de ciertos eventos o vestirse de una determinada manera es más importante que preparar el corazón. En otras palabras, tenemos la tentación constante de aceptar que las cosas externas son la esencia de la vida mientras que la espiritualidad y el trato con el Señor es algo residual o que puede ser dejado a otro tipo de personas.

Sea como fuere es algo muy cierto el hecho de que podemos estar distraídos y olvidarnos del Señor. Por eso, cercana a la fiesta del nacimiento del Jesús, la Iglesia quiere invitarnos a poner nuestra vida en orden: cada cosa en su lugar y en el lugar privilegiado a nuestro Señor Jesucristo.

Para ello hay que hacer un inventario de nuestra vida, un examen de conciencia, que nos ayude a ver qué cosas, aunque sean buenas, resultan un obstáculo para seguir a Cristo Jesús y tener un encuentro permanente con el Señor. Y ésta es una de las cosas que la Iglesia nos invita a hacer en el camino del Adviento.

Atendamos el llamado de Juan: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos. Pongamos la casa de nuestro corazón en orden, quitemos los obstáculos que nos impiden acercarnos a Cristo Jesús y pongamos al Maestro en el lugar privilegiado de nuestra vida.

Que el Señor Jesús que viene nos bendiga hoy y siempre.

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