Variedad y Discernimiento

 En las lecturas de hoy encontramos dos situaciones muy similares y ambas nos invitan a discernir nuestras opiniones y decisiones. 

En la primera lectura (Num 11,25-29) Josué le pide a Moisés que prohíba a Eldad y Medad que profeticen porque no estaban en el mismo lugar con los otros profetas del pueblo de Israel. Moisés invita a Josué a purificar las intenciones: No se va a poner celoso, antes bien, expresa el deseo de “ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el espíritu del Señor”.

En el Evangelio (Mc 9, 38-43. 45. 47-48), se narra cómo Juan vio a una persona que expulsaba demonios en el nombre de Cristo Jesús. Juan dice a Jesús que prohibieron a esa persona que siguiera haciendo esas liberaciones porque no formaba parte del grupo de los Apóstoles. Jesús le dice a Juan: “No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí”.

En ambos casos, la respuesta fue un no razonado.

Todos estamos llamados a dar nuestro testimonio como creyentes. Ahora bien, no todos estamos llamados a hacerlo del mismo modo. En la Iglesia, el Espíritu Santo ha suscitado diversidad de maneras de seguir a Nuestro Señor, no solo como sacerdote o religioso, sino en una multiplicidad de caminos de espiritualidad.

Sea el camino que hayamos elegido, el discípulo de Cristo debe ser consciente de que no debe ser ocasión de pecado para el Pueblo de Dios. Esa ocasión de pecado no solo es por una acción que realizamos, sino por también por omisión: dejar de hacer lo que debemos. Se puede inducir a otro a pecar cometiendo pecado con ese otro o motivándolo a que lo haga. Se puede inducir a otro a pecar cuando no se corrige o se guarda silencio ante el mal (omisión). Se puede inducir a otro al pecado cuando la conducta pecaminosa de uno es un mal ejemplo para los demás.

El Señor, usando el lenguaje propio de su época, utiliza la imagen de la amputación para hacernos entender algo: la actitud del discípulo de Cristo ha de ser una enemistad radical con el pecado. 

Ése es el norte: no ofender a Dios y no hacer que los demás ofendan al Señor. Por eso, es necesario discernir, esto es: considerar nuestras intenciones ante Dios y su Palabra. Así sabremos si es lo que Dios quiere y espera de nosotros o no.

Feliz domingo y que Dios nos bendiga.


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