Preparar el camino del Señor
En más de una ocasión, cuando
vemos algún problema, nos tomamos unos momentos para organizar en nuestra
cabeza cómo vamos a solucionarlo, cuáles serán los pasos que iremos dando para
lograr nuestro objetivo. En el caso de hoy, el objetivo ha sido propuesto ya
desde hace miles de años, y es un objetivo perenne: Preparen el camino del Señor,
hagan rectos sus senderos.
La pregunta clave ahora es ¿cómo
iniciamos? ¿Cómo comenzamos a preparar el camino del Señor? Y aquí cada quién
podrá tener su opinión. No obstante, hay algunas cosas que habrá de tener
presente, una en especial: El objetivo es preparar el camino del Señor. Ahora
bien, el punto de partida debe ser especificar cuál “señor”.
A lo largo de nuestra vida, los
intereses y necesidades hacen que perdamos de vista al único Señor. Resulta
llamativo el hecho de que, por ejemplo, haya alguna persona que puede hacer el
gran sacrificio económico y de tiempo por ir a ver un juego en el estadio y no
haga el mínimo esfuerzo por estar un rato con Jesús. Asombra el hecho de que
personas (que pueden afirmar que aman a Dios sobre todas las cosas) están
dispuestas a hacer un gran esfuerzo durante horas para comprar un par de cosas,
y, sin embargo, no están dispuestas a dedicar una hora al Señor a la semana, el
domingo para ser preciso.
Otro ejemplo, más cercano y
concreto: Se aproximan las fiestas de Navidad. Lo primero que asalta a miles de
cristianos católicos es cómo se van a organizar para poner los adornos, el
arbolito, los manteles, etc. Poquísimos de ellos se preguntarán: ¿Cómo hago
para adornar mi corazón para Jesús, mi Señor? Y ésta es, en realidad, la
pregunta más importante.
¿Quién es tu “señor”? La fiesta,
la apariencia, el dinero, los bienes materiales, la política, el sexo, la fama,
el poder, la mentira… ¿Jesús?
Hoy es la oportunidad de oro que
nos brinda Jesús para que escuchemos el llamado de Juan el Bautista: Preparen
el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, toda
montaña y colina, rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos
serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios.
Hacer toda una serie de
preparativos en casa para la Navidad y no preparar el corazón y nuestra mente
para Cristo Jesús es como vestirse con un buen traje sin habernos bañado antes,
vestirnos de gala pero con el cabello,
las axilas y los pies malolientes.
Hagamos lo correcto: Preparemos
nuestra mente y nuestro corazón para el Señor, nuestro Señor Jesucristo. A Él
la gloria, el honor y el poder, por los siglos de los siglos. Amén.
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