La guía segura

 Desde siempre ha sido una pregunta fundamental en la vida del hombre como ser social: ¿Qué es lo correcto? ¿Qué es lo bueno? ¿Qué es malo? No siempre ha habido una respuesta única. En algunos momentos de la historia (como en el tiempo presente) la bondad o maldad de una acción era calificada según una determinada ideología.

Los filósofos de la antigüedad y muchos en el tiempo presente han llegado a la conclusión que no puede ponerse el criterio de bondad o maldad según una determinada ideología, sino que hay que acudir a criterios mucho más objetivos. Con la revelación Dios nos ahorra incertezas e indecisiones cuando nos manifiesta las claves para saber cuando una acción es buena y cuando una acción es mala.

Ese gesto del Señor no es vano. La dinámica de la vida puede hacer que en un determinado momento una persona o un grupo de personas considere que hay una mayor bondad o maldad en otro tipo de acciones. Entonces pueden surgir dudas. Y las dudas son normales porque no tenemos todas las respuestas.

En la época del Señor había diversos grupos y cada uno de ellos tenía un criterio diferente sobre cuáles son las normas más importantes en la ley que Dios dejó a Moisés. Muchas veces discutían sobre ello. Y eso fue lo que motivó a que los fariseos se acercaran a Jesús para “discutir”.

Ante la pregunta de cuál es el mandamiento principal de la ley, la respuesta del Maestro es clara y definitiva: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas".

Hoy en día existe mucha confusión moral. Los criterios de bondad o maldad se han vuelto acomodaticios. En algún momento hay que detener esa dispersión moral y volver a lo fundamental: Cristo Jesús, el Maestro, nos enseña la guía segura. Los mandamientos no son un corsé ni una suerte de limitación de la libertad. Son las señales y recordatorios que nos deja Dios para que sepamos cual es el camino correcto. Y siempre estarán allí para indicarnos el camino a la verdadera felicidad.

Si nos esforzamos por profundizar en los mandamientos podremos encontrar criterios más claros para discernir y tomar las decisiones a lo largo de nuestra vida. Por eso, tener un trato cercano con Cristo Jesús va a favorecer el que podamos llevar una vida virtuosa, en santidad.

Que nunca nos apartemos de la guía segura que nos deja Cristo Jesús.


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

“Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46)

¿Qué nos enseña el pasaje de la resurrección de Lázaro?

La segunda venida del Señor y el fin del mundo