Corregir es una forma de amar
Las lecturas de nuestra Santa Misa de hoy tienen un claro denominador común: la corrección fraterna. Corregir a un hermano, un hijo, un pariente, un compañero… es una forma de amar al prójimo.
Ya hemos dicho en otras oportunidades que amar no es otra cosa que buscar el bien del otro. Si yo amo a una persona, entonces procuraré el mayor bien posible para ella. No hay otra manera de entender el amor en el sentido bíblico. Es por eso que el Señor enseña que no hay amor más grande que dar la vida por otro (Jn 15, 13): y Nuestro Señor Jesucristo dio su vida para que nosotros pudiéramos ser felices eternamente. Los evangelios lo dicen de manera clara: Jesucristo nos amó a este extremo (Jn 13, 1).
Una forma de procurar el amor por el prójimo es ayudarles a que se aparten del mal. Hacer que una persona se aparte de una mala conducta ya es procurarle el bien. Es por eso que en la primera lectura de nuestra Santa Misa (Ez 33, 7-9) el Señor advierte al profeta que es Él quién manda a corregir y que cuando nosotros omitimos esta forma de amor al prójimo, nosotros estamos actuando mal.
Me atrevería que a afirmar que, en todo el mundo, muchísimas personas han adquirido una práctica perniciosa que se aleja del mandato del Señor. Se trata del chisme. Chismear no es otra cosa que lesionar la buena fama del prójimo. Es todo lo contrario a la corrección fraterna. Cuando un creyente corrige a un hermano, procura su bien. Cuando un creyente difunde chismes de un hermano, no procura su bien sino todo lo contrario: le hace un daño muy grande a su fama y muestra un desprecio hacia su persona. San Pablo en la segunda lectura (Rom 13, 8-10) nos recuerda que hacer daño a otro es un pecado, porque es todo lo contrario al mandato del Señor de amar al prójimo.
En el Evangelio (Mt 18, 15-20) escuchamos el mandato del señor: Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. El comportamiento correcto que espera nuestro señor Jesucristo es de acercarnos a ese hermano y manifestarle, con todo el cariño del mundo, que lo que está haciendo está mal y que Dios espera que se aparte de ese camino y se acerque al bien. Si es hermano nos escucha, entonces habremos procurado su bien. Habremos hecho un acto de amor al prójimo.
Hoy es una oportunidad maravillosa para examinarnos sobre cómo es nuestra actitud ante nuestro amigo hermano o pariente que va por el mal camino. Lo que pida el Señor que hagamos es que le corrijamos. Se podría afirmar sin temor a equivocarse que el chisme es una forma de hacer daño al prójimo y que no es la voluntad de Dios el que un creyente lo ponga en práctica.
Que la bendición de Nuestro Señor Jesucristo no se aparte jamás de nuestro lado.
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