Acude al que sabe cómo hacer

 El comportamiento ordinario era, hasta no hace mucho, que cuando alguien no sabía cómo hacer algo, acudía a una persona que sí sabía. Hoy, ese comportamiento natural se ha visto trastocado cuando se introducen otras variables que no tienen nada que ver con el proceso de aprendizaje en la propia vida.

Efectivamente, hoy la sociedad moderna inculca un modo de vivir un poco extraño: la autoestima exagerada, la exigencia de un respeto absurdo por las opiniones irracionales o hasta ilógicas y, la peor de todas, la búsqueda de un tutorial por las redes sociales.

El gran problema es que ese camino lleva a que las personas vayan construyendo sus vidas sobre ideas que no son sólidas y en muchos casos, falsas. El asunto es que ese modo de vivir, tarde o temprano, lleva a una sociedad a la ruina.

Lo mismo puede pasar en la vida cristiana y en la vida de la Iglesia. Si en lugar de dejarnos guiar por el que sabe, nos guiamos por cuanto vociferador aparece, caminamos hacia nuestra propia ruina espiritual.

En nuestra vida y en la vida de la Iglesia aparecerán constantemente dudas, diferencias y discusiones. Y es normal. Eso forma parte de la vida. Lo que no es normal es que nos empeñemos en no salir de la duda, o no solucionar las diferencias o discusiones.

El Señor nos ha dejado una carta de recomendación, que escuchamos en el Evangelio: “el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas” (Jn 14, 26). En el Santo Espíritu tenemos el mejor consejero y guía práctico para realizar en nuestra vida el mensaje de Cristo Jesús. Podemos y debemos acudir a Él en los momentos en que nos encontremos desorientados.

En la primera lectura de la Santa Misa escuchamos como ante la primera gran diferencia en la Iglesia, los Apóstoles no dudaron en acudir a la guía del Espíritu de Dios para solventarlo. Y así lo hacen saber: El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido… (Hech 15, 28).

En el camino de nuestra vida no estamos solos: tenemos la Palabra y el poder de Cristo y también la guía segura y el consejo del Santo Espíritu de Dios. No dudes en acudir a Él, porque el Espíritu Santo es el que sabe cómo hacer.

Que Dios nos bendiga hoy y siempre.


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