A la derecha del Padre

Hoy nos unimos a toda la Iglesia en la Solemnidad de la Ascensión del Señor. Es la verdad de fe que profesamos en el Credo: “Subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre”. Es el acontecimiento que pone fin al peregrinar terreno de Nuestro Señor Jesucristo en la tierra.

De este hecho histórico podemos sacar dos consecuencias prácticas para nuestra vida.

Con la Ascensión nace en los creyentes la certeza de que tenemos el intercesor más poderoso ante el Padre: el mismo Jesús, Dios y hombre verdadero. Con su condición humana y divina es el mediador perfecto entre Dios y los hombres. Todas nuestras preocupaciones, sueños, proyectos… podemos ponerlas en manos del Señor para que las presente al Padre en nuestro favor. Esa intercesión será posible si hacemos al Señor parte de nuestras preocupaciones, sueños y proyectos.

Es importante que el creyente purifique su intensión y tenga presente que Jesús no es un gestor ante el Padre. Es un mediador, es alguien en quien confiamos y que es tan nuestro, más nuestro que nuestra propia intimidad (San Agustín, Confesiones III, 6, 11). De lo contrario, no veremos a Jesús como Dios y hombre verdadero, sino como una persona que está a mi servicio (cuando, en realidad, es al revés).

En el pasaje de la Ascensión, escuchamos la Voluntad de Cristo para su Iglesia, comunidad de creyentes: anunciar a Jesucristo, haciendo discípulos, predicando la necesidad de volver a Dios para alcanzar el perdón de los pecados (Lc 24, 47). En palabras del Señor: ser sus testigos (Lc 24, 48; Hech 1, 8).

No es suficiente decir que creemos en Él. Es necesario ser sus testigos: anunciar a los demás las maravillas que el Señor ha hecho en la historia y en nosotros. Si no demostramos en nuestras palabras y en nuestra vida que Jesús es alguien importante para nosotros, no podemos decir que somos sus testigos.

El centro de nuestra Iglesia no son las devociones: es Cristo Jesús. Y él es y debe ser el objeto continuo de nuestra predicación y testimonio.

A Nuestro Señor Jesucristo que está a la derecha del Padre, todo honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.


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