El problema es saber qué es amar...


En más de una ocasión nos habremos encontrado en alguna situación en la que alguien nos habla de algo y no sabemos a lo que se refiere. Cuando preguntamos ¿qué cosa es? y nos dicen: tal cosa, caemos en la cuenta y decimos: No sabía que se llamaba así, lo conocía por otro nombre.

Eso es un fenómeno lingüístico llamado polisemia: referir a una misma realidad diversos nombres. También puede ocurrir que usemos una misma palabra para referirnos a muchas cosas. En cualquier caso, trae el peligro de no saber qué es lo que hablamos o no saber qué son realmente las cosas.

Y algo similar pasa con el amar. Se ha aplicado a tantas cosas el término amar que en la mente de la inmensa mayoría no se sabe a ciencia cierta qué es.

Amar no es un sentimiento. Los sentimientos son pasajeros. El amor dura para siempre (1Cor 13,8).

Amor no es sexo. Las relaciones sexuales deben ser expresión del amor, no de la rienda suelta de los instintos. Con el tiempo la capacidad de mantener relaciones sexuales desaparece, pero la capacidad de amar no.

Amor no son bienes materiales. Una de las peores distorsiones de nuestra cultura moderna es pensar que el amor se mide o se expresa en bienes materiales: hoy es común pensar que un papá quiere más a su hijo porque le compró algo caro y no porque lo educa mejor. Eso no es amor porque el amor no es presumido ni se envanece, no es maleducado ni egoísta (1Cor 13, 5).

Amar no es alcahuetear. Hoy, sobre todo en la educación de los hijos, se confunde amar con alcahuetear, llegando a límites donde no se le quiere decir lo que hace mal para no herirle sus sentimientos o crearles traumas(¡!) Eso no es amar porque el que ama no se alegra de la injusticia, sino que se alegra con la verdad (1Cor 13,6)

Para no alargarnos más, ¿qué es amar? Fundamentalmente, amar es la decisión de buscar el bien de otro sin intereses, sin esperar nada a cambio. Así como lo hace Jesús, Dios y hombre verdadero, con nosotros.

Es tan grande el amor de Jesús por nosotros, que no solo busca nuestro bien, sino que se ha dado completamente a nosotros. Se ha quedado con nosotros en la Eucaristía. Y nos pide que hagamos lo mismo con los demás: Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.

¿Cómo llevar a cabo este mandamiento? Procura el mejor y mayor bien para los tuyos y para todos. Así de sencillo. Y el principal bien es la salvación que está en Jesús.

¡Que Jesús nos bendiga!

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