NO al cristianismo residual
Por
razones que no mencionaremos, muchísimos católicos a lo largo del mundo han ido
distorsionando el testimonio de la fe. Antes existía un mayor compromiso con
Jesucristo al que se le daba un lugar preferencial en la vida. Hoy, para
muchísimos católicos, la fe y el testimonio de vida se ha convertido en algo
residual.
Efectivamente,
hay una falla a la hora de transmitir la fe de generación a generación. A las
generaciones más jóvenes no se les enseña a vivir la fe con coherencia, donde
el Amar a Dios sobre todas las cosas
tiene un reflejo en lo cotidiano. Hoy, muchos católicos no dan a Dios el lugar
preferencial, porque no han aprendido y vivido que el Señor es lo más importante.
Dios
se convierte en algo de poco valor y, por lo tanto, alguien a quien le dedicaré
tiempo si y solo si no tengo nada más valioso qué hacer. Así las cosas,
entonces será más importante que el Señor: una fiesta, un programa de
televisión, un encuentro deportivo (fútbol, béisbol, tenis, etc.), un rato de
esparcimiento en el bar, estar con unos amigos hablando tonterías, dedicar
tiempo a los videojuegos, navegar por internet, hablar por teléfono. Si una vez
realizadas esas y otras acciones que se le pueda ocurrir, si sobra algo de
tiempo, entonces, se lo dedicaremos al Señor en un rato de oración o en ir a la
Santa Misa, escuchada de pie al lado de la puerta y con el teléfono conectado a
internet esperando un mensaje que nos dé la excusa perfecta para salir.
El
Señor no se conforma con migajas. No quiere lo que sobra. Quiere lo que somos
hoy. Y el mensaje del Evangelio de nuestra Misa de hoy es claro: había un
gentío que daba mucho dinero, pero una viuda dio un par de monedas. La cuestión
no la plantea el Señor en quién aportó más a la causa, sino quien se dio más: los
demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado
todo lo que tenía para vivir.
Más
allá del aporte que, como creyentes, debemos dar para el sostenimiento del
culto, hoy es un llamado de atención para examinarnos sobre qué lugar ocupa
Jesús en mi vida y cuánto dedico a Él. ¿Cuánto tiempo dedico a orar diario? ¿Cuántas
veces ofrezco al Señor mi trabajo? ¿Leo y medito su Palabra? ¿Participo en la
Santa Misa con atención y devoción? ¿Antepongo otras cosas a mi fe? ¿Soy
perezoso para dedicar tiempo al Señor? ¿Ayudo al sostenimiento del culto en mi
parroquia?
Recuerda:
el Señor no quiere migajas. El Señor quiere lo que somos. Por eso: NO al cristianismo residual.
Dios
te bendiga.
Buen día Amigo, el articulo me ha parecido bien acertado y coherente con su enunciado, sin embargo me parece que en esta ocasión estas mostrando una sola cara de una realidad que tiene muchos años golpeando, silenciosamente a la Iglesia. Es bien sabido por todo cristiano que la salvación es individual y en el caso que trata tu articulo es responsabilidad de los jefes de familia la transmisión generacional del AMOR POR EL SEÑOR, No obstante m parece importante que hagas un llamado de atención a la Institucionalidad de la Iglesia, porque en definitiva también es su misión difundir el evangelio de la forma mas adecuada para cautivar a la gente, y ese pulso creo que le ha sido cedido a sectas y cuanto invento sale por ahí...Saludos y Bendiciones.
ResponderEliminarMuchas gracias al blog por fomentar la fe y el amor hacia Dios, tengamos en cuenta que orar nos puede salvar cuando todos se den por vencidos.
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