Jesús, el Rey de la Verdad
Es un recurso
frecuente en el Evangelio según San Juan el que Jesús pase de la consideración
de algo material a las verdades más sublimes. Y hoy, ante la pregunta meramente
política de Pilatos («¿Eres tú el rey
de los judíos?») el Señor Jesús pasa a manifestar en qué consiste su reinado,
que no es según los reinos de este mundo y que, de manera misteriosa, está
ligada a la verdad (aquella que nos hará libres, Jn. 8, 32)
El Reino de Cristo no es de este mundo. El inicio de la actividad pública de Jesús comenzó
con el llamado a la conversión porque el Reino de Dios estaba cerca (Mc. 1, 15)
y en muchas ocasiones, el Maestro utilizó imágenes para que entendiéramos que
el Reino de Dios es muy valioso, que vale la pena entregar todo por él y que en
ese Reino cabemos todos (Mt. 13). Es un Reino que está en medio de nosotros (Lc
17, 21) y el Rey es Jesús (Mt 25, 31-32; Jn 18, 37)
Para pertenecer a ese Reino, es preciso seguir a Jesús. En el evangelio
de nuestra Misa escuchamos: «Soy rey. Yo para esto he nacido y para esto
he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad
escucha mi voz». La verdad, en el evangelio de San Juan tiene dos significados:
el primero es Jesucristo mismo (Yo soy el camino, la verdad y la vida. Jn 14,
6) y el segundo es: la palabra de salvación en la que hemos de ser santificados
(Jn 17, 17) y que nos libera de la esclavitud del pecado (Jn 8, 34-36).
Por eso, todo el que quiere buscar el bien y la felicidad, escucha a Jesús,
y hace el obsequio de su corazón. Es así como formamos parte del Reino de
Cristo Jesús: Escuchando a Jesús como discípulos, y dando testimonio con
nuestra vida de que hemos aceptado el camino de salvación que nos enseña Jesús
y que lo hemos aceptado como nuestro Dios y Señor.
Hagamos que el Reinado de Cristo en nuestra vida sea una realidad:
aceptar a Cristo, su Palabra y su Voluntad, alejamiento del pecado, ofrenda de
nuestras acciones y nuestra vida.
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