¡Nada de desesperanza!
La
desesperanza o desesperación es la percepción que puede tener un individuo de
que no hay ningún tipo de futuro bueno para él. En la vida cristiana es un
pecado: es cuando un cristiano afirma que no hay posibilidad de salvación para
él.
Las
lecturas de la Misa de hoy son un grito de Nuestro Señor para decirnos que Él
está siempre cerca de nosotros. Siempre. Sólo queda que nosotros hagamos el
primer paso.
En
la primera lectura, el profeta invita a todos a acercarse a Nuestro Señor. No
importa qué es lo que se haya hecho en la vida: el Señor es capaz de
perdonar todo y aceptar a cada quien. Nadie debe pensar que ha llevado una
vida tan mala y desgraciada y por eso no tiene perdón de Dios. El profeta nos
lo hace saber: “Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus
caminos no son mis caminos, dice el Señor”.
En
el Salmo Responsorial escuchamos una verdad que debe acompañarnos siempre: No
está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo
invoca.
El
Evangelio de hoy es rico en enseñanzas, pero solo te dejaré una: El Señor sale
a nuestro encuentro en muchas ocasiones de nuestra vida. Eso significan las
diversas salidas que hace el Señor de la viña a lo largo del día. En cada
encuentro con el Señor, Jesús nos hace la invitación a seguirlo: ‘Vayan
también ustedes a mi viña’. En la práctica, hemos de tener la
disponibilidad de atender los llamados de Jesús.
El
hecho de que muchos de nosotros hayamos dado una respuesta afirmativa al Señor
en algún momento de nuestra vida no quiere decir que el Señor no nos llamará a
que cambiemos o mejoremos algo. A lo largo de nuestra existencia podemos
equivocarnos, confundirnos o dejarnos llevar por otras ideas. El Señor Jesús
puede llamarnos a la conversión cuando quiera.
Ojalá
en esos encuentros que tengamos con el Señor seamos dóciles y no dejemos que la
desesperanza se adueñe de la vida: Todos tenemos la posibilidad de salvación
siempre y cuando busquemos al Señor y respondamos a su llamada de conversión y
de trabajar en su viña. El Señor se deja encontrar mientras haya alguien que lo
busque, mientras que lo busquemos.
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