Corrección fraterna
Hoy las lecturas de la Misa nos
invitan –a todos sin excepción– a que perdamos el miedo a corregir. De hecho,
es un mandato divino corregir al que está equivocado o al que lleva su vida por
mal camino. Las razones son muy sencillas:
1) Corregir al que está equivocado (al
que va por mal camino) es una forma de cumplir el mandato del amor. Si amamos
al prójimo, entonces buscaremos no solo no hacerle mal, sino que procuraremos
su mayor bien. Alejarlo del mal es una manera de amar.
2) Somos también responsables de la
vida y salvación de los demás: “Si yo
pronuncio sentencia de muerte contra un hombre, porque es malvado, y tú no lo
amonestas para que se aparte del mal camino, el malvado morirá por su culpa,
pero yo te pediré a ti cuentas de su vida. En cambio, si tú lo amonestas para
que deje su mal camino y él no lo deja, morirá por su culpa, pero tú habrás
salvado tu vida”. Si esa persona forma parte de la Iglesia porque ha
recibido el bautismo, entonces es hermano nuestro. Hay una responsabilidad
mayor. Nuestro Señor así nos enseña: “Si tu hermano comete un pecado, ve y
amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano”.
Hoy Satanás –el enemigo– se está
apuntando un éxito: hoy muchos cristianos han dejado de lado la Palabra y han
puesto otras frases por encima de su Voluntad Santísima: “Vive y deja vivir”;
“Cada quien puede hacer lo que quiera”; “No te metas en problemas”. Todo esto
para no llevar a la práctica la corrección fraterna.
Precisamente, por dejar de lado la
Palabra el mal se extiende justo delante de nuestras narices. Y no hacemos
nada.
Hoy se ponen muchas excusas. Algunas
absurdas como “no sabes quién te está grabando o si agarra alguna cosa tuya
para hacer brujería”. ¡Qué falta de fe! Se ignora cuánto dolor se inflige al
Sagrado Corazón de Jesús cuando se pone en duda su omnipotencia.
Si queremos que los cristianos influenciemos
sobre nuestra sociedad, entonces perdamos el miedo a corregir: es un mandado
divino. Así pondremos nuestro grano de arena para hacer de nuestra sociedad una
sociedad mejor y una Iglesia mejor.
Muy interesante y acertado.
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