¿Qué significa "amar"?
En diversos pasajes de la Sagrada Escritura
encontramos la palabra “amar” referida a Dios y al prójimo. De hecho, en los
relatos sobre los diez mandamientos (Ex. 20 y Deut. 5) y muchos otros pasajes,
se nos dice que debemos amar a Dios y a los demás. El problema de comprender esto no es lo que está
escrito, sino en lo que podría se entender hoy como “amar”.
Hoy, “amar” es un término con muchos significados.
Cuando una persona se aficiona por algo, por ejemplo, un carro, se dice que “se
enamoró de ese carro”. En modo similar, si a un chico le gusta una chica, o
viceversa, se dice que “está enamorad@”. Lo mismo se ha llegado a aplicar a los
que tienen algún animal doméstico en casa.
También se dice que el esposo debe amar a su esposa,
la esposa al esposo, los padres a los hijos y los hijos a los padres.
Finalmente, que se debe amar a Dios sobre todas las cosas. Pero, ¿qué significa
amar?
Amar no es un sentimiento: es una decisión
reflexionada. Cada quien juzga si una persona es merecedora de su propio afecto
y decide buscar el mayor bien posible para ella. Eso es amar. Los sentimientos
ayudan y facilitan la decisión, pero, no es eso: los sentimientos son
pasajeros. El que desaparezca un sentimiento no quiere decir que desaparezca el
amor.
Amar es procurar el mayor bien para otra persona. Hoy
el Evangelio de la Misa nos deja el mandamiento de Jesús: “Este es mi mandamiento: que se
amen los unos a los otros como yo los he amado”. Y es claro el sentido:
procura el mayor bien posible a los demás, de la misma manera que Jesús lo hizo
con los hombres.
Hagamos un repaso veloz: Jesús dio de comer a una
multitud, perdonó, enseñó, orientó, dio ejemplo, y finalmente, dio su propia
vida por la salvación de todos. Así debemos amar a los demás.
Amar no es solamente dar cosas: es procurar el bien.
Una cosa material perecerá al tiempo, pero virtudes, valores, la orientación de
los papás a los hijos, un consejo, una corrección y hasta un castigo pueden ser
una muestra de amor mayor que un billete, un cheque. Eso nos puede durar toda
la vida. Así como el mensaje y la acción de Jesús que perduran con el tiempo.
Dios nos ha amado: nos ha dado a su Hijo Jesús para
nuestra salvación, como nos dice San Juan en la segunda lectura, por eso “el
Señor nos ha mostrado su amor
y su lealtad”.
Cumple este mandamiento de Jesús: “El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor”.
Que Dios te bendiga.
Para explicar a los niños del catecismo el por qué el amor no es un sentimiento, les pongo el ejemplo de una persona que cuida a un viejito. Llega un momento que el viejito le colma la paciencia y llega hasta a afirmar: "¡No lo soporto!". Eso no quiere decir que no lo ame, porque si a ese viejito hace falta llevarlo al médico de emergencia, lo hará sin duda.
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