Mujer, ahí tienes a tu hijo; ahí tienes a tu madre


1) Composición del lugar
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás y María Magdalena. Marcos dice que estaban María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y José, y Salomé. Mateo añade la madre de los hijos del Zebedeo.
No era extraña la presencia de María en Jerusalén. Ella (al igual que José y Jesús) iban siempre a Jerusalén en las fiestas religiosas. Y estaba por celebrarse en Jerusalén la Pascua judía.

2) Especial situación de las mujeres en general y de las viudas en Israel
La sociedad israelita estaba fundada sobre el varón. De hecho, era el varón quien tenía el mayor cúmulo de derechos, la mujer en cambio no tenía tanta relevancia. Hoy diríamos que era una sociedad machista.
Una mujer sola en Israel –históricamente, claro– si no poseía bienes de fortuna, era víctima de cualquier clase de abusos.
Al igual que los huérfanos, estaban desprotegidos. Era una realidad que estaba presente desde los orígenes y esa situación causaba una particular repugnancia a Yahweh, a tal punto que aprovecharse del huérfano y de la viuda era un pecado tan repugnante que es un pecado que clama al cielo. Hay una maldición para aquellos que se aprovechen de ellos: “No maltrates a las viudas y a los huérfanos porque si los maltratas y ellos claman a Mí, Yo iré en su ayuda con gran furia, a golpe de espada, les quitaré a ustedes la vida. Entonces quienes se quedarán viudas y huérfanos serán las mujeres y los hijos de ustedes” (Ex 22,23-24)
Nuestro Señor Jesucristo era particularmente sensible a la situación de la mujer en Israel. Fue el primer maestro en Israel en aceptar mujeres en su grupo (Lc 8,1-3) que antes de Él solo aceptaban su apoyo económico. Dio idénticos trato en el matrimonio (Mc 10,1-12). Dirigió su acción milagrosa a muchas de ellas (la suegra de Pedro, la hemorroísa, la hija de Jairo, la mujer sirofenicia, la mujer jorobada, la viuda de Naín) Ensalzó el ejemplo de la viuda pobre y de la que le lavó sus pies con sus lágrimas. Trató con respeto a la samaritana y aquella que fue llevada a su presencia sorprendida en adulterio. Sin contar que fueron unas mujeres las primeras que recibieron el anuncio de la victoria de Cristo en la resurrección.
Jesús, con estas palabras, estaba encomendando el cuidado de su madre, en primer término a Juan, pero en un sentido más amplio, a todos nosotros y eso lo entendió la primera comunidad cristiana (Hech 1,14)

3) El 4º mandamiento
El cuarto mandamiento es el único cuyo cumplimiento va acompañado de una bendición: “Honra a tu padre y a tu madre para que vivas una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios” (Ex 20,12) y te vaya bien (Deut 5,16)”
El cumplimiento del cuarto mandamiento no es idéntico en todos los momentos de la vida. Hay, si, una constante y se llama respeto: es la consideración o deferencia hacia los papás. Ellos no son unos cualquiera (a no ser que se hayan comportado como tal) sino que por su dedicación merecen un trato distinto a cualquier otra persona. Esto es el fundamento del mandamiento.
He escuchado decir en múltiples oportunidades que los hijos hoy no son como los de antes y la única explicación que existe es que los papás de hoy no son como los de antes.
Hoy los papás han descuidado la educación de sus hijos (que no es lo mismo que instrucción) dejándose llevar más por ideas erradas que por criterios seguros. Hoy los papás casi no dicen que no. Esa ausencia ha hecho que las generaciones nuevas no conozcan los límites morales y se hace cada vez más difícil el respeto. Hoy a los muchachos no se les enseña el esfuerzo sino el facilismo en función de los resultados. Consecuencia: tenemos una generación de chicos con títulos y notas altas pero que en realidad no saben nada. No tienen destrezas ni habilidades salvo las que adquirieron por afición: manejo de computadoras, celulares y poco más.
Es una tarea difícil pedir respeto a quien no fue educado para eso. Y sin respeto, se pierde un amplio campo de la moral.
En cualquier caso, es un mandamiento del Señor que se debe poner en práctica.

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