No seamos unos vendidos


Los venezolanos usamos la palabra “vendido” para referirnos a una persona que hoy está con alguien y mañana está en su contra. Dicho de otro modo: Fulano es un “vendido” porque falta a la fe, confianza o amistad que debe a Zutano.
En los dos relatos evangélicos que escuchamos en la Santa Misa de hoy podemos ver esta “cualidad” en los que estaban en Jerusalén en la Pascua en que murió el Señor. Fíjate:

En el primer relato se narra la entrada de Jesús en Jerusalén. Montado en un burrito, Jesús recibe los vítores de los hebreos: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!  Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en el cielo!. Querían aclamarlo como rey, sabiendo todas las maravillas y prodigios que había hecho a los ojos de todos ellos.
En el segundo relato, de la Pasión del Señor, escuchamos al mismo pueblo que lo aclamaba: “Pilato les volvió a preguntar: “¿Y qué voy a hacer con el que llaman rey de los judíos?”  Ellos gritaron: “¡Crucifícalo!” Pilato les dijo: “Pues, ¿qué mal ha hecho?” Ellos gritaron más fuerte: “¡Crucifícalo!” Pilato, queriendo dar gusto a la multitud, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.
¿Qué sucedió en menos de una semana para que el pueblo de Israel cambiara de opinión tan abruptamente? En el mismo pasaje encontramos la respuesta: “los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás”.
Hoy ocurre algo muy similar en la vida de los cristianos: al no tener una fe firme, una vida coherente y un trato confiado con Nuestro Señor, se dejan llevar por las opiniones de otros. Esas “opiniones” no siempre responden a motivaciones sanas, sino a justificar las malas acciones propias.
Lo que debe hacer un cristiano es no dejarse llevar por cualquier vientecillo de opiniones. Sigamos el consejo de San Pablo: “Examínenlo todo y quédense con lo bueno. Eviten toda clase de mal, dondequiera que lo encuentren” (1Tes 5, 21 – 22)
Jesús es Dios hecho hombre. Es nuestro Salvador. Queda que tú y yo respondamos, pero conociendo primero el camino que nos propone. No te dejes llevar por opiniones contra Jesús y contra su Iglesia. Hacerlo sería comportarte como los hebreos de aquella época.
Vive esta Semana Santa cerca del Señor. Y no seas un “vendido”.
Dios te bendiga.

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