El temor a cambiar
Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en
la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto.
El Señor usa una imagen particular: un grano de trigo.
El grano de trigo es la base de la alimentación de una buena parte del mundo.
Es la base de la harina con la que se hace el pan, las pastas y muchas otras
cosas. Sin embargo, si todos los granos del mundo se usaran para harina, sucede
que después no habría más trigo. Si se quiere el trigo se multiplique es
necesario que muera:
se hunde bajo tierra, allí la humedad comenzará a alterar
la estructura del grano que hará que se convierta en un tallo que portará una
espiga con un buen número de granos.
La inmensa mayoría de los seres humanos se conforma
con quedarse como está: no cambia. Prefieren vivir en la comodidad aparente de
una vida sin exigencias, vegetando, sin “meterse en problemas”, esperando a que
otros le hagan las cosas fáciles. Se rigen por la ley del minúsculo esfuerzo. Son
un pésimo ejemplo para los demás, especialmente para las generaciones que se
van levantando. No tienen moral, son acomodaticios. Y ellos serán un número
cuando acabe su existencia: no dejaron nada para la posteridad.
El Señor nos invita a que salgamos de ese ostracismo y
que nos dejemos transformar por su Palabra. Ciertamente, tendremos que
renunciar a algunas posiciones cómodas, pero eso redundará en muchísimos frutos
y bendiciones. Dejémonos transformar por Cristo Jesús, dejemos que Él nos haga
morir a nuestros egoísmos y soberbias, orgullos y malcriadeces, para dar frutos
de generosidad, humildad, alegría y servicio.
Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre:
‘Padre, líbrame de esta hora’? No, pues precisamente para esta hora he venido.
Todo cambio genera en la persona una sensación fuerte
de temor. Y eso sucede con todo: desde cuando uno compra algo nuevo a cuando
uno se muda de casa. No obstante, no se debe temer al cambio. Si dejamos que
nos domine el temor quedaremos siempre en la misma situación. Todos los cambios
que se hacen en la vida persiguen un fin: mejorar. En algunos casos, podemos
equivocarnos, pero si estamos con Cristo Jesús no debemos temer cambiar.
Dejémonos llevar por Cristo, sin miedo.
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