Lo que nos enseña la purificación del Templo
El pasaje del Evangelio que escuchamos hoy está lleno
de enseñanzas a las que deberíamos prestar atención.
En el atrio exterior del templo, donde podían entrar
los no judíos, había comerciantes que vendían animales para los sacrificios y
cambiaban monedas extranjeras (consideradas impuras) por monedas de Tiro, que
eran las únicas que se aceptaban como ofrendas o en pago del impuesto del
templo (Mt 17,24). Este negocio, legítimo en sí mismo, se prestaba a graves
abusos. En las principales fechas judías asistía mucha gente de cualquier parte
del mundo al Templo. Muchos de ellos no llevaban los animales para la ofrenda
sino que los compraban en Jerusalén. Aparte de eso, para los sacerdotes del
Templo era una fuente de ingresos “extra”.
2) ¿Por qué
Jesucristo los sacó del Templo?
El hecho de que esa práctica fuese permitida por los
sacerdotes del Templo no quiere decir que está bien. En este caso, con los
cambistas se daban discusiones sobre la tasa de cambio. Los animales, además
del ruido que hacían, dejaban el Templo hecho un desastre puesto que había que
darles de comer y beber, y como cualquier animal orinaban y defecaban dejando
un desagradable olor en la Casa de Dios.
Todo esto era una falta de respeto al Templo. Es por
eso que Jesús hace un látigo y los expulsa del Templo: no se puede faltar el
respeto a la Casa de Dios.
3) ¿Qué indica
la actitud de los judíos?
Los judíos le piden una señal a Jesús de su autoridad.
Eso indica una actitud de querer “disfrazar” el mal, el pecado. Esa misma
actitud se repite hoy de diversas formas:
a) Ante quién
nos corrige, preguntar quién es para decírselo.
b) Cambiando el nombre de las cosas, para restarle
“maldad” a la acción.
c) Anunciando
que no se le hace daño a nadie o que no pasó nada.
d) Ignorando el
mal, llamando la atención sobre “lo positivo”.
4) ¿Qué podemos
aprender de este pasaje del Evangelio?
Muchas cosas. Principalmente debemos examinarnos si
tenemos la actitud de “disfrazar” el pecado y también si respetamos la Casa de
Dios –nuestra iglesia– cuando estamos en ella.
"Yo les pateé el trasero a esos desubicados irrespetuosos cuando invadieron el templo de Mi Padre. De vez en cuando la ira es necesaria para comprender que el amor que de Mi heredaste es infinito a pesar de tu humanidad imperfecta y que es ese amor, mi huella en ti y el sendero que te devolverá a Mi algún día."
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