El fundamento de todos los valores
Cada vez es más frecuente escuchar hablar de la “pérdida de valores”. Lamentablemente, muchas de esas personas no saben a ciencia cierta de qué están hablando. La mayoría piensa que los valores son como una especie de esencia que se aplica y causa una serie de efectos en la conducta humana. Y... no es así.
La vida moral si no tiene su fundamento en Dios pierde absolutamente todo sentido. Nadie se porta bien “porque sí”. Si no hay referencia a algo o alguien superior, el buen comportamiento se convierte en algo opcional, pero no en algo que moldea la vida en la felicidad.
Sin esa vinculación con Jesús, la vida carece de sentido y se convierte en una especie de veleta que cambia de dirección con el viento. Ayer estuvo de moda el “new age” o la brujería, hoy la santería, mañana... ¡quién sabe! Y conforme aparecen “modas” aparecen también modos de actuar y comportarse. En otras palabras, sin la vinculación a Jesús la vida de una persona se convierte en una vida mundana.
Jesús nos enseña que, llevando una vida conforme a sus mandamientos, podremos alcanzar la felicidad eterna, la verdadera vida. Eso es tener fe en Él. Llevo una conducta recta porque creo en Cristo Jesús, mi Salvador. Y con ello espero ganar la vida eterna.
Esa vida eterna la obtendremos con la resurrección después de la muerte. Eso es un dogma de fe que ningún cristiano puede poner en duda: después de que hayamos rendido cuenta de nuestra vida a Jesús hemos de esperar en la resurrección para la vida eterna: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. Podremos tener nuestros momentos de duda, pero Jesús nos ayudará a salir de ese trance: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”.
Nuestra fe en Jesús es el fundamento de todo nuestro actuar moral. Ya nos lo enseña San Pablo: “Los que viven en forma desordenada y egoísta no pueden agradar a Dios. Pero ustedes no llevan esa clase de vida, sino una vida conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo”.
En el Credo decimos Creo... en la resurrección de la carne y en la vida eterna. Es preciso que orientemos nuestra vida para poder gozar del premio que Jesús nos tiene prometido.
Tiempo de cuaresma, tiempo de conversión. Todavía estamos a tiempo.
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