Vivir según el Espíritu de Jesús

Desde hace años, para ser exacto, desde el inicio de su Pontificado, el Papa Benedicto XVI ha venido denunciando un fenómeno al que ha llamado “la dictadura del relativismo”. El Santo Padre da este nombre a la pretensión de los seres humanos de defender el libertinaje bajo el pretexto de que nada es bueno o malo absolutamente, sino que eso lo decide cada quién.

El Santo Padre tiene razón. No es cierto que todo es relativo y menos en materia de la moral. Un cristiano no puede defender esa posición porque estaría dejando vacío el mensaje de Cristo.

Normalmente, la posición del que defiende el relativismo moral es para justificar sus propios errores, haciéndolos ver que no son tales sino que si lo demás lo perciben así es problema de ellos: para él, no es malo.

Este intento por oscurecer la conciencia hace que desaparezcan no solo los valores, sino los límites de lo que es bueno o es malo. Y cuando una sociedad piensa así, se destroza el orden y por lo tanto la paz. Una sociedad, una comunidad, un grupo humano no puede tener paz sin tener virtudes firmes, en especial la justicia. Sin justicia no hay paz: Opus iustitiae pax.

El profeta Isaías anuncia que un renuevo del tronco de Jesé (el padre del Rey David) recibirá los dones del Espíritu y será justo, y con la justicia vendrá la paz. Es por ello que los cristianos llamamos al Señor Jesús Rey de Justicia y de Paz. En el salmo hemos pedido su venida.

San Pablo, en la segunda lectura de la Misa de hoy, expresa su deseo de que todo lo que el Señor nos ha enseñado, lo pongamos en práctica siguiendo el mismo espíritu de Nuestro Señor Jesucristo: “Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, les conceda a ustedes vivir en perfecta armonía unos con otros, conforme al espíritu de Cristo Jesús, para que, con un solo corazón y una sola voz alaben a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo”.

No querer hacerlo, relativizar lo malo que hacemos o hacernos los locos, no hará que seamos justos a los ojos de Dios. Esa misma actitud estaba presente entre los hebreos en la época de Juan el Bautista, figura que destaca hoy en el Evangelio. Los saduceos y los fariseos eran “especialistas” en relativizar los defectos propios. Esa actitud les valió la tremenda reprimenda de Juan Bautista: “Raza de víboras, ¿quién les ha dicho que podrán escapar al castigo que les aguarda? Hagan ver con obras su arrepentimiento y no se hagan ilusiones pensando que tienen por padre a Abraham, porque yo les aseguro que hasta de estas piedras puede Dios sacar hijos de Abraham. Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé fruto, será cortado y arrojado al fuego”.

El tiempo de Adviento es una invitación a dejarnos renovar por el Espíritu de Jesús, que hemos recibido en el bautismo y cuya plenitud recibimos en la Confirmación. Dejemos la práctica del relativismo moral, configuremos nuestra vida según Cristo Jesús, y si queremos la paz, seamos justos.

Dios te bendiga.

Comentarios

  1. Excelente Padre! Tiene razón en todo lo que dice en este artículo. Ojalá el Espíritu nos guíe con su Gracia para renovarnos y cambiar esa mentalidad libertina que solo lleva al desenfreno moral.

    Solo con la Luz podremos volver a ser como niños.

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  2. Ésa es la idea. El propósito es renovarnos según el Espíritu de Jesús. Somos cristianos y eso significa ser seguidores de Cristo Jesús.
    Dios te bendiga.

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