Aprender a ver más allá
El Evangelio de la Santa Misa de hoy nos presenta el pasaje de la transfiguración del Señor (Lc 9, 28b-36). En la primera lectura, escuchamos el pasaje, hermoso por demás, del diálogo de Abram con Yahweh en el que Dios le hace saber que su descendencia heredará la tierra santa (Gn 15, 5-12. 17-18).
Ambos relatos tienen un punto en común: son una invitación a ver más allá de la simple percepción o interpretación humana. Abram obtiene la certeza de la promesa de Dios, los apóstoles la certeza de la divinidad de Jesucristo.
Los seres humanos somos complicados y tendemos a desfigurar la realidad para favorecer intereses propios o ajenos.
En el caso concreto de nuestro Señor Jesucristo, ha habido muchísimos intentos a lo largo de la historia por desfigurar la persona de Cristo, en algunos casos, con buena intensión. Se le llama amigo, compañero de camino, el primer comunista, el revolucionario, etc. Todos esos apelativos tienen como objetivo desfigurar a Jesucristo.
En el pasaje de la Transfiguración, Pedro (el único que pudo decir algo) se quedó en la materialidad: hacer tres chozas. Y lo hizo sin mala intensión. Dios Padre pone las cosas en su justa dimensión: Este es mi Hijo, mi escogido.
Dar otros apelativos a Jesucristo, obviando el fundamental, hace que nos acerquemos a Él con poco o ningún fruto. De ese modo, la transformación de la mente y el espíritu que da un sentido nuevo a la vida del creyente no es posible: porque Jesucristo no será alguien capaz de dar un significado a todo lo que nos pasa en nuestra vida.
En la vida del creyente se puede correr el peligro de quedarnos con lo accesorio olvidando lo principal: Cristo Jesús. Para ello, es preciso atender el mandato de Dios Padre: escúchenlo. Escuchar a Jesucristo no es aceptar lo que me conviene obviando lo que me incomoda. Escuchar a Cristo Jesús es recibir y aceptar el mensaje integral, haciendo nuestro mejor esfuerzo por vivirlo.
En el camino cuaresmal debemos considerar este particular: saber centrar nuestra vida en Cristo Jesús y eliminar de nuestra vida todo aquello que nos distrae. Es aprender a ver más allá de lo material, donde está Cristo.
Que Dios te bendiga.
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