El particular testimonio del apóstol Santiago

Hoy, en toda España y en algunas Diócesis como la de Caracas, celebran la solemnidad del Apóstol Santiago. El único apóstol de Cristo del que se narra su martirio, el primero de los apóstoles en alcanzar la victoria definitiva.

En la primera lectura escuchamos una de las máximas que debe guiar la vida de todos los creyentes: es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres (Hech 4, 19). Es una invitación a no ceder ante los miedos y las opiniones mordaces y negativas de los hombres, sino más bien dar testimonio de Cristo Jesús.

Los malos creyeron que matando a uno de los apóstoles acabarían con la Iglesia naciente. No cayeron en la cuenta de que Dios ve mucho más lejos, y que de lo que aparentemente era un mal, hizo que durante siglos se mantuviera viva la fe en muchos lugares de Europa.

Como creyentes, debemos tener la certeza de que Dios sabrá sacar más provecho de las pequeñas o grandes acciones que hagamos. “Este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros” (2Co 4, 7). Así que no debemos sentirnos menos que otros porque veamos que otros “hacen más”. El resultado lo dará el Señor.

La adversidad formará parte de nuestra existencia como creyentes. Si nos rendimos, dejaremos de ser instrumentos en manos de Cristo Jesús. Hemos de ser perseverantes: “Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal… Teniendo el mismo espíritu de fe… también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien” (2Co 4, 11 -14).

Que esta Solemnidad del Apóstol Santiago nos recuerde el deber cristiano de dar testimonio, sobre todo en la adversidad. Sin temor a lo que otros puedan decir o hacer. El Señor sabrá dar fruto al esfuerzo nuestro de hoy.

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