Al Señor le importa quién eres hoy
Las lecturas de nuestra Santa Misa de hoy son de una belleza y profundidad especial. Se pueden hacer muchas reflexiones y todas ellas, maravillosas. Hoy quiero compartir una consideración que casi siempre dejamos en el olvido: a Dios le importa quien somos hoy.
Los seres humanos somos complejos. Dejamos que muchas cosas nos afecten y condicionen. El falso ideal de ser perfectos y superiores hace que las personas vivan esclavos de lo que han hecho en el pasado. Temen que se descubra algún hecho vergonzoso o algún momento de su vida y que puedan echárselo en cara derribando su imagen labrada de hoy.
Otra situación es la de las personas que no quieren cambiar porque requiere esfuerzo o porque temen que no van a poder sostener su voluntad de vivir bien a los ojos de Dios por mucho tiempo. Resultado: siguen viviendo alejados de Dios.
El mensaje de Cristo Jesús parte de este principio: no importa lo que hayas hecho en el pasado. A Jesús le importas ahora. El punto de partida de arrepentirnos del mal que hayamos hecho, aceptemos a Jesús como nuestro Salvador y estemos dispuestos a caminar con Él el resto de nuestra vida.
Al principio, a los Apóstoles les costó un poco entenderlo, pero el Espíritu Santo se los dejó claro. Por eso el Apóstol Pedro declara: Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea (Hech10, 34 – 35). Como somos obra de la mano de Dios, Él nos conoce y sabe cómo somos. Y nos ama. Como escuchamos a San Juan en la segunda lectura de hoy: En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados (1Jn 4, 10).
Jesús se acerca a nosotros para que dejemos el pasado en el pasado y nos mostremos dispuestos a vivir una vida nueva: No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure (Jn 15, 16)
Demos por descontado que no vamos a ser perfectos. Demos por descontado que el camino de seguimiento a Cristo Jesús será algo difícil y tendremos tropiezos. Como Pedro cuando negó a Jesús. Si permanecemos firmes, Jesús obrará cosas grandes en nosotros o por nosotros. Si nos caemos, nos levantamos. Nos acercamos a Jesús nuevamente porque queremos permanecer en su amor: Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor (Jn 15, 10).
Si por alguna razón dudabas, tenías miedo de fallar o sientes la tentación de abandonar porque no te sientes perfecto, recuerda y repite esto: A Dios le importa quien soy yo hoy, no quien fui antes. Acércate al amor de Jesús y permanece en Él.
Bendiciones para todos.
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