La purificación del Templo de Jerusalén
El pasaje del Evangelio (Jn 2,13-25) que escuchamos hoy está lleno de enseñanzas a las que deberíamos prestar atención.
1) ¿Por qué existían estos negocios en el Templo de Jerusalén?
En el atrio exterior del templo, donde podían entrar los que no eran judíos, había comerciantes que vendían animales para los sacrificios y cambiaban monedas extranjeras (consideradas impuras) por monedas de Tiro, que eran las únicas que se aceptaban como ofrendas o en pago del impuesto del templo (Mt 17,24). Este negocio, legítimo en sí mismo, se prestaba a graves abusos. En las principales fechas judías asistía mucha gente de cualquier parte del mundo al Templo. Muchos de ellos no llevaban los animales para la ofrenda, sino que los compraban en Jerusalén. Aparte de eso, para los sacerdotes del Templo era una fuente de ingresos “extra”.
2) ¿Por qué Jesucristo los sacó del Templo?
El hecho de que esa práctica fuese permitida por los sacerdotes del Templo no quiere decir que estaba bien. De hecho, esa actividad suponía una pérdida de la santidad del Templo: con los cambistas se daban discusiones sobre la tasa de cambio; los animales, además del ruido que hacían, dejaban el Templo hecho un desastre puesto que había que darles de comer y beber, y como cualquier animal orinaban y defecaban dejando un desagradable olor en la Casa de Dios.
Todo esto era una falta de respeto al Templo. Es por eso que Jesús hace un látigo y los expulsa del Templo: no se puede faltar el respeto a la Casa de Dios.
3) ¿Qué indica la actitud de los judíos?
Los judíos le piden una señal a Jesús de su autoridad. Eso indica una actitud de querer “disfrazar” el mal, el pecado. Pensaban que solo podían dejar de hacer el mal por un argumento de autoridad. Su corazón envenenado no les permitía ver la maldad: la falta de respeto al Señor en su Casa. Esa misma actitud se repite hoy de diversas formas:
a) Ante quién nos corrige, preguntar quién es para decírselo.
b) Cambiando el nombre de las cosas, para restarle “maldad” a la acción.
c) Anunciando que no se le hace daño a nadie o que no pasó nada.
d) Ignorando el mal, llamando la atención sobre “lo positivo”.
4) ¿Qué podemos aprender de este pasaje del Evangelio?
Muchas cosas. Principalmente debemos examinarnos si tenemos la actitud de “disfrazar” el pecado y también si respetamos la Casa de Dios –nuestra iglesia– cuando estamos en ella.
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