El centro sigue siendo Jesucristo

Hoy nos unimos a toda la Iglesia en la fiesta del Bautismo del Señor, relato que escuchamos en el Evangelio (Mc 1, 7-11). Quiero compartir contigo dos ideas.

Jesucristo se hizo uno de nosotros en todo. El Señor en su vida terrena no quiso distinciones especiales. Se hizo uno semejante a nosotros menos en el pecado. Una de las tantas cosas que el Señor recriminaba a los fariseos es el hecho de que hacían las cosas solamente para que los viera la gente y así recibir el aplauso de ellos. No les importaba el testimonio: se buscaban ellos mismos. El Señor desde los inicios de su vida pública dio muestras de que no quería ser muy diferente a los hombres normales como tú o como yo. Se acercó al Jordán como cualquier otro, sin tener necesidad de ello. Esa es la imagen que dibuja el profeta en la primera lectura de hoy (Is 42, 1-4. 6-7) ¡Jesús es uno de nosotros!

El relato del Evangelio hay un mensaje importante de Juan el Bautista: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”. No podemos olvidar que al centro de nuestro ser cristianos está Jesucristo. Él es y debe ser siempre lo más importante para nosotros.

Nosotros estamos más habituados al binomio: si aparece mucho y llama la atención entonces es importante. Mientras que, en la casi totalidad de los casos, las personas más importantes son las que pasan más inadvertidas. Es lo que ocurre cuando los jóvenes admiran más a una estrella de la televisión o a un influencer que a su propio padre o madre. Y como Jesús pasa en muchas ocasiones desapercibido a los ojos del mundo…

El mundo no aprecia a Jesús. Les resulta un personaje incómodo. Por eso, resuena con mayor importancia el aviso de Juan el Bautista: no soy digno de desatarle las correas de las sandalias

La palabra del Padre nos lo confirma: “Tu eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias”. Hoy que es un día especial para recordar que un día fuimos bautizados y que fuimos unidos a Cristo. Jesucristo es y debe ser lo más importante en nuestra vida. El que no responda a los criterios de este mundo no quiere decir que Jesús no sea importante.

A Jesús, el Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén. (1Tim 1, 17) 

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