San José
En
el Evangelio de hoy, surge como personaje central San José. El Evangelio teje
de él una gran alabanza: un hombre justo, santo y amaba a María con todo el corazón
(Mt 1, 19).
José
era un hombre justo (Mt 1, 19). Cuando en la Sagrada Escritura habla de justicia
o dice que alguien es justo, quiere referirse a la fidelidad a la
Voluntad de Dios. José era un hombre que quería siempre cumplir la voluntad de
Dios en todo momento. En las pocas líneas que le dedican los Evangelios, queda
más que patente que la justicia de José. Obedece siempre los dictámenes del
Señor (Mt 1, 24; 2, 14; 2, 21).
José
era un hombre santo. La santidad en la Sagrada Escritura quiere decir
que algo estaba separado del mundo y dedicado al Señor. Así, las cosas santas
pertenecían al Señor y no podían tener otros destinos. Cuando el Señor en el
Antiguo Testamento mandaba a Israel ser santos como Él es Santo, la razón es
porque Dios los había separado de los demás pueblos (Lev 20, 26).
José
quería dedicar su tiempo al Señor. Es por ello que se muestra cumplidor de las
normas cultuales de Israel (Lc 2, 21-22) e iba todos los años a las fiestas
principales a Jerusalén para estar en el Templo del Señor (Lc 2, 41).
José
era un hombre que amaba a María. El amor es procurar el bien de la
persona amada. El embarazo de María fuera del matrimonio estaba penado con la
pena de la lapidación (Dt 22, 23-24). José había decidido dejarla para librarla
de esa pena y quedar él como un sinvergüenza. Un gesto que dice mucho de él.
Ante
la noble decisión de José, interviene directamente el Señor y, en sueños, le
hace saber que María no ha sido infiel, que Ella es la heredera de las promesas
que hizo al Pueblo de Israel. En otras palabras, María iba a ser la Madre de
Dios. Dios con nosotros, Enmanuel, no era simplemente un nombre: era un
hecho. Dios está con nosotros.
La
respuesta de vida de José es ejemplar: recibió a María como su esposa y asumió
la misión de ser el padre del Hijo de Dios.
Podemos
aprender mucho de San José: a ser justos, a ser santos y amar a María.
Que
por intercesión de San José nos veamos libres del peligro que se cierne sobre
nuestra Patria. ¡Dios te bendiga!
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