ÉL ES FIEL Y CUMPLIRÁ SU PROMESA

 En el camino del Adviento, este tercer domingo vuelve a presentarnos la figura de Juan el Bautista, a quien acudían los del pueblo al oír el mensaje de conversión que predicaba. En eso, se acercan los sabios del Pueblo de Israel para preguntarle si era el Mesías. Y su respuesta fue directa: no lo soy (Jn 1, 6-8. 19-28).

También la segunda lectura (1Tes 5, 16-24) nos invita a estar alegres en medio de la adversidad, sin dejar que las circunstancias puedan arruinar nuestra relación con Jesús. Y siempre cabe la pregunta: ¿Cómo es posible estar alegres cuando no estamos bien, cuando la situación está “apretada”? Y a los que vivimos en la Diócesis de La Guaira pueden venirnos a la memoria 24 años atrás cuando muchos de nuestros hermanos quedaron sepultados o arrastrados por la corriente. ¿Es posible estar alegre?

Hay diferentes maneras de entender la alegría, pero solo una de ellas es la verdadera. Hay quien se burla de todo y hace guasa de todo: esos no es alegría, solo usan la burla como un mecanismo de huida. Burlándose de todo evade la responsabilidad y la obligación de poner de su parte para resolver los problemas. Aunque algunos pudieran mencionar que son unas personas alegres, lo correcto es decir que son unos irresponsables.

La alegría, la verdadera, es cuando tenemos el bien. Porque hacemos el bien, porque procuramos el bien para nosotros y para los demás, y porque tenemos en nuestro corazón el bien más grande, entonces somos alegres. Y ese es el caso de los creyentes en Cristo: nuestra alegría descansa en Cristo Jesús. Y la razón es muy sencilla: Él es fiel. No falla.

Todo lo que él ha dicho lo ha cumplido y no hay razón para dudar que podemos ser felices incluso cuando a los ojos del mundo no sea así (Mt 5, 3 – 12).

Cuando nos encontramos a una semana de la Navidad, no podemos perder de vista que Él nació por nosotros y por nuestra salvación. Y porque quiere librarnos del mal (y del peor de los males, la condenación eterna) sabemos que, si cumplimos su voluntad y nos alejamos del pecado, seremos felices desde ya. Él es fiel y cumplirá su promesa.

Que el Dios hecho Niño jamás se aparte de nosotros.

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